- Pablo Iglesias con frecuencia ha de rectificar sobre la marcha y volverse atrás de anuncios ya formulados
- Podemos se ha acomodado al terreno de juego y sus programas han ido aproximándose a los de los partidos reformistas
El transcurso del tiempo confirma la evidencia de que Podemos, una organización surgida del entorno de IU y cristalizada gracias a las movilizaciones del 15M, no tiene ni ha tenido nunca una hoja de ruta trazada, y avanza a trompicones, según la inspiración de su líder Pablo Iglesias, un personaje aparentemente inestable, incapaz de premeditar sus actuaciones y que con frecuencia ha de rectificar sobre la marcha y volverse atrás de anuncios ya formulados.
Podemos e IU concurrirán a las elecciones con los mismos programas del 20D. ¿En qué quedamos? ¿Ha de haber un programa para pactar y otro para gobernar?
Sus primeros programas, incluso el que llevó a las elecciones europeas de 2014 en que Podemos llegó por vez primera a las instituciones al obtener inesperadamente cinco diputados, fueron una extraña mezcla de ecopacifismo y radicalismo progresista que incluía la apertura de un “proceso constituyente democrático” que a su vez suponía el rechazo a la Constitución de 1978. El ‘programa colaborativo’ de las europeas es de una desconcertante vaguedad cuajada de adanismo (parecía que Podemos aterrizaba sobre la nada); aquello fue antes de que Syriza llegara al poder en Grecia y tuviese que plegarse a las exigencias comunitarias, reflejo de los pactos suscritos por todos los miembros de la Unión Europea.
Sobre aquellas bases, Podemos ha tratado de acomodarse al terreno de juego, y sus sucesivos programas, aunque con un alto grado de utopía –sus programas económicos han estado basados en un claro voluntarismo-, han ido aproximándose pragmáticamente a los de los partidos reformistas; por supuesto, Podemos, ya no menciona el proceso constituyente y se conforma con reformar la Constitución. Finalmente, el pacto con Izquierda Unida se sustenta en un programa en que quien ha tenido que centrarse ha sido IU, renunciando a especificar en el documento “50 pasos para gobernar juntos” la salida de la OTAN, la República, las nacionalizaciones, etc. Lo curioso es que, pese a la aceptación de este común punto de partida, las organizaciones han declarado que concurrirán a las elecciones con los mismos programas del 20D. ¿En qué quedamos? ¿Ha de haber un programa para pactar y otro para gobernar?
El cambio más relevante de Podemos en su vacilante andadura ha sido sin duda su alianza con IU, que representa el abandono de la transversalidad y la apuesta por competir en un terreno de juego en que rivalizan la derecha y la izquierda. El viejo debate ideológico es ahora el punto de llegada de un partido que pretendía descabalgar a los de arriba presionando desde abajo. Los electores de la organización deberán sentirse como mínimo desorientados.
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Finalmente, la última ocurrencia de Iglesias ha sido proponer las listas conjuntas al Senado de la izquierda, una verdadera trampa para el PSOE porque supondría el establecimiento objetivo de unos lazos que difuminarían aún más el espacio que ocupa Podemos y estrecharía el territorio socialista. Si se formalizase este acuerdo, el PSOE quedaría inevitablemente encasillado como satélite de Podemos. Y lo más curioso es que IU ha manifestado su extrañeza ante esta propuesta porque no se la planteó Podemos mientras negociaba la coalición…
Todos los partidos tienen como gran objetivo la conquista del poder, pero algunos disimulan por decencia esa urgencia y mantienen un discurso ideológico estable, consecuente con un cierto modelo de sociedad y de país. A Podemos, estas pautas parecen no interesarle, como tampoco le preocupa la sospecha de que lo urgente es adquirir la hegemonía para poder cambiar la sociedad. Después ya veremos hacia dónde.
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