Los últimos avances parecen haber calmado las aguas, pero la crisis energética sigue siendo muy real. Esta misma semana, la Unión Europea ha alcanzado el 94% de su capacidad de almacenamiento gasístico, un nivel que otorga suficiente tranquilidad a particulares y compañías de cara a la llegada del invierno. Sin embargo, con unos precios del gas, especialmente del gas natural licuado (GNL), más altos de lo habitual en el futuro y el suministro ruso completamente descartado, el foco está puesto en los suministros de energía alternativos. La apuesta de Bruselas por las renovables es total y desde Schroders creen que sigue habiendo grandes oportunidades para la inversión.
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La política energética de Europa evidencia y aumenta la ventaja de Estados UnidosLa guerra entre Rusia y Ucrania ha servido todavía más para alinear el objetivo de cero emisiones netas con la voluntad comunitaria de reducir su dependencia del gas ruso y reforzar su suministro energético por vías alternativas. El suministro ruso, que suponía alrededor del 30% de las importaciones de gas y el 20% de las de petróleo antes del estallido de la guerra, se ha reducido a la mitad desde el verano y continúa menguando, aunque algunos países se hayan visto obligados a cumplir sus contratos con el país presidido por Vladimir Putin.
“A nivel doméstico, la necesidad de autosuficiencia en relación con el suministro de energía es cada vez mayor”, explica Richard Nourse, socio director de Schroders Greencoat, quien cree que la reciente experiencia de los gobiernos con el Covid-19 “ofrece un punto de referencia: la mayoría de los grandes países han desarrollado capacidad para fabricar vacunas” lo que los lleva a esperar “un efecto similar con las energías renovables”. “Al estar bajo control doméstico, además de ser barata y de emitir bajas emisiones de carbono, tiene un importante atractivo político”, añade.
Con todo, el conflicto armado no ha hecho sino acelerar lo que ya estaba en marcha. “La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que el año pasado se añadió un récord de 290 GW de capacidad de energía renovable en todo el mundo”, señala Nourse, al tiempo que destaca que, si esta tendencia se mantiene, las energías renovables podrían superar a los combustibles fósiles y a la energía nuclear juntos en 2026.
El Viejo Continente es uno de los líderes mundiales en la inversión en renovables y su capacidad sigue aumentando, llegando a generar un récord de 295 GW el pasado 2021, cifra que la AIE estima que se bata con creces este mismo año. Según datos de la patronal SolarPowerEurope, la energía solar fotovoltaica aportó un 33% más en 2021 hasta un máximo histórico de 31,8 GW; por su parte, la UE creó instalaciones de energía eólica que supusieron 25 GW adicionales, aunque todavía lejos de los 35 GW al año hasta 2030, de acuerdo con datos WindEurope.
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"Dudamos que la UE pueda limitar los precios del gas de aquí a final de año"Y es que el objetivo de cero emisiones netas requiere de cientos de miles de millones de inversión adicional. El año pasado, por ejemplo, la patronal WindEurope calcula que se invirtieron 41.400 millones de euros, unos 100 millones diarios. “Aurora Energy estima unas necesidades de ‘capex’ de más de 1,5 billones de euros hasta 2050, con un mayor despliegue en la década de 2020”, apunta Nourse. “Para 2050, se prevé que las energías renovables contribuyan en general al 80% de la combinación energética de la región, con una demanda de electricidad de más de 1,5 veces la demanda básica actual”.
Con todo, la situación dista de ser la ideal. “Obtener un permiso para un proyecto eólico en Europa puede llevar hasta nueve años”, subraya el experto de Schroders, destacando que, por ejemplo, los proyectos solares “pueden tardar entre cuatro y cinco años”. “Aunque los gobiernos se han comprometido a acelerar estos procesos, se necesita una acción real a nivel local”, añade.
Asimismo, aunque la utilización de combustibles fósiles como el petróleo o el carbón son un mal necesario para satisfacer las necesidades energéticas y proteger a los ciudadanos, el experto de Schroders señala a la energía nuclear como una “opción práctica desde el punto de vista climático”… pero solo un país tiene una “capacidad significativa”: Francia, con sesenta reactores. “En términos de seguridad energética a corto plazo, la energía nuclear ofrece poco. Los proyectos tardarían aproximadamente cinco años en obtener la autorización y otros cinco a diez años en construirse”, matiza Nourse.
Con todo esto sobre la mesa, este analista destaca que el atractivo de la inversión en renovables está aumentando y seguirá haciéndolo en el futuro, ya que estas inversiones “ofrecen seguridad de rendimiento en un mundo inestable”. De hecho, el ritmo de la inversión privada en renovables ha mostrado “pocos signos de desaceleración” si se hace caso a las últimas cifras: según BloombergNEF, la inversión mundial en transición energética alcanzó los 755.000 millones de dólares el año pasado, un 27% más respecto a 2020 y 200.000 millones más que en 2019.
“La inversión en el sector de las renovables se ha centrado históricamente en las plusvalías. Sin embargo, vemos una oportunidad para que el capital se beneficie de una forma diferente de rendimientos, lo que podría ayudar a hacer crecer este sector a gran escala”, explica Nourse. “Las características clave de esta clase de activos son su bajo riesgo tecnológico, la previsibilidad de los recursos y, si se gestionan adecuadamente, la previsibilidad y seguridad de los flujos de caja”.