Los medicamentos para adelgazar se han vuelto una de las sensaciones del mercado bursátil en los últimos meses. Compañías como Novo Nordisk o Eli Lilly repuntan alrededor de un 30%, mientras que Zealand Pharma otras compañías que han realizado avances en este campo están consiguiendo rentabilidades incluso superiores. "Su aparición y desarrollo, junto con un cambio en la forma de considerar y tratar la obesidad y las enfermedades relacionadas, ha llevado a esta nueva clase de fármacos a un éxito de ventas que no tiene visos de detenerse", aseguran los expertos de Morgan Stanley Research.
A la luz de este aumento de la demanda, la firma neoyorquina ha reevaluado el mercado mundial de los medicamentos contra la obesidad y ahora prevé que alcance los 105.000 millones de dólares en 2030, frente a una previsión anterior de 77.000 millones, y que llegue a los 144.000 millones. Cabe señalar que las ventas de medicamentos de marca contra la obesidad fueron de 6.000 millones de dólares en 2023.
"El mercado de medicamentos para la obesidad está siendo impulsado por dos factores clave. El primero es la oferta. Los fabricantes de medicamentos tienen que seguir el ritmo de la demanda", afirma Mark Purcell, jefe del equipo de Farmacéutica Europea de Morgan Stanley.
Según este experto, se espera que los principales fabricantes de medicamentos gasten más de 50.000 millones de dólares en apuntalar las cadenas de suministro hasta 2028 para hacer frente a la oportunidad de tratar una gama más amplia de enfermedades.
"En segundo lugar, la demanda de estos medicamentos podría aumentar más si se amplía la evidencia de que estos fármacos mejoran los resultados en los cientos de dolencias relacionadas con la obesidad", agrega Purcell.
Asimismo, Morgan Stanley Research destaca que los analistas prevén un aumento "significativo" del número de personas que toman estos fármacos. En EEUU, por ejemplo, podría ascender al 9% de la población en 2035, es decir, cinco veces más que en la actualidad. Los inversores querrán observar cómo este asombroso cambio podría afectar a sectores como la tecnología médica, los seguros, la alimentación y las bebidas, la ropa deportiva y los equipos y servicios de fitness.
LA PUNTA DEL ICEBERG
Por otro lado, los analistas de la firma estadounidense señalan que es "probable" que los medicamentos contra la obesidad tengan un "efecto dominó" en el sector sanitario que irá mucho más allá del control del peso. Y es que la obesidad es responsable de más de la mitad de los casos de diabetes y puede estar vinculada a más de otras 200 enfermedades crónicas, como hipertensión, insuficiencia cardiaca y enfermedades renales, además de complicaciones como apnea del sueño, artrosis, etc.
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DNB AM señala a Novo Nordisk y Eli Lilly: "El mercado es demasiado cauto con su potencial"Además, parece que los fármacos contra la obesidad pueden tener un impacto no sóoo en el tratamiento de la obesidad, sino también en la prevención de las enfermedades asociadas. Los resultados de un ensayo reciente llamado SELECT, en el que participaron personas con sobrepeso u obesidad, revelaron que la ingesta de uno de los principales medicamentos contra la obesidad reducía en un 73% el riesgo de desarrollar diabetes y en un 20% el de sufrir infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y muertes cardiovasculares.
"El ensayo SELECT representa apenas la punta del iceberg en lo que respecta al potencial de expansión de estos medicamentos hacia nuevas oportunidades. La obesidad reduce la esperanza de vida hasta 10 años, dependiendo de la edad. Si el uso generalizado de medicamentos para adelgazar tiene un impacto significativo en la longevidad, hay una gran variedad de formas en que podrían alterar la asistencia sanitaria", afirma Purcell.
En este sentido, las personas obesas suelen gastar hasta 3.000 dólares más al año en atención sanitaria que la población general. No obstante, para los expertos de Morgan Stanley esto no significa necesariamente que unas tasas de obesidad más bajas vayan a reducir el gasto sanitario de la población estadounidense. De hecho, apuntan, si las personas anteriormente obesas aumentan su esperanza de vida, en realidad puede aumentar el gasto, ya que los adultos mayores gastan hasta tres veces más en atención sanitaria que sus homólogos más jóvenes.
Este sesgo, explican, significa que los programas de cobertura sanitaria Medicare (federal) y Medicare Advantage (privado) podrían beneficiarse a largo plazo al aumentar los reembolsos, aunque a corto plazo los programas federales de seguro médico para mayores de 65 años podrían afrontar costes significativos, ya que la ampliación de la cobertura requiere la aprobación del Congreso. Por ello, es poco probable que los pagadores comerciales, cuyos miembros son más jóvenes y sanos, se beneficien a corto plazo del aumento de los medicamentos contra la obesidad, ya que es más probable que las afecciones derivadas de la obesidad aparezcan en adultos mayores.
"En medio de este reajuste, se espera que el sector de la tecnología médica ofrezca oportunidades a los inversores, especialmente a los fabricantes de dispositivos cardiovasculares, como las válvulas cardíacas de repuesto, que pueden ver acelerarse el crecimiento de la demanda junto con la longevidad", subraya Patrick Wood, analista de tecnología médica de Morgan Stanley.
No obstante, Wood destaca que las perspectivas para el sector de la diálisis renal son "menos claras". Esto se debe, explica, a que la reducción de los niveles de obesidad "puede significar que haya menos pacientes que necesiten diálisis". Con todo, el aumento de la longevidad "podría tener el efecto paradójico de alargar el tiempo de diálisis para aquellos pacientes que aún necesiten el tratamiento".
LA ALIMENTACIÓN, LA GRAN AFECTADA
Asimismo, una población más consciente de las decisiones que toma y más propensa a tener unos hábitos más saludables tendrá su impacto de forma inevitable en el sector de la alimentación. Y es que, dado que estos fármacos actúan disminuyendo el apetito, la consiguiente reducción de la ingesta calórica afectará no sólo a la cantidad, sino también a los tipos de alimentos que consumirán los pacientes.
En las encuestas de Morgan Stanley Research, se descubrió que las personas que tomaban medicamentos para perder peso comían menos alimentos en general, mientras que la mitad redujo "drásticamente" su consumo de bebidas azucaradas, alcohol, golosinas y aperitivos salados, y casi una cuarta parte dejó de beber alcohol por completo.
Pamela Kaufman, analista de tabaco y alimentos envasados de la firma neoyorquina, señala que el sector de la alimentación envasada, que ya se enfrenta a un menor crecimiento, podría adaptarse a los cambios en las preferencias y el comportamiento de los consumidores subiendo los precios, ofreciendo productos "mejores para el usuario" o de control de peso, atendiendo a tendencias cambiantes con opciones veganas o bajas en azúcar. "Algunas empresas ya están modificando sus ofertas, utilizando envases más pequeños o versiones reducidas de productos existentes", señala Kaufman.
Los inversores deberían vigilar otros temas clave en los sectores relacionados con la alimentación, con la vista puesta en las empresas que se adaptan con agilidad a los cambios de tendencia. Por ejemplo, los restaurantes, especialmente aquellas cadenas que venden alimentos percibidos como poco saludables, se enfrentan potencialmente a un riesgo a largo plazo, aunque algunos analistas esperan que muchas cadenas aprendan a adaptarse a las cambiantes preferencias de los consumidores.
Por otro lado, la "modesta" caída prevista del gasto en los minoristas de alimentación debería tener un impacto "limitado" a corto plazo, pero el efecto podría ser más pronunciado en el largo a medida que se extienda el uso de medicamentos para adelgazar y los pacientes consuman menos calorías en casa. "Para los minoristas que incluyen farmacias, las ventas de los medicamentos deberían ayudar a compensar el menor gasto en comestibles", agrega Kaufman.
Por último, los inversores también podrían encontrar oportunidades interesantes en el sector del 'fitness'. Según una encuesta de Morgan Stanley, la proporción de encuestados que afirmaron hacer ejercicio semanalmente se duplicó cuando empezaron a tomar los fármacos. También aumentó el número de socios de gimnasios, la mayoría de los cuales se habían inscrito en los últimos 12 meses, lo que coincide aproximadamente con el tiempo que llevaban tomando los fármacos. "Este cambio de estilo de vida también debería beneficiar a las marcas y los minoristas de ropa deportiva y de ocio, ya que el gasto en sus productos va de la mano de un aumento del ejercicio y de las inscripciones en gimnasios", concluye Morgan Stanley.