- Se reunió con periodistas tras su gira por Latinoamérica
- Defendió el papel cercano de la Iglesia con los movimientos populares
El Papa Francisco habló sobre la crisis de Grecia durante una comparecencia con los periodistas en su regreso de la gira por Latinoamérica. El pontífice no ocultó su opinión sobre la situación del país heleno y defendió la posibilidad de un país para declararse en bancarrota.
"Los gobernantes que llevaron a esa situación tienen una responsabilidad y el nuevo Gobierno comenzó una revisión justa"
La situación económica que atraviesa Grecia se ha convertido en el centro de todos los debates. Tanto es así que hasta el Papa Francisco, a su regreso de la estancia por Latinoamérica en la que ha visitado Ecuador, Bolivia y Paraguay durante la última semana, ha mostrado su opinión en una reunión con periodistas durante el vuelo.
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"Los gobernantes griegos que llevaron a esa situación de deuda internacional tienen una responsabilidad y el nuevo Gobierno griego comenzó una revisión justa", declaró el pontífice al ser preguntado por Grecia. “Si una empresa puede declararse en bancarrota, ¿por qué un país no puede hacerlo?”, resaltó.
El Papa Francisco lanzó a los periodistas allí presentes la necesidad de un cambio real, repitiendo así un mensaje muy empleado durante sus intervenciones en las regiones de Sudamérica. “Soy yo el que sigo a la Iglesia. Yo simplemente me dedico a predicar la doctrina social de la Iglesia. No es un hecho político, es un hecho catequético. Quiero dejar claro esto”, explicó, haciendo referencia a su demostrada cercanía con las clases populares.
"No se sienten representados por los sindicatos porque dicen que se han convertido en una corporación y ya no luchan por los derechos de los más pobres. La Iglesia no puede permanecer indiferente. Tiene una doctrina social y dialoga con estos movimientos. Habéis visto su entusiasmo al descubrir que la Iglesia no estaba lejos de ellos, que estaba cerca, que les ayudaba a luchar”, añadió.
También hubo referencias a su decisiva intervención en el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, reconocida por Obama y Raúl Castro. “No tuvo carácter de mediación. Había un deseo que llegó de un lado y luego del otro. Fue en enero del año pasado. Durante tres meses, solo me dediqué a rezar. ¿Qué podía hacer con estos dos que desde hace más de 50 años están así?", afirmó.
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