- El aplazamiento 'sine die' de la votación del candidato, Carles Puigdemont, agrava el parón de los últimos meses
- El empecinamiento soberanista con el expresident de la Generalitat deja pocas opciones más allá de una nueva convocatoria electoral
Por si no estaba la cosa suficientemente embrollada en la política catalana, el presidente del Parlament, Roger Torrent, ha dado esta semana un nuevo giro argumental a la investidura del president de la Generalitat. La sesión parlamentaria que debía celebrarse el martes, indispensable para que el Govern autonómico de la XII Legislatura asuma sus cargos y funciones, ha derivado en una situación inédita. El aplazamiento ‘sine die’ de la votación del candidato, Carles Puigdemont, sume a Cataluña en un estado de parálisis aún mayor y el empecinamiento soberanista con el expresident de la Generalitat deja pocas opciones más allá de una nueva convocatoria electoral.
El primero en poner la cuestión sobre la mesa ha sido el exministro de Exteriores José Manuel García Margallo. Es el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien tiene la potestad para ‘descongelar’ las instituciones de la región mediante nuevas elecciones en Cataluña, la única salida, según el exministro, si no hay un candidato a la Presidencia de la Generalitat que respete al Tribunal Constitucional (TC).
El presidente Rajoy, como presidente de la Generalitat, se verá forzado a disolver el Parlament y convocar nuevas elecciones
"O los independentistas proponen a un candidato libre de hipotecas judiciales que pueda formar un Gobierno estable y duradero en el tiempo o el presidente Rajoy, como presidente de la Generalitat, se vería forzado a disolver el Parlament y convocar nuevas elecciones" en Cataluña, ha afirmado en una entrevista de ‘TV3’. Y ha avisado de que una investidura "en contra del alto tribunal constituye un acto de rebeldía y de desobediencia, un espectáculo que no es tolerable" y que no se va a validar en ningún caso.
RETIRADA DE ERC O MIEDO A DESOBEDECER
Lo dejó claro el tribunal de garantías el pasado sábado en una resolución insólita en la historia del Constitucional. En el documento, ofrecieron una guía política de urgencia mientras resolvían sobre la cuestión de fondo: el recurso del Gobierno a la candidatura de Puigdemont por su “falta de libertad deambulatoria” al ser un prófugo de la justicia. Los magistrados sólo dejaban una salida a los soberanistas para que pudieran ‘ungir’ a su candidato. Este debía volver a España y pedir permiso al Tribunal Supremo para ser investido como la única forma en que podía llevarse adelante el pleno.
El exlíder catalán contestó con una petición de amparo al Parlament que sirvió de excusa a Torrent para no seguir los mismos pasos que su predecesora frente a la Cámara catalana. Esta vez, la Mesa no desobedeció, pero tampoco se doblegó: aplazaban el pleno hasta que se pudiera celebrar sin “injerencias y con garantías para que pudiera ser investido Puigdemont”, según no se ha cansado de repetir el president del Parlament. Como un mantra ha reiterado también que el único candidato es y será el de Junts per Catalunya.
No ha sido suficiente. El movimiento del republicano, sumado a una lluvia de declaraciones de otros dirigentes de ERC como Joan Tardà o Gabriel Rufián, pidiendo “sacrificar” a Puigdemont, dieron paso a la desconfianza: ¿abandonaba el partido liderado por Oriol Junqueras el apoyo al candidato soberanista? Un cisma entre las fuerzas independentistas que no hizo más que agrandarse tras el ‘procesgate’, la ‘pillada’ al exconseller Toni Comín cuando se intercambiaba mensajes con Puigdemont, en la que muchos han querido ver intencionalidad.
Pero lejos de los momentos de vacilación del president cesado y de las palabras que marcarán un hito en el procés -“Moncloa triunfa. Esto se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado”-, de cara a la galería se ha mantenido la unidad... Y la parálisis continúa. Y todo ante el pasmo de los diputados que por no saber, no saben ni si está corriendo el reloj que marca que en dos meses se debe votar la investidura o hay que volver a las urnas, según explica el diputado del PSC, Raúl Moreno, a 'Bolsamanía'.
Torrent ha dejado en manos de los letrados del Parlament resolver si la cuenta atrás ha comenzado y los juristas no emitirán su informe hasta la semana próxima. El único antecedente remotamente similar es el ‘tamayazo’ de la Comunidad de Madrid, cuando dos diputados del PSOE no se presentaron a la investidura pactada con IU de Rafael Simancas. La cámara madrileña pidió un informe al Consejo de Estado ante la imposibilidad de encontrar un nuevo candidato de consenso, que resolvió que aquel intento frustrado equivalía a un intento de investidura fallida. El proceso acabó nuevamente en las urnas.
Pero en el caso catalán, la situación se ha propiciado por acción judicial, por lo que los soberanistas quieren “ganar tiempo” vinculando la votación con la resolución del Tribunal Constitucional sobre la candidatura de Puigdemont. El alto tribunal no tiene ninguna prisa y, según informa ‘La Vanguardia’, no tomará una decisión hasta marzo. Además, ha ampliado el plazo de alegaciones hasta el 12 de febrero.
OTROS ESCENARIOS: UN NUEVO CANDIDATO O UNA PRESIDENCIA SIMBÓLICA
Los republicanos, conscientes de que la situación no se puede eternizar, han recuperado una solución que ya se planteó inmediatamente después de las elecciones. Lo ha hecho Junqueras, que permanece en la prisión de Estremera desde el 2 de noviembre, preventivamente, por los delitos de malversación de caudales públicos y rebelión. El líder de los republicanos ha expuesto, en una entrevista en ‘Diario16.com’, que las circunstancias actuales obligan a plantear la posibilidad de combinar una Presidencia de la Generalitat "simbólica" con otra efectiva.
Entre los pasos que podría dar Moncloa: "Fijar una fecha máxima para la investidura, ampliar el 155, suspender la autonomía o convocar elecciones"
Es el primer paso para que Puigdemont acabe como Artur Mas, que en 2015 dio un paso al lado y dejó el camino despejado a su sucesor en el cargo. No obstante, Jordi Pacheco i Canals, decano del Colegio de Politólogos de Catalunya (Colpis), ve poco viable que retiren su apoyo Puigdemont y se repita de nuevo la historia. “Es muy peliagudo para estas fuerzas no ir hasta el final con el candidato de Junts per Catalunya porque moralmente sus votantes no lo entenderían”, opina. “Otra cosa es que la logística no lo permita”, redondea.
El asunto se gira de nuevo hacia el llamado bloque constitucionalista. Desde el Partido Popular, Xavier García Albiol, ha reclamado a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que el partido más votado el 21-D asuma la responsabilidad de presentar una alternativa. “La suma con PP y PSOE no es posible”, lamentaba la diputada Lorena Roldán a 'Bolsamanía' en los días previos a la constitución del Parlament de la XII Legislatura. Y sigue sin serlo. Contando con los comuns, lograrían 65 escaños, insuficientes frente a los independentistas, que aún sin los votos de los dos diputados en Bruselas -Puigdemont y Comín- y los dos encarcelados -Junqueras y Jordi Sánchez- obtendrían uno más, 66.
Entretanto, se mantienen los efectos del artículo 155 en la comunidad, "lo que quiere decir que la última palabra sobre lo que pase en Cataluña la sigue teniendo Rajoy", recuerda Moreno, haciéndose eco de las palabras de Margallo.
"No descartamos nada llegados a este punto", relata, "hasta que se decrete un Gobierno provisional si no se llega a un acuerdo". Entre los pasos que podría dar Moncloa, si el bloque soberanista no sale del punto muerto al que ha llegado, el miembro de los socialistas catalanes contempla "fijar una fecha máxima para la investidura, ampliar el 155, suspender la autonomía o convocar elecciones". No obstante, "conociendo a Rajoy, dejará que las cosas sigan su curso por ahora", concluye.