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La crisis actual es mucho más que bursátil, como ya advertimos en Bolsamanía, pero sin duda el mercado está viviendo una catástrofe histórica. La caída acumulada en el Ibex desde 19 de febrero es del 37% en tres semanas... cuando la posterior a la quiebra de Lehman Brothers fue del 41% en seis meses. Nunca se había visto un desplome bursátil tan violento, lo cual abre una enorme incertidumbre sobre lo que puede pasar.

  • ¿Cómo se compara esta caída con otras crisis anteriores?

El Ibex acumula una caída del 37% desde los 10.100 del 19 de febrero hasta los 6.390,9 del jueves, sesión en la que sufrió la mayor caída porcentual de su historia: el 14,06%. La anterior se produjo el 24 de junio de 2016 tras el referéndum del Brexit, del 12,35%. Pero aquello fue un shock puntual que no fue mucho más lejos. La gran recesión tras la quiebra de Lehman supuso una caída del 41% desde los 11.400 puntos aproximadamente en que se encontraba el Ibex antes del 15 de septiembre de 2008 hasta los 6.702 del mínimo de marzo de 2019 (por cierto, nivel perforado ayer). Es decir, una caída muy similar a la actual pero durante seis meses en vez de tres semanas. También fue violenta -pero más dilatada en el tiempo- la crisis de la deuda periférica, la que acabó con el mítico "Whatever it takes" de Mario Draghi: el Ibex cayó el 34,4% febrero y julio de 2012.

  • ¿Por qué esta vez es tan violenta?

La respuesta más evidente es porque estamos en una situación sin precedentes de pandemia mundial que, aunque no va a ser especialmente mortífera, sí va a causar un daño económico muy grave, como advierte la propia Lagarde y asumen casi todos los estudios (menos el Gobierno español). Además, se junta la inoportunísima guerra del crudo entre Arabia Saudí y Rusia, y que el mundo (sobre todo el Sur de Europa) ya estaba enfilando la cuesta abajo. Otra diferencia clave es que ahora el BCE (siempre por detrás como cuando el 'error Trichet'), no tiene apenas margen de maniobra, a diferencia de la situación de Mario Draghi en 2012. Lagarde tienen los tipos negativos y ya han comprado cientos de miles de millones en activos. Y, no nos engañemos, la francesa no tiene la credibilidad de Supermario. La Fed tiene un poco más de capacidad, como desmostró ayer, pero tampoco es excesiva.

  • ¿Cuánto se tardó en salir de las crisis anteriores?

Como reza el dicho, la bolsa sube por la escalera y baja en ascensor. Ahora directamente se ha caído por el hueco, pero eso no implica necesariamente que, cuando llegue al suelo, vaya a subir los escalones de dos en dos. Para volver a donde estaba antes del batacazo del Brexit, el Ibex necesitó dos meses y medio (el 2 de septiembre de 2016). La crisis del euro de 2012 requirió una recuperación mucho más larga, de un año y tres meses: desde julio de 2012 hasta finales de septiembre de 2013. Menos tiempo requirió recuperarse de la quiebra de Lehman: desde marzo hasta septiembre de 2009. Pero el Ibex ya venía cayendo desde los 16.000 puntos marcados en diciembre de 2007 (la caída total fue del 58%)... y nunca ha logrado recuperar ese nivel.

  • Y ahora, ¿qué va a pasar?
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Pues de momento no hay nada que haga pensar que el dolor ha terminado a corto plazo. Técnicamente, el Ibex ha perforado todos los soportes en su camino como si fueran de mantequilla, incluyendo el mínimo post-Lehman, y el único serio que queda es precisamente el suelo de 2012, los 5.905 puntos. Habrá rebotes, que pueden ser muy importantes, pero hasta que no haya una figura que indique un suelo, no serán fiables. Hay quien dice que, tras una caída tan violenta, veremos una reacción igual de fuerte, lo que se conoce como 'vuelta en V'. Puede ser, pero es impredecible para los analistas técnicos. Y por fundamentales, aunque es verdad que las valoraciones están por los suelos, mientras persista la expansión de la pandemia y la incertidumbre actual sobre sus efectos, parece difícil que llegue la recuperación.

  • ¿Qué hace falta para detener la hemorragia?

Frenar una situación de pánico como la actual no es nada fácil, pero el pasado nos deja algunas lecciones valiosas. Lo primero es reducir la incertidumbre en lo posible y, para ello, hay que estimar el daño potencial a la economía del coronavirus. Perimetrar el impacto, por muy grande que este sea, lo hace manejable para analistas e inversores. Eso sí, hay que dar estimaciones creíbles; si se intenta minimizar el daño, será peor el remedio que la enfermedad. Lo segundo es una actuación más decidida; Lagarde pidió acción a los Gobiernos y ayer Pedro Sánchez decepcionó con meros aplazamientos sin ningún tipo de rebaja fiscal o medida de estímulo. Tampoco aceptó, de momento, la propuesta de Bruselas (puesta en marcha en Reino Unido) de avalar los créditos a pymes para facilitar su concesión.

Sin medidas mucho más contundentes -más por el lado de rebajas fiscales que de aumentar el gasto público, y por el de mayor flexibilidad laboral-, será difícil evitar una recesión este año en España. Pero la clave, a corto plazo, está en controlar la propagación de la infección. Hasta que no empiecen a llegar buenas noticias en ese campo, no hay que tener muchas esperanzas de un suelo fiable.

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