- Este domingo Partido Popular y C's firmaron un acuerdo de cara a la investidura de Mariano Rajoy
- El debate arranca en el Congreso de los Diputados este martes a las 16 horas
Basta ver las caras de Rajoy, Rivera y los negociadores del PP y, sobre todo, de Ciudadanos para maliciar que han hecho algo en lo que no creen, ni creen que sirva para nada.
Rajoy hubiera preferido aguardar al 25 de septiembre para saber si puede pactar con el PNV y ver qué pasa con Convergencia
Se comprende la desgana de Rajoy, a nadie le apetece ir a un debate perdido de antemano. Descartado que su presión sobre el PSOE cambie la intención de Sánchez de votar en contra, hubiera preferido aguardar al 25 de septiembre para saber si puede pactar con el PNV y ver qué pasa con Convergencia tras la moción de confianza de Puigdemont, después de que el partido sin nombre eligiera una nueva dirección que previsiblemente desplazará de las listas a varios de sus diputados actuales. Pero su socio y la presión de la opinión publicada le han obligado a ir a este debate sin salida.
A finales de diciembre, a finales de junio, hubiera sido factible otra salida. Requería la renuncia de Rajoy, pero él y el PP cerraron esa posibilidad. La idea de un gobierno de “gran coalición” o de que media docena de diputados socialistas se ausentaran era y es impracticable con Rajoy, quien concita las iras de toda la izquierda. Antiguos dirigentes socialistas plantearon que el PSOE negociase un acuerdo de gobierno para dejar gobernar a Rajoy. La idea tenía “su” lógica, pero la tenían que gestionar otras personas. La dirección del PSOE tiene “otra” lógica, viene de otra trayectoria y tiene un problema a su izquierda que no sabe manejar: Podemos. Si el PP no pagaba el precio del acuerdo (Rajoy) a esta dirección del PSOE no le queda otra que votar contra Rajoy -tampoco es descabellado, siete de cada diez votantes no le votaron-. Ni siquiera es un problema interno, como se pretende, ninguno de los dirigentes del PSOE actual ha mostrado un análisis mejor o una salida más eficaz de las que plantea Sánchez.
El problema es que este PSOE no podría manejar la situación posterior a dejar pasar a Rajoy, sería ceder a Podemos la exclusiva de la oposición, peor aún, la legitimidad de la oposición. (A cambio de semejante riesgo era proporcional que el PSOE pidiera otro candidato del PP o que aún lo haga). Aunque la “triple negativa” de Sánchez es (parece) irracional en el fondo es la única alternativa que tiene. Es a Sánchez, no a quienes han aconsejado que deje gobernar a Rajoy, a quien correspondería gestionar “el día después”. Se le puede reprochar lo tosco de su discurso para explicar el estrecho camino que tiene que recorrer, pero no la racionalidad de fondo de su posición, aunque se exprese en una triple negativa insoluble. Con un mayor esfuerzo de pedagogía política el PSOE podría sacar más partido de esta situación.
Los resultados de las elecciones han colocado a los políticos ante un rompecabezas. ¿Les falta imaginación o capacidad de sacrificio?, es posible, pero recuerden que en el debate electoral a cuatro de junio las cadenas de televisión no se pusieron de acuerdo en un presentador, había casi tantos (tres) como candidatos (cuatro). Llegar a acuerdos no es fácil.
A NADIE SE LE PUEDE OBLIGAR A IR A UN DEBATE A PERDERLO
La política debe cumplir cansinamente sus etapas. Los días se gastan en pequeñas trifulcas. El PP pretendió, aparentemente en serio, afirmar que hacer unas elecciones en Navidad sería una catástrofe culpa del PSOE -siendo consecuencia de la fecha elegida por la presidenta del Congreso- éste respondió con una propuesta de reducción de la campaña electoral que aisló al PP. El PP pretende reducir el debate a que haya un gobierno, el de Rajoy; otros le responden que lo inaceptable es que lo presida Rajoy. Parece una familia en la que ya se hubieran dicho todo y estuvieran aburridos unos de otros. Pero esto es la política a veces.
Es a Sánchez, no a quienes han aconsejado que deje gobernar a Rajoy, a quien correspondería gestionar “el día después”
¿Dónde están los cerrojos? En lo inmediato, el art. 99 de la Constitución es un error (con la cantidad de ideas que circulan para reformar la Constitución a nadie se le ocurrió que hubiera que retocar este artículo), hacer depender la convocatoria de nuevas elecciones de la fecha del debate de investidura muestra que los constituyentes no previeron situaciones como esta. La lógica de un sistema parlamentario es que el Rey -o el presidente del Congreso en otros países- encargue a alguien de formar gobierno y, por tanto, negociar los apoyos precisos. Si consigue una mayoría o entiende que le conviene exponer su programa (como Sánchez en marzo), habla con el Rey y el presidente del Congreso convoca el Debate. Pero a nadie se le puede obligar a ir a un debate para perderlo y tener que aguantar que media docena de portavoces parlamentarios le ponga “a caer de un burro” (no le va a llevar al Congreso la Guardia Civil). Esta es la situación en la que Rajoy se encuentra, obligado por Rivera y Ciudadanos. Resulta que al debate a la fuerza lo pueden llevar sus socios.
Una vez convencido de que el PSOE no le prestará los votos necesarios, Rajoy sólo puede aguardar a que el 25 de septiembre las elecciones vascas coloquen al PNV en disposición de llegar a un acuerdo. En previsión de esa posibilidad Rivera se adelantó diciendo que el acuerdo firmado ayer tiene vigencia hasta la segunda votación. Habría que concluir que la responsabilidad del bloqueo no es sólo de Sánchez o de Rajoy.
Por tanto, entre el 26 de septiembre y el 30 de octubre estará la verdadera negociación. El problema de fondo del bloqueo es más profundo, son los partidos. En España han evolucionado hacia una especie de empresas en las que se va eligiendo por cooptación al personal. El coste en términos de corrupción, de mediocridad del discurso y de las decisiones es conocido. Aun así, hay que insistir en que en la política española hay muchos más políticos estimables de lo que parece.
En España los congresos se celebran cada cuatro años y las reuniones de los parlamentos internos cada seis meses o ni se celebran. El resultado es que las direcciones de los partidos carecen de contrapesos. Gran Bretaña se encuentra en una crisis política más complicada que la nuestra pero el partido conservador resolvió el relevo del primer ministro en tres semanas y el Partido Laborista está resolviendo la elección de su líder entre todos sus afiliados. En septiembre-octubre, los dos partidos tendrán su conferencia anual. Gran Bretaña puede desbloquear las situaciones políticas porque los mecanismos internos de los partidos funcionan. Es un poco desolador ver que en el acuerdo entre PP y Ciudadanos, por ejemplo, se habla de primarias para elegir candidatos a cargos públicos pero no de hacer una ley de partidos como la alemana, que ninguno de los partidos españoles cumpliría. Lo de las primarias para elegir candidatos es ingenuo, sólo sirven para ratificar a quienes controlan los órganos de los partidos.
La otra raíz del bloqueo está en la sociedad española. Lo positivo, el país tiene inercia, nada se ha paralizado porque no haya gobierno. El consumo crece, las empresas siguen invirtiendo, crecen las exportaciones, se contratan empleados, .. si se permite la broma, Gasol y sus amigos siguen ganando medallas, Beitia y varios más tocan el cielo, el seleccionador de fútbol da una salida razonable a Casillas, …, el país funciona razonablemente. Es verdad que sin una dirección clara y con problemas que darán quebraderos de cabeza en el futuro.
En la política española hay muchos más políticos estimables de lo que parece
Lo malo es que esos problemas no aparecen despejados en los dos acuerdos que se han firmado en estos meses, ni en los programas de los partidos. Algo de fondo está pasando. El país se ha ido quedando en las últimas legislaturas sin idea sobre sí mismo, no hay un proyecto que lo articule y sea compartido. La reunión Merkel, Hollande, Renzi escenificó que España ya no es un país central en la toma de decisiones de la UE, y eso es muy grave.
El bloqueo político es una consecuencia de fallos institucionales, la degradación de los partidos y un mal diseño del procedimiento de investidura del presidente del Gobierno. Pero el problema de fondo es que el país ha perdido el impulso de Transición, los dos grandes partidos son incapaces de integrar nuevas demandas y sectores sociales por haberse bloqueado internamente y los nuevos no aportan elementos para renovarlo. Todo, seguramente, está relacionado.
Lo positivo de estos meses es que el país sigue funcionando razonablemente con un gobierno en funciones. Pero en todo debate, como en todo partido, puede haber sorpresas.