- La victoria de Trump en los Estados Unidos es no sólo la derrota del tibio progresismo de los demócratas sino la imposición del vector más ultramontano del Partido Republicano
Estamos asistiendo en todas partes –en nuestro entorno más o menos cercano- a una reconcentración conservadora. Como ha destacado Josep Ramoneda, la potente globalización que se ha impuesto en las últimas dos décadas ha arrasado primero el comunismo, después la socialdemocracia y ahora amenaza seriamente al liberalismo con los arrebatos populistas que tanto se prodigan. El Brexit representa la derrota de la derecha liberal (Cameron) y de la socialdemocracia (Corbyn) a manos de un populismo ultraconservador y reaccionario (Farage-Nuttall). La victoria de Trump en los Estados Unidos es no sólo la derrota del tibio progresismo de los demócratas sino la imposición del vector más ultramontano del Partido Republicano, con ribetes claramente populistas e incluso fascistas (el racismo más o menos explícito no merece otro apelativo).
Los presagios en Europa no son tampoco aperturistas: en Francia, François Fillon, que representa a la derecha democrática más dura, ha vencido de forma muy clara a Lionel Jospin, que se ubica más bien en el centro político. En Alemania, es muy probable que Merkel consiga revalidar la cancillería, pese a los embates extremistas de la AfD (Alternativa para Alemania), con lo que se convertiría en el líder occidental de referencia. En Italia, Renzi podría ser descabalgado este domingo a manos de la reacción populista y ultranacionalista (la extraña alianza entre la derecha de Berlusconi, el Movimiento M5S y la Liga Norte)…
España aparece en una posición singular: después de una legislatura dominada por la derecha
En este contexto, España aparece en una posición singular: después de una legislatura dominada por la derecha, que ha podido actuar a su antojo gracias a la potente mayoría absoluta de que disfrutaba, el Partido Popular se ha alzado con el poder con una exigua minoría que le obliga a toda clase de consensos con la oposición. La reforma educativa de Wert, la reforma laboral de Báñez y la ley de Seguridad del Estado de Fernández Díaz, que eran los principales espolones del conservadurismo, van a ser inexorablemente modulados, al tiempo que se incrementan significativamente el gasto social y el esfuerzo redistributivo gracias a la influencia de las formaciones que habrán de participar en los inexorables acuerdos.
Si la legislatura prospera y se desarrolla hasta su término (algo que no es aún seguro puesto que Rajoy puede tirar la toalla a partir de mayo si ve que no puede gobernar en las actuales condiciones), este país podría ubicarse en una posición centrada en medio del escoramiento general… La normalización plena tendría entonces lugar con la recuperación del PSOE, una hipótesis todavía muy incierta, y con el confinamiento de Podemos en el nicho que siempre ha ocupado Izquierda Unida si Pablo Iglesias se sale con la suya y termina acallando a su ala derecha que predica transversalidad. Paradójicamente, España podría salir de la crisis siendo un país normal.