La CUP ha decidido no apoyar la investidura de Artur Mas, por lo que, dada la obstinación de Junts Pel Si por mantener el candidato a la presidencia de la Generalitat, no hay otro camino para salir del atolladero que convocar nuevas elecciones. El día 10 terminaba el plazo tasado para lograr la investidura de un candidato, pasado el cual los ciudadanos deben volver a votar.
La irritación de quienes han estado detrás del proceso independentista es comprensible. La Asamblea Nacional de Cataluña ya ha pedido perdón a los catalanes por haber pedido el voto para “cualquier opción independentista” (se supone que la CUP merece ahora una rotunda anatema) y Forcadell, la efímera presidenta del Parlament y promotora más visible de la célebre declaración de insurgencia, “lamenta haberse equivocado” con la CUP.
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En el fondo, el desaire de los antisistema, después de haber tenido en vilo a los burgueses durante más de tres meses, tiene una vis cómica que no puede negarse.
La CUP pasará a la historia como la formación que ha abortado un experimento independentista
La negativa de la CUP a apoyar a Mas, símbolo de todo lo que detesta la extrema izquierda (y muy especialmente de los recortes realizados durante la crisis económica, que fue irreductible desde el primer momento), se ha ido ablandando a medida que se acercaba la fecha límite, ya que, se quiera reconocer o no, la CUP pasará a la historia como la formación que ha abortado un experimento independentista que, pese a no alcanzar la mayoría absoluta de los votos, sí podía haber alardeado de la mayoría absoluta de los escaños del Parlament. Sin embargo, las elecciones generales han influido decisivamente en la consolidación del “No” a Mas por una razón sobrevenida: el buen resultado de En Comú Podem en las elecciones generales del 20D.
En efecto, la coalición formada por Podemos, Barcelona en Común, ICv, Equo y otras organizaciones ganó las elecciones en el Principado con casi el 28% de los votos, desplazando a ERC a la segunda posición, al PSC a la tercera y a CDC –hora bajo otras siglas- a la cuarta, por lo que sectores de la CUP (sobre todo los troskistas de Lluita Internacionalista y Corrent Roig, y los sectores Endevant, Crida Constituent, etc.) son ahora partidarios de avanzar hacia la independencia mediante una coalición entre la CUP –que no se presentó a las elecciones generales- y la formación que encabeza Pablo Iglesias, que no tiene, por cierto, líder en Cataluña, después de la dimisión de Gemma Ubasart, quien se responsabilizó por los malos resultados de su grupo en las autonómicas (la coalición con IC, Catalunya Si que es Pot, sacó menos escaños que los que tenía esta organización en solitario en las anteriores elecciones).
Caben sorpresas de última hora y Podemos deberá clarificar su posición en esta delicada encrucijada en que la CUP le pide relaciones. De cualquier modo, ésta es la situación.
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