- Ciudadanos no puede permitirse unas terceras elecciones
- Ciudadanos ha impuesto seis condiciones
Hoy se produce un nuevo encuentro personal entre Rajoy y Rivera, y ayer, el líder de Ciudadanos tuvo una comparecencia exclusivamente encaminada a encontrar argumentos para cambiar de posición con respecto a la que había mantenido tenazmente hasta ahora: tras muchas semanas de negativas a cualquier pacto positivo con Rajoy, Albert Rivera se han convencido de que no tiene más remedio que colaborar con el PP en la gobernabilidad del Estado y, para explicar la súbita mudanza de criterio, ha impuesto una condición obvia que suena a sobreactuada: un pacto anticorrupción de seis puntos que no aporta novedad alguna.
Estamos, pues, entrando un proceso medido de aproximación de Ciudadanos al PP con vistas a facilitar la formación de un nuevo gobierno presidido por Rajoy. Será un proceso lento, que tardará en dar frutos y que registrará altibajos porque Ciudadanos se juega mucho en el envite: gran parte de sus campañas electorales se han basado en la regeneración democrática y en la necesidad de limpiar de corrupción los recovecos de las distintas administraciones, empezando por la estatal, por lo que es en todo caso difícil de entender que Rivera allane el terreno a un presidente del Gobierno que hasta hace bien poco consideraba irremediablemente achicharrado.
Ciudadanos tiene que aprovechar el ascendiente que actualmente es capaz de desarrollar para instar el cambio de la legislación electoral
¿Por qué este proceso de acercamiento PP-C’s era y es inexorable? Por dos razones bien evidentes: en primer lugar, Ciudadanos no puede permitirse unas terceras elecciones, ya que una parte de su electorado le abandonaría, como ya ha ocurrido al repetirse las del 20D, con la consiguiente pérdida de ocho escaños. La última encuesta del CIS aporta datos concretos: mientras se realizaba el trabajo de campo –entre los días 1 y 11 de julio-, la fidelidad de voto de Ciudadanos era ya la menor los grandes partidos, puesto que llegaba apenas al 77,7%; un 5% de sus antiguos votantes manifestaba que votaría al PP y el 13% afirmaba que no votaría o se mostraba indeciso. Si hubiera unas terceras elecciones, muchos más electores achacarían la responsabilidad de tal desastre a Ciudadanos, por lo que es de imaginar que el bajón sería todavía mayor.
En segundo lugar, Ciudadanos es víctima del vigente sistema electoral, cuyos efectos devastadores sobre las minorías son atroces. Así por ejemplo, en las elecciones del 20D Izquierda Unida lograba el 20D 923.000 votos y sólo dos diputados (uno por cada 462.000 electores) en tanto en estas mismas elecciones el PP necesitaba 59.000 electores para cada escaño y el PSOE, 61.000…. A cierta distancia, cada escaño de Ciudadanos ya costaba 79.500 votos… Pues bien: para vencer esta presión constante que le aboca hacia la irrelevancia, Ciudadanos tiene que aprovechar el ascendiente que actualmente es capaz de desarrollar para instar el cambio de la legislación electoral. La oportunidad podría no repetirse en el futuro y le va en ello la supervivencia.
Ambas razones son incontrovertibles. Y forzarán el pacto. Y con 169 escaños, esa minoría mayoritaria encabezada por Rajoy encontrará sin duda el modo de acceder a la investidura. Tendremos en fin nuevo gobierno a plazo no muy largo.
Antonio Papell
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