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Las bonificaciones extra o los regalos suelen ser reclamos por parte de las entidades financieras para que los ahorradores se decidan a contratar o traspasar su plan de pensiones. Una oferta por la que muchos se dejan llevar sin fijarse en si ese producto es el que se necesita o si la bonificación realmente compensa. Una acción que, en periodos de diez años, llega a costar entre dos y tres puntos de rentabilidad.

¿De qué nos sirve la bonificación, por la que hay que tributar, si el plan de pensiones no es rentable?. Es la pregunta que animan a hacerse desde la entidad especializada en asesoramiento y gestión Abante. Señalan que cuando nos ofrecen un porcentaje extra o un regalo por traspasar el plan de pensiones, en muchos casos solo nos fijamos en eso que nos están dando. "Este tipo de actitudes nos llevan a caer en el mito de pensar que no hay planes de pensiones rentables, cuando en realidad lo que pasa es que sí hay planes de pensiones rentables, pero no los elegimos". Citando a cifras de Inverco, destacan que la mayoría del ahorro para la jubilación no se concentra en los planes más rentables, en ninguna de las categorías.

Otro de los errores que suelen cometer los partícipes es el de aportar a final de año, coincidiendo con las campañas de las entidades, y pensando sobre todo en la deducción fiscal. "Esto es algo que nos perjudica enormemente", indican, puesto que aportar periódicamente al plan de pensiones nos beneficia porque entramos en el mercado a mejores precios, es decir, "capturamos la rentabilidad global que nos da el mercado, evitando entrar en un único momento a peor precio". También cometemos el error de invertir lo que nos queda al final de mes, en lugar de pensar en lo que aportamos para la jubilación como un recibo o una factura más.

GRANDES ERRORES

Los expertos relatan algunos de los fallos más comunes que se cometen y que impiden invertir con éxito para la jubilación, más si cabe en un año marcado por la crisis del Covid-19, con nuevas recomendaciones del Pacto de Toledo para la próxima reforma del sistema de pensiones y con unos Presupuestos Generales del Estado que incluyen modificaciones fiscales en los planes de pensiones individuales. Para ellos, uno de los grandes errores es, sin duda, que los españoles "nos preocuparnos, pero no nos ocupamos".

Explican que, aunque las encuestas revelan que la gran mayoría de los ciudadanos estamos preocupados por la jubilación, fallamos en dar un paso más allá, dejándolo para el día de la mañana. Es decir, asumimos que nos vamos a jubilar dentro de muchos años y que, por lo tanto, es un problema que podremos resolver más adelante. Aunque la gran mayoría pensamos que cuando nos jubilemos la pensión pública que recibiremos de la Seguridad Social será menor a la actual, creen que seguimos confiando demasiado en el sistema público y no pensamos en el ahorro privado y en cómo podemos empezar a rentabilizar nuestro dinero para cuando nos jubilemos.

Además, solemos asociar la jubilación a un producto concreto, normalmente, en un plan de pensiones, y no a un proyecto. Empezamos la casa por el tejado, invirtiendo en un producto, sin responder a preguntas clave: ¿Cuándo voy a querer jubilarme? ¿Cuáles son mis objetivos para cuando deje de trabajar? ¿Me va a bastar con la pensión pública? ¿Cuánto cuesta todo lo que quiero hacer? ¿Y si no quiero dejar de trabajar de golpe? ¿Cuánto tengo ahora y cuánto puedo ahorrar? "Responder a estas cuestiones siempre debe ser el primer paso antes de invertir para la jubilación. Si lo hacemos al revés corremos el riesgo de invertir en un producto financiero que no sea el adecuado para nosotros", afirman.

Una de las características del ahorrador español es que, tradicionalmente, es conservador, es decir, nos cuesta asumir riesgo cuando invertimos para la jubilación. Precisamente, una de las ventajas de invertir para un objetivo lejano es el tiempo, que permite asumir más riesgo y reducir los efectos de la volatilidad del mercado a corto plazo. De hecho, como detallan, una de las estrategias más eficaces para la jubilación es comenzar asumiendo más riesgo: apostar más por renta variable e ir, poco a poco, bajando esa exposición a medida que se acerca nuestro objetivo. Sin embargo, nuestras emociones nos llevan a infravalorar las subidas y sobrevalorar las pérdidas. Por eso tendemos a ser más conservadores de lo que deberíamos cuando invertimos a largo plazo.

¿Y una vez llegado el momento de la jubilación? Pensamos que es el momento de rescatar el plan de pensiones y reembolsar todas las inversiones. Pero la realidad es que si no lo necesitamos, no tenemos por qué hacerlo. "Debemos ser conscientes de que, en la era de la longevidad, cada vez vamos a tener jubilaciones más largas en las que vamos a llegar más activos que antes, por lo que seguir gestionando e invirtiendo nuestro patrimonio durante esa etapa será fundamental", dicen.

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