Las grandes inversores internacionales han reaccionado como es habitual ante una crisis como la turca: frenando sus operaciones en los países periféricos del euro y refugiándose en los centrales. Por tanto, han puesto en cuarentena a España e Italia hasta que se resuelva la situación, según confirman varias fuentes del mercado. Además, en este caso tienen más argumentos que en los precedentes, por la exposición de la banca de esos países a Turquía.
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Es un clásico. Cada vez que hay un temblor en los mercados, los grandes fondos se refugian en los bonos y acciones de los países centrales, en especial Alemania, y salen -o al menos ponen en cuarentena- de los periféricos. Este comportamiento proviene del gran susto de 2012, cuando España estuvo a punto de salir del euro y Draghi tuvo que lanzar su 'whatever it takes' para impedirlo. El rescate de la banca española, cuya dramática situación había provocado esa crisis, y la debilidad de la italiana han extendido una desconfianza sobre ambos países que sale a relucir en todos los episodios de tensión en los mercados.
El Gobierno, los economistas y las empresas de nuestro país siempre sostienen que es una reacción infundada, porque la banca española ya no tiene problemas y nuestro país ha salido de la crisis y crece con fuerza. Añaden que es injusto que se nos meta en el mismo saco que Italia, cuya banca sí que tiene serios problemas porque no ha sido rescatada. Pero, aunque sea cierto, el dinero es miedoso. Y cuando se asusta, recuerda lo ocurrido en 2012 y nos hace la cruz por si acaso.
Ahora, con la crisis turca, volvemos a las andadas. Las fuentes consultadas aseguran que los grandes fondos internacionales, los que mueves los mercados, están en alerta sobre España e Italia y han frenado sus operaciones en ambos países. "De momento no estamos viendo una huida, pero sí un frenazo", según una de las fuentes, que advierte que "si la situación empeora, sí podemos tener una importante salida de capitales hacia puertos seguros".
LA COSA SE PUEDE PONER MUCHO PEOR
Este comportamiento tiene su reflejo en un Ibex que ha perdido el 2,3% en las dos últimas sesiones -lo que incrementa su pérdida en 2018 hasta el 5,11%- y en una prima de riesgo que hace nada estaba por debajo de 100 puntos básicos y ayer llegó hasta 118. El diferencial de la deuda italiana con la alemana se encuentra en 278 puntos básicos.
De momento, no son movimientos demasiado preocupantes. Pero pueden serlo si la situación en Turquía empeora. Y tiene pinta de hacerlo, dado que Erdogan no está dispuesto a dar su brazo a torcer. Ayer se adoptaron unas primeras medidas para incrementar la liquidez de la banca que frenaron un poco el derrumbe de la lira, pero casi nadie espera que sean suficientes para acabar con la crisis. Si no se suben los tipos -el presidente se opone a ello furibundamente-, cada vez más expertos hablan de un control de capitales o del rescate del FMI.
HUIR DE LOS BANCOS CON EXPOSICIÓN A TURQUÍA
No parece tener mucho sentido huir de los países periféricos si se devalúa la moneda china como ocurrió en 2015. Pero ahora tiene mucho más, puesto que los bancos españoles, franceses e italianos son los que más exposición tienen a Turquía: según el Banco de Pagos Internacional (BIS), los bancos españoles son los que registran una mayor exposición a Turquía, con 80.898 millones de dólares (70.848 millones de euros), seguidos por los franceses, con un riesgo de 35.145 millones de dólares (30.826 millones de euros), y por los italianos, con 18.489 millones de dólares (16.213 millones de euros).
Y aquí sí que hay una clara huida de los inversores, en especial de las tres entidades que el BCE ha dicho que tiene bajo vigilancia por el desplome de la lira: BBVA, BNP Paribas y Unicredit. La peor parte se la está llevando el banco español, que posee el 50% del mayor banco turco, Garanti. Lleva un desplome del 8,27% en dos días, hasta su nivel más bajo de los dos últimos años, en 5,45 euros. Esto refleja la pérdida de valor del Garanti, tanto por su desplome en bolsa como por el de la lira, que cada día hace más probable que la aventura turca de Francisco González acabe como la china.