• Reino Unido aprobó en referéndum su salida de la Unión Europea
  • El pánico se instaló en la bolsa española por la alta exposición británica
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El 23J los británicos votaron por una vuelta al pasado.
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Fue un ‘cisne negro’ de imprevisibles consecuencias. Este 24 junio se cumple un año de aquello. Por lo inesperado y lo desconocido del escenario por delante, los inversores activaron su modo pánico: liquidación de posiciones. Las ventas masivas de acciones que siguieron al voto de los británicos para salir de la Unión Europea (UE) generaron un crash bursátil de dimensiones históricas, en especial, para el mercado español, el peor parado de los principales en Europa.

El Ibex 35, el índice de referencia ibérico, se desplomó un 12,35% en una sola sesión, más de 1.000 puntos menos, hasta cerrar en los 7.787 puntos. Se trata de la mayor caída registrada por el índice desde su creación en 1992 y de su historia si se realizan proyecciones históricas años atrás, según datos de Bloomberg. La caída del Ibex 35 hace doce meses fue mayor que con el 11-S, tras los atentados del 11-M o con la victoria electoral de Zapatero en 2004.

También superó con creces los diversos crashes bursátiles ocurridos tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008, el pánico de los derivados generado por Societe Generale y su broker Jerome Kerviel en enero de aquel mismo año. Incluso superó a crisis bélicas como el estallido de la Guerra del Golfo en 1990, el intento de golpe de estado en el proceso de caída de la URSS, el corralito argentino o la intervención del superfondo LTCM. Nada comparable al pánico del 24J.

Nadie esperaba que Reino Unido iba a votar por salir de la UE y emprender el ya conocido camino del Brexit. Aquel 23 junio, cita con las urnas para los británicos, los primeros sondeos todavía daban un voto de confianza por la permanencia, pero horas después, ya de madrugada, se consumó la sentencia de salida. Sobre las cinco de la madrugada del viernes 24 junio de 2016, la libra esterlina fue el primer activo en reaccionar con un desplome del 10% de una tacada. Los efectos sobre las empresas con exposición británica fueron las siguientes en caer en cuanto abrió el mercado bursátil horas más tarde.

EXPOSICIÓN BRITÁNICA EN EL IBEX

El tsunami vendedor fue, en especial, violento con las multinacionales españolas. Los bancos españoles vivieron descensos de récord. Bankia (-20,8%), Santander (-19,9%), BBVA (-16,2%), Caixabank (-18,2%), Popular (-15,3%), Sabadell (-19,3%) y Bankinter (-9%) terminaron el día como el rosario de la aurora. Si el Ibex 35 se dejó un 12,35% en su conjunto, sus pares europeos como el Dax alemán o el Cac francés apenas cedieron un 6%. El protagonista británico Ftse 100 bajó ‘sólo’ un 2,5% por su rica composición en petroleras, gasistas y mineras, con negocios más dolarizados y menos sufridores de la libra.

Entonces, ¿qué ocurrió para los inversores golpeasen al Ibex con mayor saña que al resto? Tres fueron los motivos. Primero, los negocios de grandes compañías españolas obtenían en términos anuales más de 30.000 millones de euros en ingresos desde Reino Unido. Entre ellas, Santander, Iberdrola, Telefónica o Ferrovial. Segundo, por el elevado peso de los bancos en el índice, un sector extremadamente volátil al miedo.

Y en tercer lugar, no por ello menos importante, por la celebración de elecciones generales en España ese mismo domingo 26 de junio. Las alarmas de riesgo se activaron entre los inversores que ya tenían en sus manos encuestas que dibujaban el sorpasso de Podemos al PSOE y una posible caída del Gobierno del PP a manos de fuerzas lideradas por los neófitos de Pablo Iglesias y la alianza de fuerzas políticas de izquierda regionales y nacionalistas. Según los expertos, el crash de aquel viernes incentivó un viraje electoral hacia la estabilidad, en detrimento del cambio, e hizo que el PSOE mantuviese su segunda posición o que el PP mantuviese a su alcance las opciones para mantenerse en el gobierno.

En conjunto, las tres señales del miedo golpearon a la bolsa española y tuvieron su atronador eco en el mercado de deuda. La prima de riesgo española -que mide la diferencia entre la rentabilidad del bono a diez años español con el alemán- se disparó hasta los 180 puntos, un nivel no visto desde marzo de 2014. La pinza provocada por las ventas de deuda española y compras de la alemana provocó que las rentabilidades fuesen en direcciones opuestas. El rendimiento del bono español a diez años se elevó por encima 1,6% y el teutón se movió en terreno negativo cerca del -0,1% aquel Viernes Negro.

Aquella jornada histórica fue un golpe del que los mercados tardaron tiempo en recuperarse, pero los gráficos muestran que lo han hecho. El Ibex 35, por ejemplo, cotiza un 37% por encima de aquel día, con la recuperación de Santander y el resto de bancos como principales motores del índice. El Brexit, por su complejidad y longitud temporal, ha dejado de ser una pesadilla para convertirse en un monstruo cotidiano, lento y que ya no asusta tanto como entonces a los inversores. Ni siquiera la imprevisible presidencia de Trump unos meses después ha descarrilado aquello, por el momento.

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