- El relato íntegro de Ángela Reina, esposa de la víctima, ha sido difundido por dos de sus amigas
- 'Intenté sujetarlo entre mis brazos, vi que había sangre y creo que empecé a gritar'
Ángela Reina, la esposa de Juan Alberto González, el español que falleció el pasado viernes tras el asalto terrorista yihadista a la sala Bataclán, de París, narra en una carta cómo sucedieron los hechos, desmintiendo otras versiones que se han publicado en las últimas horas.
"Escuché los disparos y todos nos tiramos al suelo. Nosotros estábamos por el centro de la sala"
El relato íntegro de Ángela Reina, difundido por dos de sus amigas, de cómo sucedieron los hechos, es el siguiente: "Escuché los disparos y todos nos tiramos al suelo. Nosotros estábamos por el centro de la sala, un poco a la izquierda. Antes de los disparos, Juan Alberto estaba delante de mí, por lo que al tirarnos al suelo, mi cabeza quedó cerca de sus piernas, instintivamente, yo trataba de cubrirme la cabeza. En ese momento no sabía dónde estaba él pero estoy segura de que él sí sabía dónde estaba yo porque movió sus piernas para que mi cabeza quedara debajo de él. Me intentó proteger, estoy segura. Además, al rato, él se incorporó sentado y me tocó, me dijo algo que no pude entender. Creo que dijo mi nombre, y le vi como mareado, me incorporé y me deslicé sentada hacia él, intenté sujetarlo entre mis brazos, vi que había sangre y creo que empecé a gritar, eso no lo recuerdo bien.
CAOS Y HORROR
A continuación, volvió a haber disparos por lo que volvimos a tumbarnos en el suelo y me quedé tumbada en su pecho. Hubo un momento en el que alguna gente se levantó y corrió pero Juan Alberto no se podía mover, estaba inconsciente por lo que no podíamos irnos. Me quedé con él hasta que llegó la policía y dijeron que teníamos que salir. Cuando les dije que mi marido se no se podía mover, que no me contestaba, me dijeron otra vez que me tenía que ir fuera, que si no salíamos los servicios de emergencia no podían intervenir.
Nos llevaron fuera a la calle y a un patio y no me dejaron volver. No me dejaban volver, una chica, Claire, se llamaba, me dijo que me tranquilizara, que ya le habrían metido en la ambulancia y que le estarían curando y me ayudó a lavarme".
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