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Agosto ha traído las primeras caídas serias del año para las bolsas europeas, que se han quedado en zonas de soporte importante (aunque no así Wall Street, que ha marcado nuevos máximos). El problema es que la crisis de las divisas emergentes apenas ha comenzado y ni la situación de Argentina ni mucho menos la de Turquía están cerca de solucionarse. El gran peligro es el contagio a Brasil. Y recordemos que muchas de las crisis bursátiles han sido provocadas por crisis de divisas.

Los precedentes son de lo más aterrador, como la crisis de las divisas asiáticas en 1997, la del rublo en 1998, o, más recientemente, la devaluación del yuan de agosto de 2015. De hecho, los movimientos de divisas son, después del estallido de burbujas, el principal causante de los 'crashes' de la bolsa. Y ahora podemos estar al borde de sufrir uno.

El hundimiento de la lira turca ha sido el gran tema de agosto. Pero, cuando parecía que el mercado se había olvidado de Erdogan, llega el contagio a Argentina y vuelta a las caídas. Entre otras cosas, porque la crisis turca no se ha solucionado, ni mucho menos. El presidente se niega a que suban los tipos y a pedir el rescate del FMI, por lo que se arriesga a caer en la hiperinflación y a tener que imponer controles de capital, incluyendo el cierre del mercado de divisas o incluso un corralito.

Argentina no es Turquía: Macri sí ha pedido ayuda internacional y ha subido los tipos de forma contundente hasta el 60%. Por eso, los analistas creen que saldrá mucho antes de la crisis, aunque no sin dolor por el impacto que estas medidas tendrán en el crédito y en la actividad económica.

SI EL MERCADO TE ATACA, NO HAY DEFENSA

Pero, mientras tanto, los mercados las han metido en el mismo saco. Primero, porque la causa de sus problemas es la misma: economías con grandes déficits financiados con deuda en dólares que se hace impagable cuando suben los tipos en EEUU. En segundo lugar, estas alzas provocan que el dinero norteamericano vuelva a su país porque puede conseguir en sus bonos una rentabilidad decente sin el riesgo emergente, lo que a su vez provoca ventas de las divisas locales. Esto, junto al riesgo de impago y la inevitable inflación, crea un círculo vicioso que hunde a estas monedas.

El problema es que estos países no tienen capacidad (reservas) para defender sus divisas cuando son atacadas. Solo los grandes bancos centrales (BCE, Reserva Federal, Banco de Japón o Banco Popular Chino) pueden enfrentarse y ganar al mercado. Y este, que es miedoso por naturaleza, ha puesto la cruz a estos países. Por eso, las salidas que hemos visto hasta ahora pueden ser solo un anticipo de lo que está por venir. Si esto se confirma, las bolsas van a sufrir.

Sobre todo, si el contagio llega al gigante brasileño, que celebra unas elecciones cruciales en octubre (a casi nadie le importa Venezuela, por desgracia para los venezolanos). Eso sí sería una verdadera catástrofe que provocaría el pánico en las bolsas. Así que puede ser momento de, al menos, reducir algo los niveles de riesgo de las carteras por si acaso; tampoco tiene pinta de que nos arriesguemos a perdernos un 'rally' sostenible a corto plazo y si, al final la sangre no llega al río, habrá ocasión para recomprar.

Por cierto, tengan en cuenta quiénes son los bancos con más exposición a Argentina, Turquía y Brasil, como cuenta Elena Lozano.

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