- La oferta de Podemos que contiene algunos elementos valiosos, se vuelve infumable por algunos rasgos de trazo grueso que la descalifican
- 'Salvo los masoquistas, nadie pacta para ser humillado'
A medida que las distintas fuerzas políticas empiezan a poner todas las cartas sobre la mesa, las opciones de Pedro Sánchez, candidato a la investidura, se acotan y ya empieza a ser evidente que la solución centrista que resultaría del entendimiento PSOE-Ciudadanos, que es la preferida por el electorado según las encuestas, está amenazada por la pinza formada por PP y Podemos que empieza a planear sobre la cabeza del aspirante.
El referéndum que Iglesias propone para Cataluña es, además de estrambótico, inconstitucional –¿tiene sentido que un partido parlamentario proponga medidas ilegales, como si fuera posible llevarlas impunemente a cabo?
La oferta de Podemos, que es fruto de una trabajosa elaboración y contiene algunos elementos valiosos, se vuelve infumable por algunos rasgos de trazo grueso que la descalifican y la convierten en una herramienta pueril e inmanejable.
El referéndum que Iglesias propone para Cataluña es, además de estrambótico, inconstitucional –¿tiene sentido que un partido parlamentario proponga medidas ilegales, como si fuera posible llevarlas impunemente a cabo?-. Y la propuesta económica de incrementar el presupuesto del Estado en 10 puntos a lo largo del cuatrienio -96.000 millones de euros, a 24.000 por año-, que saldrían de un inextricable birlibirloque fiscal, en una Unión Europea que mira con aprensión los déficit y los calibra has la décima de punto, saca el documento programático de Podemos de la zona de consenso europeo y lo sitúa en al campo minado del simple populismo.
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Por lo demás, aun dejando al margen el tono insoportablemente arrogante de Iglesias y sus inevitables tics autoritarios, la propia expresión del hipotético pacto, en que Sánchez gobernaría e Iglesias controlaría las desviaciones, permite descartar la alianza: salvo los masoquistas, nadie pacta para ser humillado.
Por el otro lado, el del Partido Popular, es patente que esta formación está bloqueada por la insistencia de Rajoy en reclamar su derecho a gobernar con el pobre argumento de que ha sacado más votos que el segundo, sin ver que el electorado ha apostado masivamente por el cambio y que él mismo, abrasado por todos los escándalos que no ha sido capaz de impedir, es una rémora y no un activo para el PP. Evidentemente, mientras Rajoy permanezca en su hornacina, es muy difícil, por no decir imposible, que el PP encuentre apoyos para gobernar.
Así las cosas, la hipotética coalición PSOE-Ciudadanos está bloqueada y Sánchez sólo será presidente si:
a) Podemos, ante tal situación, baja al terreno del posibilismo y acepta un pacto razonable y asumible tanto por el PSOE como por Ciudadanos. No parece fácil que Iglesias acepte rebajar unas expectativas que ha utilizado como elemento de cohesión en su heterogéneo cortijo ideológico y territorial.
b) El PP pone en marcha su regeneración y su catarsis, renueva la cúpula y decide pasar a la oposición constructiva, respaldando un gobierno en minoría PSOE-Ciudadanos a cambio de una participación decisiva y activa en el proceso de reformas.
Como tercera opción, aún más remota, cabría considerar la de que este PP renovado, con un líder nuevo, fuera capaz de encabezar una coalición con el PSOE y con Ciudadanos para un gobierno de gestión que acometiera las reformas. En cualquier caso, es evidente que la rigidez populista de Podemos y el encastillamiento del PP refuerzan la posibilidad de nuevas elecciones.
Antonio Papell
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