• A Podemos, en teoría no le vendría mal fortalecerse en la oposición
  • Si el PP no se abstiene, se arriesga a que Podemos facilite un acuerdo
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El pacto de legislatura entre el PSOE y Ciudadanos es ya un hecho. Pedro Sánchez ha aceptado la reforma constitucional exprés propuesta por Ciudadanos que incluye la reforma de la Iniciativa Legislativa Popular (reduce las firmas necesarias a 250.000), la limitación de mandatos, la supresión de las diputaciones (y la creación de consejos provinciales de alcaldes), la reducción de los aforamientos y la reforma del sistema de elección del vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que pasará a tener diez miembros en vez de veinte. Poco después comenzaban a conocerse los términos del acuerdo global.

El pacto es sólido aunque, como parece razonable, Ciudadanos seguirá intentado involucrar al Partido Popular y el PSOE continuará hablando con otros hipotéticos socios por babor: Podemos, Izquierda Unida, CC, PNV. Porque, como es evidente, el acuerdo de las dos formaciones centristas suma apenas 130 escaños, muy lejos de la mayoría absoluta, que podrían llegar a cerca de 140 si se suman algunas minorías. De hecho, la investidura no será posible si al menos uno de los otros dos grandes partidos –PP o Podemos- se abstiene en la segunda votación de investidura del candidato Sánchez. Y en todo caso la reforma constitucional que se propone, que habría que tramitar por el artículo 167 (no incluye la reforma de la línea sucesoria de la Corona, lo que la convertiría en agravada y debería entonces realizarse al amparo del art. 168, que incluye disolución del parlamento y referéndum) no podrá llevarse a cabo sin el concurso del PP, que posee mayoría absoluta en la cámara alta.

A Podemos no le vendría mal, en teoría, permanecer en la oposición para fortalecerse pero sus ambiciosos líderes no parecen muy dispuestos a permanecer un largo periodo

Este “principio de acuerdo” demuestra, tal y como apuntaba esta mañana El País, diario insignia de Prisa –y tal y como ha debido de intentar conjurar Pablo Iglesias, líder de Podemos, refiriéndose de nuevo a Cebrián como elemento de presión mediática en diversas ocasiones de su comparecencia de hoy- que en Ferraz siguen acelerando su particular aplicación de la teoría de juegos al tablero de ajedrez político que ahora mismo es España.

La jugada de Sánchez y Rivera mete presión a los líderes de los dos partidos de los extremos –PP y Podemos- dejando la ecuación de la siguiente manera: si Podemos no se aviene a un acuerdo más cabal para el PSOE, la pelota pasaría al PP, que podría escoger por abstenerse. En cualquier de los dos casos, la única mano que tendrían serían encastillarse cada uno en sus posiciones –Podemos en su apuesta por la coalición y PP en su negativa a investir a Sánchez- para ir a una repetición de elecciones de similar o resultado o incluso más negativo para ambos. Eso sí, ninguno de los dos sabe lo que hará el otro en último extremo… Es decir, se colocan en una apuesta arriesgada: de dejar pasar Podemos el ofrecimiento de Sánchez se expone a que el PP, para evitar nuevas elecciones o un acuerdo ‘in extremis’ de izquierdas y sometido a la presión de los casos de corrupción, se abstenga. De ser así, Iglesias habría facilitado su peor pesadilla: una “gran coalición”. Igualmente, si el PP no se abstiene, se arriesga a que Podemos facilite un acuerdo en cualquier momento posterior a la investidura fallida, con un Sánchez más débil, y haya dado lugar al famoso gobierno de ‘superrojos’.

En este último caso, además, el nuevo gobierno vería frenada la mayoría de sus iniciativas reformadoras (de hecho, ya se han oído hoy las críticas acerbas y destempladas de Rafael Hernando al acuerdo PSOE-C’s). A Podemos no le vendría mal, en teoría, permanecer en la oposición para fortalecerse pero sus ambiciosos líderes no parecen muy dispuestos a permanecer un largo periodo, quién sabe si una legislatura completa, son tocar poder y, sobre todo, por el desgaste ante su electorado de haberse negado a ser ‘posibilistas’.

Esta aplicación práctica de la teoría de juegos –más extrema que la señalada por El País- podría conducir a dos resultados: el enrocamiento del que hablábamos antes o… un resultado que, posiblemente, nunca conoceremos ¿Sería descartable que tanto PP como Podemos entiendan tras el acuerdo de hoy que han perdido fuerza en la negociación y aceleren en las conversaciones ‘subterráneas’ para asegurar mejor su posición? De ser así, se daría el caso de que a Sánchez en vez de faltarle apoyos igual le sobran y tiene que empezar a descartarlo…

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