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CONTINENTAL - Archivo

El fabricante alemán de neumáticos y de tecnología para vehículos Continental ha reducido su beneficio neto un 32% en los seis primeros meses del año, hasta los 1.060 millones de euros, avanzando así la futura puesta en marcha de un plan estratégico para contener el gasto, ya que, tendrán que enfrentarse a un entorno industrial "altamente problemático". Concretamente, apunta a la presión de la industria en Alemania, donde "los costes energéticos y los impuestos son comparativamente altos".

La empresa ha argumentado que los resultados semestrales se vieron impactados por la caída del 7% en la producción de turismos y vehículos comerciales en todo el mundo, así como por la debilidad del sector del automóvil en mercados "clave" como Europa y Norteamérica y especialmente, China.

En el primer semestre, la facturación del grupo consiguió mantenerse estable en 22.300 millones de euros, aunque redujo un 8,8% su beneficio operativo bruto (Ebitda), hasta los 2.931 millones de euros, en comparación con los más de 3.200 millones del mismo periodo del año pasado.

Además, en el segundo trimestre del año, Continental intensificó este retroceso en su cuenta de resultados, con una caída del 1% de las ventas, del 12,1% del Ebitda y del 41% del beneficio neto, en comparación con el segundo trimestre de 2018.

CAMBIOS "DRAMÁTICOS" EN EL SECTOR

Por ello, y pese a que la compañía califica de "sólidas" estas cuentas teniendo en cuenta la debilidad del mercando en todo el mundo, el consejero delegado de Continental, Elmar Degenhart, anunció que la dirección se está preparando ante los cambios "dramáticos" en los que el sector está inmerso.

En concreto, para mantener la solidez financiera en el largo plazo, la competitividad y la viabilidad de la empresa, Continental está manteniendo contactos con los representantes de los trabajadores, con el fin de perfilar una respuesta que será anunciada en las próximas semanas. Degenhart ha hecho alusión a la "disciplina en la contención del gasto" que la compañía ya está llevando a cabo, sobre todo ante la "presión de la industria en Alemania, donde los costes energéticos y los impuestos son comparativamente altos".

Los principales cambios avanzados por el consejero delegado comprenden la paralización de la producción de baterías sólidas, al considerar que su uso no se extenderá al menos hasta 2030, al mismo tiempo que prevé orientar su negocio hacia la electrificación y la 'e-movilidad', dando respuesta así a la menor demanda de coches de combustión.

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