• Esto no se va resolver con otras elecciones. Por tanto, si hay terceras, habrá cuartas, porque estaremos en las mismas
  • Dos orígenes del problema: bloqueo de los partidos y fragmentación social del país
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Rajoy perdió las votaciones, algo asumido, pero el tono del debate indica que con esta composición del Congreso no conseguirá la investidura. Y esta composición del Congreso, en líneas generales, se mantendrá tras las elecciones. ¿Cómo se resuelve esta situación?

TODOS PARA UNO

Rivera arrojó al PP al debate sobre un nuevo candidato. Fue muy desconsiderado con Rajoy hacerlo en su investidura.
Las formas pierden al PP. Era el menos interesado en una ruptura agria con Ciudadanos, pero la respuesta de su portavoz parlamentario a Rivera fue lo contrario de lo que le convenía, debió insistir en que se habían sumado 170 escaños, en el acuerdo, en la necesidad de seguir sumando y hablando, en la flexibilidad para abrir una nueva etapa. Tras su intervención los dos partidos salieron más distanciados.

Para infectar las cosas, justo al acabar el debate, se anunció que el dimitido exministro de Industria será propuesto por el Gobierno como representante en el Banco Mundial. En el clima actual, y con los recientes antecedentes de Soria, eso sólo se puede recibir por la opinión pública y los demás partidos como una provocación. Rajoy conocía el tono de la intervención de su portavoz y el tramposo nombramiento, ambas cosas son inaceptables para los demás partidos. Asombra que el PP no lo perciba.

Rajoy sabe ser rápido cuando le conviene. Las eventuales conjeturas sobre un nuevo candidato del PP las ahogó inmediatamente, el sábado, trece horas después del debate, en una reunión del Comité Ejecutivo del PP que se cerró con un “todos para uno”.

La salida del Debate de Investidura ha producido más daños de los que eran previsibles

La conclusión racional del debate es que al PP le corresponde buscar una salida en forma de otro candidato. Nadie le puede negar el derecho a proponerlo, pero la lógica parlamentaria exige que tenga capacidad para aunar voluntades más allá de su partido. Tal como están las cosas Rajoy no puede. Si no lo hace la única alternativa son las elecciones. El PP debería considerar que está forzando mucho la situación y sus votantes pueden percibir que están taponando la salida.

LAS SIRENAS

La diosa Circe previno a Ulises de que las sirenas devoran a quienes atraen con sus cantos. Es un disparate comparar a Iglesias, Tardá y Homs con sirenas, pero las dinámicas en que están metidos devorarán a cualquiera que se les acerque. Son incontrolables, acabarán en desastre de una manera u otra, al tiempo. No sabemos si Ulises Sánchez se ha atado al mástil o se ha dejado tentar (o aún duda).

Los diputados de ERC y CDC se insinuaron, pero sus intervenciones presagian que la insurrección institucional catalana se elevará varios grados el 28 de septiembre (moción de confianza de Puigdemont que sólo puede superar con el voto de CUP). Así las cosas, están inhabilitados para formar parte de una mayoría de gobierno. Su aportación sería chocar para desgajar Cataluña del resto del país, están condenados a ello. Sería imposible hacer asimilar a la opinión pública la idea de que apoyasen a un gobierno del PSOE porque confían en rebajar la tensión y hallar una salida negociada.

Cabía esperar que Iglesias tratase de traer a sus diputados a la idea de que deben asumir posiciones realistas si quieren formar parte de la salida a esta situación, si quieren gobernar España. Repitió su mitin. Sus portavoces secundarios sólo insisten en el derecho a decidir con bellos discursos de sus idealizados terruños (naciones). La experiencia de Sánchez con Iglesias hace seis meses y sus maniobras para buscar otro presidente del Congreso deberían prevenir a Sánchez de que Podemos no es un interlocutor fiable.

El resultado es que un tercio del congreso está inhabilitado para sumar en cualquier salida razonable a esta situación. Las dinámicas que impulsan estos partidos lo impiden. El PSOE no tiene fuerza suficiente para canalizarlos o detenerlos, sería laminado por las dinámicas que impulsan sus socios.

¿Qué piensa Ulises Sánchez? Atraído por las sirenas, puede buscar una negociación, más o menos en clave de un gobierno monocolor del PSOE con independientes simpatizantes de quienes le apoyen con un programa elástico para manejar o postergar las demandas de Podemos, CDC-PDC, PNV, ERC y otros, contrapesándolas con Ciudadanos, convirtiendo la reforma constitucional en el tema territorial en la clave de la legislatura, con la única salida factible de una confederación dominada por tendencias centrifugas, en un abierto enfrentamiento con el PP y con Ciudadanos. Sería la laminación del PSOE como fue la del PSC. Si intenta esto, la tripulación del PSOE se sublevará.

Siguiendo el consejo de Circe, Ulises Sánchez puede atarse al mástil, conversar con los potenciales socios llevándoles a cometer errores que vayan convirtiendo al PSOE en la salida más razonable para el electorado de izquierda. Sería una partida dificilísima, muy lenta, en la que tendría que manejar sobresaltos e ir acumulando pequeñas ventajas. Obviamente, es una estrategia preelectoral no para buscar un gobierno.

EL PROBLEMA DE FONDO. LA SALIDA

Dos orígenes del problema: bloqueo de los partidos y fragmentación social del país

El bloqueo tiene dos orígenes, que no tienen nada que ver con el art. 99 de la Constitución, pese a que está mal diseñado. El primer foco es el bloqueo de los partidos por sus direcciones, el PP acaba de mostrarlo otra vez.

Los partidos son criaturas muy complicadas, que en España están creando problemas desde hace casi dos décadas, cuando PP y PSOE entraron en rendimientos negativos (corrupción, liderazgos dudosos, malas decisiones, etc.). Este problema no se soluciona con declamaciones de democracia interna, primarias o arbitrismos tajantes. Los partidos son instituciones, asociaciones jerarquizadas, conglomerados de intereses, referentes ideológicos, marcas mucho y mal estudiados. Necesitamos una ley de partidos como la alemana que, para empezar, obligue a los partidos a hacer congresos cada dos años en fechas fijas, lo que permitiría apartar a los líderes de manera casi automática si es necesario y obligar a elegir a los candidatos por votación de los afiliados, lo que les independizaría de sus “superiores”. ¿Recuerdan que Cameron quiso quedarse al frente del Partido Conservador y el Gobierno hasta octubre y su grupo parlamentario lo apartó convocando elecciones a líder?, tres semanas duró el problema. En España, eso es impensable.

La segunda causa es que la fragmentación parlamentaria refleja la fragmentación social del país. La dispersión de ideas sobre su futuro y su pasado, la frustración de varios millones de personas con el devenir de la crisis y su salida, el hartazgo con la corrupción, la extendida sensación de indefensión ante la violencia de los mercados (reforma laboral y abusos contra los consumidores), la ruptura de los elementos de identificación nacionales, la ausencia de liderazgos que transmitan una visión del país, etc., rompieron el bipartidismo. Estas fracturas se manifiestan en los votos. Esto no se va resolver con otras elecciones. Por tanto, si hay terceras, habrá cuartas, porque estaremos en las mismas.
¿La salida?, la tienen los partidos, que voten sobre sus líderes en Congresos.

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