Análisis | La difícil encomienda a Pedro Sánchez

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Tiene que resolver un endiablado sudoku, en una empresa que puede tener éxito o no, pero que no es imposible

Ahora, Sánchez tiene que resolver un endiablado sudoku, en una empresa que puede tener éxito o no, pero que no es imposible. Como es bien conocido, y como ayer se cuidaron de manifestar los líderes de los partidos contiguos al PSOE, Podemos y Ciudadanos, esas dos formaciones emergentes se consideran rigurosamente incompatibles entre sí por lo que, en principio, no cabría basar el nuevo gobierno en los votos de las tres organizaciones, que arrojaría una mayoría absoluta holgada. Y la alianza PSOE-Podemos requeriría otros apoyos que el PSOE no puede ni quiere recabar porque pertenecen a organizaciones independentistas.

De momento, las posiciones parecen irreductibles. Y no sería fácil en efecto ensamblar un gobierno con actores que manifiestan posturas tan dispares en materia de política económica como Podemos y Ciudadanos, pongamos por caso. Pero la incompatibilidad ya no parece tan grave si se efectúa una pregunta previa: ¿para qué se quiere formar gobierno?

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LEGISLATURA LIMITADA

Obviamente, se quiere para gobernar, pero no una legislatura ‘normal’ sino un periodo de tiempo imitado en el que deberían ejecutarse las grandes reformas que han sido incluidas en los programas electorales de las tres organizaciones y que la cuarta, el PP, no podría rechazar a priori, aunque lógicamente debería intervenir en su modulación.

Existe sin duda la posibilidad de que PSOE, Podemos y C’s se pongan de acuerdo en qué reforma constitucional

Si se acepta esta teleología, es claro que la clave de la formación de un gobierno consistiría en el logro de un programa compartido. Y de nuevo habría que aclarar que no se trata de buscar un programa para un gobierno indefinido y generalista sino para vehicular un proceso concreto de reformas que sólo se puede llevar a cabo a través de un amplio consenso. Y eso no parece ni mucho menos imposible. Existe sin duda la posibilidad de que PSOE, Podemos y C’s se pongan de acuerdo en qué reforma constitucional debe hacerse, en qué ley electoral debe sustituir a la actual, en el establecimiento de un gran pacto educativo que sirva de base permanente al modelo de futuro, en el perfeccionamiento de un gran pacto de regeneración democrática y de lucha contra la corrupción, etc., etc.

Si se lograra esta convergencia programática, sería mucho más fácil alcanzar una fórmula de cooperación para gobernar materialmente. Entre otras razones porque el acuerdo ideológico presionaría a los actores que lo hubiesen conseguido, en el sentido de que no resultaría legítimo ni ético que los personalismos frustrasen el interés general.

En definitiva, el reto de Sánchez consiste en lograr un programa de consenso que abarque una mayoría absoluta formada por C’s, el PSOE y Podemos, a la que se pueden adherir otras formaciones como PNV o Unidad Popular. Si las negociaciones se mantienen en el terreno intelectual de los principios y de los proyectos y se consigue obviar en primera instancia el peregrino reparto del poder formal, este país podría dar una prueba de madurez que consistiría en aprovechar la fractura para dar un salto cualitativo hacia delante. Y si las reformas cuajan, el sistema surgido de esta legislatura sería de una calidad democrática muy suprior a la actual. Vale la pena intentarlo.

Antonio Papell

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