Tras el fracaso de la investidura de Rajoy, el Partido Popular puso la mirada en las elecciones autonómicas vasca y gallega que se celebrarán el día 25. Ambas consultas pueden en efecto introducir elementos nuevos en los equilibrios políticos si el Partido Popular obtiene un buen resultado –si consolida su mayoría absoluta en Galicia y salva los muebles en Euskadi-, frente a un PSOE en previsible declive en ambas comunidades. Y, sobre todo, si el PNV termina necesitando apoyos para mantener el poder en Ajuria Enea.
El “caso Soria” saltó al aire apenas unos minutos después de que fracasara la investidura de Rajoy
Aquellas previsiones electorales siguen en teoría intactas, pero la formación conservadora ha acumulado nuevos lastres que dificultan grandemente la búsqueda de nuevos apoyos e incluso la conservación de los que ya posee. Un somero repaso a las portadas de los medios de comunicación da fe de la clamorosa coincidencia de episodios embarazosos que afectan a la credibilidad del PP y a la solidez de la opción que Rajoy representa. En unas pocas horas, ha saltado a escena el “caso Soria”, absurdamente lanzado al aire apenas unos minutos después de que fracasara la investidura de Rajoy, durante la cual este se había comprometido solemnemente a acatar los más estrictos códigos éticos contra la corrupción; y este martes, el promotor del desaguisado, el ministro de Guindos, no lograba convencer a casi nadie de lo atinado de una designación radicalmente absurda y desatinada.
Asimismo, ese día, el Tribunal Supremo –nuestra Justicia es lenta pero inflexible- decidía someter a investigación a Rita Barberá, la exalcaldesa de Valencia, que por un error de cálculo se había constituido en una especie de bastión popular en la demolida Valencia, cuna de innumerables corrupciones que han alcanzado a todos los estamentos políticos (alcaldías, diputaciones, presidentes y consejeros del gobierno, parlamentarios…); el presidente de la Sala Segunda, Manuel Marchena, ponía además sobre la pista de Barberá a Cándido Conde Pumpido, antiguo fiscal general con Zapatero, lo que añadía un ingrediente humillante al caso. Además, ese mismo martes saltaba a la prensa la especie, después matizada por la fiscalía del Estado, de que el fiscal anticorrupción Horrach negociaba en Mallorca un pacto con Matas, por el cual este eludiría la cárcel si realizaba una confesión completa. Y casi simultáneamente se conocía que Bárcenas había decidido retirar su acusación contra el PP por la destrucción de los famosos ordenadores, lo que enseguida dio pie a pensar que a lo mejor había un pacto entre el PP y el tesorero infiel…
El bagaje judicial que acumula el PP es, pues, inquietante. Y resulta además evidente que el horizonte penal del partido conservador no se aclarará a corto plazo ya que este mismo mes comenzará la vista del caso de las tarjetas ‘black’, con docenas de imputados de todos los partidos, pero cuyas estrellas serán Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno del PP, y Miguel Blesa, compañero de pupitre del expresidente Aznar.
Están a punto de concluir las investigaciones de otros procesos, el ‘caso Bárcenas’ y el ‘caso Púnica’
La lista es todavía mucho más larga: en octubre comenzará la vista oral del ‘caso Gürtel’, un macrojuicio sobre la corrupción estructural del PP en varias comunidades autónomas, en el que se piden grandes penas de cárcel para el cabecilla Francisco Correa, para su segundo Pablo Crespo y para Luis Bárcenas, y al que deberán acudir como testigos docenas de altos cargos populares en un inevitable aquelarre mediático. También están a punto de concluir las investigaciones de otros procesos, el ‘caso Bárcenas’ y el ‘caso Púnica’, que se dilatarán en el tiempo y mantendrán encendida la llama del escándalo… mientras también llegarán al PP (pero no sólo al PP) las salpicaduras de los procedimientos que se siguen contra los responsables de las cajas de ahorros, que protagonizaron los escándalos cuantitativamente más relevantes de todo este proceso de degradación moral.
En este marco, las posibilidades de que Rajoy reúna más apoyos, o de que cambie la posición del PSOE, son todavía más remotas. E incluso se fragiliza el acuerdo logrado con Ciudadanos, un partido que va tomando conciencia de que podría peligrar su supervivencia si no fuera capaz de aplicar un gran rigor a las cuestiones de corrupción. Mientras tanto, la postura de Pedro Sánchez, reacio a entronizar a Rajoy, se fortalece, frente a unos ‘barones’ que pierden argumentos para proponer la abstención, y que además saben que Sánchez podría torcerles el brazo apelando a la opinión de las bases.
En estas circunstancias, todo indica que el 18 de diciembre –si se reforma como parece necesario la LOREG para abreviar una semana la campaña electoral- volveremos a las urnas. No parece que vaya a haber muchas sorpresas pero siempre será una incógnita el modo como el electorado vaya a procesar el cúmulo de información que le ha llegado desde el 26J y que a la postre debe contribuir a conformar el voto.