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Primero, Emilio Delgado, secretario de organización del Consejo Ciudadano regional de Madrid –el máximo órgano entre asambleas formado por 35 personas- presentaba su dimisión este pasado lunes “por la paralizante dirección política”. Después, otros nueve miembros hacían lo mismo, y los diez, topos ellos cercanos a Íñigo Errejón, apuntaban a diferencias insalvables con Luis Alegre, el secretario regional -persona muy próxima a Pablo Iglesias-, que habría “propiciado descoordinación y desconfianza" con el grupo parlamentario.

En Cataluña, la crisis consiste en que un sector, que podría ser mayoritario, quiere incluso desligarse de Madrid y orquestar un grupo autóctono en torno a Ada Coláu…

Tras conocerse esta espantada, que no es el único conflicto regional de Podemos, Iglesias y Errejón se cruzaban en Twitter mensajes amorosos y todo el partido se dedicaba a manifestar que no pasa nada, que sólo son discrepancias ‘democráticas’ que fortalecen en lugar de desunir.

Ni la casta más rancia recurriría a expresiones más socorridas para negar la evidencia, que no es otra que una fuerte discrepancia entre Iglesias, tan engallado e insoportablemente arrogante que sus conmilitones le han preparado un informe cuasi psiquiátrico con recetas para que se baje de la nube, y Errejón. Discrepancia que se vio con toda claridad a través de la expresión gestual inequívoca de Errejón cuando Iglesias, a escasos metros de él, aludía en la tribuna del Congreso a la cal viva en referencia a Felipe González.

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UNA CRISIS MUCHO MÁS AMPLIA

Los disidentes, entre los que destacan personas muy relevantes en la vida interna de Podemos como Sarah Bienzobas o Clara Serra, limitan el cisma a la comunidad de Madrid y a Luis Alegre, y dicen seguir comprometidos con el proyecto estatal. Lo ocurrido, en todo caso, es la segunda parte de la confrontación mal cerrada que tuvo lugar en las primarias que se celebraron a principios de 2015, en que la lista oficialista encabezada por Alegre se impuso por estrecho margen a la formada por la Izquierda Anticapitalista. Desde entonces, Iglesias y su aparato han hecho lo posible y lo imposible por librase de elementos disidentes y potenciar a los afines.

La crisis es más amplia, y se extiende a otras comunidades. En alguna de ellas, como Cataluña, la crisis consiste en que un sector, que podría ser mayoritario, quiere incluso desligarse de Madrid y orquestar un grupo autóctono en torno a Ada Coláu… No hay que escandalizarse por el hecho de que un partido joven tenga esta clase de dificultades. Lo peor, en estos casos, es tratar de ocultarla y mentir.

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