- El terrorismo, según los expertos, es "un fenómeno resiliente, voluble y asimétrico que se adapta con gran facilidad a nuestros mecanismos de combate y defensa", por eso es tan difícil de erradicar
- Los Gobiernos toman medidas en consecuencia y activan protocolos de seguridad que no siempre son suficientes
El terror se ha instalado en occidente. El año 2016 terminó con el atentado en un mercado navideño en Berlín y el 2017 ha comenzado con el ataque en una discoteca de Estambul en plena noche de año nuevo. El autodenominado Estado Islámico, el islamismo radical, ha sabido sembrar el pánico, pese a que las ciudades se encuentran blindadas en defensa de la máxima seguridad. Realmente, atendiendo a la imprevisibilidad y atrocidad de sus actos, ¿se puede combatir esta lacra?
El surgimiento del Daesh y de todo el terrorismo islámico viene de la errónea interpretación del Corán llamando a la actuación contra los infieles, asegura el experto en teología e historia, Martín J. Arroyo. “Cuando se unen Estado y religión y, más en una ideología tan proselitista como la musulmana, los resultados son impredecibles”, subraya.
“Cuando se unen Estado y religión y, más en una ideología tan proselitista como la musulmana, los resultados son impredecibles”
Tal y como determina Arroyo, en estructura geopolítica, la desaparición de los grandes tiranos de los países del Magreb, como Sadam Husseín, Gadaffi…, ha creado un vacío de poder, lo cual ha sido aprovechado por los extremistas, que se han unido contra un enemigo común (ya sea occidente e incluso los musulmanes no radicales), bajo una ideología y posición religiosa similar.
OBJETIVO: MIEDO
Pero, ¿qué objetivo persiguen? ¿Por qué atentan contra civiles? Manuel J. Gazapo Lapayese, Director del International Security Observatory, advierte, en primer lugar, que el terrorismo es una amenaza a la seguridad internacional que evoluciona a velocidades cada vez más vertiginosas. “Se trata de un fenómeno resiliente, voluble y asimétrico que se adapta con gran facilidad a nuestros mecanismos de combate y defensa”, destaca. Esa es la razón por la que ciudades, como Berlín o Estambul, a pesar de estar blindadas para garantizar la máxima seguridad, finalmente fueron víctimas de atentados terroristas en las últimas semanas.
Por su parte, Martín J. Arroyo especifica que el objetivo que estos grupos persiguen es doble: “de un lado inculcar miedo y respeto a los países occidentales, puesto que se han cambiado las reglas del juego; antes en la guerra solo se atacaban objetivos militares y ahora cualquiera en cualquier momento puede ser el objetivo”, explica. “Y de otro lado, con la espectacularidad de los actos terroristas, se autopublicita, demostrando su fuerza y alentando al resto de fieles musulmanes a unirse a sus filas”, esclarece.
En la misma línea, Gazapo Lapayese profundiza y argumenta que el autodenominado Estado Islámico no ataca únicamente contra las infraestructuras críticas logísticas, aquellas que son indispensables para el funcionamiento de los países, tales como aeropuertos, estaciones de tren, etc., sino que también atenta contra las más sensibles, aquellas que, a pesar de no tener una importancia vital para las ciudades, sí lo tienen para el ciudadano (estadios de fútbol, museos, áreas turísticas, zonas de ocio…) “Estos atentados resquebrajan la sensación de seguridad de las sociedades y son simultáneamente más fáciles de realizar y más difíciles de predecir”, anota el experto.
“Estos atentados resquebrajan la sensación de seguridad de las sociedades y son simultáneamente más fáciles de realizar y más difíciles de predecir”
MEDIDAS INSUFICIENTES
A sabiendas de que esta amenaza ya ha causado cientos de víctimas en buena parte de Occidente en los últimos años, los Gobiernos toman medidas en consecuencia y activan protocolos de seguridad que no siempre son suficientes.
En España, por ejemplo, el Gobierno mantiene desde junio de 2015 el nivel 4, de riesgo alto, del Plan de Prevención y Protección Antiterrorista. Estos niveles, establecidos en base a los informes de valoración de la amenaza y otras circunstancias asociadas, fueron introducidos por primera vez en 2005 tras los atentados ocurridos en Madrid el 11 de marzo del 2004. Desde entonces, aunque han sufrido modificaciones, el nivel 4, previo a la máxima alerta, es el grado más alto decretado y supone "el máximo reforzamiento de los dispositivos de seguridad".
El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, en su comparecencia ante la comisión de Interior del Congreso el 21 de diciembre, argumentó que la comunidad de Inteligencia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han tenido que adaptarse a este nuevo escenario en el que la amenaza se ha transformando de etarra a yihadista, realizando un profundo análisis de las técnicas y procedimientos de actuación de este nuevo terrorismo, y, en función de ello, se han visto obligados a establecer un nuevo marco de actuación con nuevos métodos de prevención, protección y respuesta.
Es por ello que Juan Avilés, catedrático de historia contemporánea de la Uned, considera que unos países tienen más efectividad que otros en materia de seguridad. Cita a España como ejemplo paradigmático, pues, entre otras intervenciones, continuamente es protagonista de detenciones importantes. Sin embargo, afirma que en países como Alemania, la fragmentación de su servicio de seguridad ha demostrado su ineficacia. También en Turquía, tras la purga del Ejército y la policía realizada por el Gobierno de Erdogán.
Manuel J. Gazapo Lapayese, Director del International Security Observatory, por su parte, asegura que las medidas no son suficientes. “La propia realidad nos lo demuestra. Los recientes atentados en Berlín y Estambul, así como otros acontecidos en San Bernardino, Niza, Bagdad o Bangladesh demuestran que los esfuerzos por blindar las urbes no son lo suficientemente efectivos y eficaces”.
Ante esta grave situación, como entendido en la materia, ofrece soluciones y apuesta con urgencia por un plan de actuación a largo plazo de carácter multidimensional y multidisciplinar en el que se incremente de forma tangible el intercambio de inteligencia entre Estados, se mejore la colaboración a nivel público-privado en seguridad, se desarrollen diálogos multiculturales o se elabore una contra-narrativa en la que se use el Islam como un instrumento a favor. “Para neutralizar el terrorismo yihadista los actores que componen la Sociedad Internacional deben analizar el fenómeno utilizando la razón y actuar sobre sus causas profundas a ambos lados del Mediterráneo”, opina.
Erradicar el terrorismo “será un proceso largo, que llevará unos cuantos años, debido a que el yihadismo está muy extendido y constantemente sigue reclutando”
2017 NO SERÁ EL AÑO DE LA VICTORIA CONTRA EL TERRORISMO
El terrorismo yihadista es una lacra contemporánea que sigue matando, que continúa sembrando el terror en Occidente, en infraestructuras críticas logísticas de las ciudades y también en las más sensibles. De acuerdo a la opinión de los expertos, 2017 no será el año de la victoria en la lucha contra el terrorismo. En opinión de Juan Avilés, catedrático de historia contemporánea de la Uned, erradicarlo “será un proceso largo, que llevará unos cuantos años, debido a que el yihadismo está muy extendido y constantemente sigue reclutando”. No obstante, este año su expansión territorial por Irak y Siria puede tener fecha de caducidad y podría mermarlo, aunque no erradicarlo.
Del mismo modo, el especialista en teología e historia, Martín J. Arroyo, asegura que el terrorismo religioso es muy difícil de exterminar, “puesto que no acaba en oriente medio, sino que actualmente también se da en el interior de África, el sudeste de Asia, etc.”.
Finalmente, Manuel J. Gazapo Lapayese concluye que desgraciadamente, el fenómeno del terrorismo de etiología yihadista nos va a acompañar muchos años. A su juicio 2017 no será el año de la victoria contra el terrorismo, sino de algo mucho más complejo: “2017 puede ser el año en el que el mundo libre decida si empieza a defender la democracia, la libertad y los derechos humanos o si se deja destruir desde dentro a manos del terrorismo y los extremismos políticos”, acaba.