- La venta de bonos en la red minorista de la entidad o la financiación de compra de acciones se erigen en riesgos que asumirá el Santander
- La CNMV, el auditor PwC y los equipos de Ron y Saracho, en el punto de mira de los accionistas
Respeto, estupefacción... y sudores fríos. 24 horas después de la intervención exprés, con nocturnidad y alevosía, de Banco Popular, el resto de competidores de la sexta entidad española apenas lograba articular un discurso coherente sobre la compra de Banco Santander tras la liquidación ordenada por la Junta Única de Resolución y ejecutada por el FROB español. La explicación oficial ha sido que la fuga de depósitos puso en riesgo a la entidad española.
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En cuestión de pocas semanas se fueron del banco uno de cada euro de sus depósitos. Sin embargo, la crisis venía desde lejos tras y la socialización de las culpas ha dejado, por el momento, con un palmo de narices a accionistas y bonistas de la entidad. Lo han perdido todo. Los ‘hedge funds’, partícipes del gran negocio de la caída bursátil de Popular desde 2007 (más del 99%), aparecen como ganadores y catalizadores del clima de desconfianza en torno a la cotización del banco. Salvo actuaciones irregulares, no pueden ser señalados como culpables como se empeñó en señalar durante años el expresidente de la entidad, Ángel Ron. Él, sin embargo, se encuentra en el ojo del huracán de la tormenta judicial que se va a desatar. También lo estarán la auditora PwC, que ha llevado las cuentas del banco y que no levantó la voz de alarma tras los sucesivos borrones contables de Ron, o la CNMV y el Banco de España, los vigilantes del sector financiero en España.
La mala gestión del banco, las aventuras en el crédito promotor y renovable, así como las malas decisiones detectadas en eventos, como la ampliación de capital de 2016 o la compra de Banco Pastor, sí aparecen como serios indicios de culpabilidad. “Las inexactitudes en las cuentas anuales que se incluían en el folleto informativo de Banco Popular para la ampliación de capital de 25 de mayo de 2016 podrían ser consideradas sustanciales y determinantes para inducir a error a los inversores. (....) Los inversores podrían exigir responsabilidad a los administradores de Banco Popular bajo la acción social de responsabilidad y la acción individual de responsabilidad”, apunta en un informe el despacho B. Cremades y Asociados. En este sentido, fuentes jurídicas recuerdan que la financiación con créditos blandos a empleados para que comprasen acciones, pignorándolas, se ha demostrado como un agujero adicional en las cuentas del Popular.
SARACHO Y KOENIG, LOS MENSAJEROS DEL MIEDO
“Nuestro plan no es ciencia espacial. Es centrarnos en lo que queremos hacer, ganarnos la credibilidad, vender los activos y, en su momento, ponernos delante de los inversores y pedirles recursos. Si nos los deniegan tendremos un problema regulatorio y si tenemos ese problema iremos a ese sitio donde nadie quiere ir”. Las explicaciones que el recién nombrado presidente de Popular, Emilio Saracho, dio en la Junta de Accionistas de comienzos de abril desataron las primeras alarmas. El primer ejecutivo, fichado en diferido desde noviembre a febrero, dijo que no sabía “ni cuánto, ni cómo, ni dónde iba a ampliar capital”.
Para más inri, Saracho no sólo no apaciguó los rumores en torno a la situación del banco, sino que los alentó. Ya en mayo, el exejecutivo de JPMorgan activó la búsqueda de un comprador y puso al Popular abierto en canal para los candidatos a comprarlo. Sin embargo, con el banco en la mesa de operaciones, el tiempo corría en contra del vendedor y a favor del comprador. La desconfianza comenzó a golpear lo más sagrado que tiene un banco: sus depósitos. De hecho, la posibilidad de una OPA sobre del Santander, BBVA o, incluso, la pública Bankia estuvo en liza, pero el deterioro de Popular comenzó a acelerarse hasta que acabó en su liquidación.
El 23 de mayo se produce otro episodio clave en el camino al abismo del Popular. La director del JUR (SRB, por sus siglas en inglés), Elke Koenig, concede una entrevista a Bloomberg en la que hace mención expresa de la situación complicada en el Popular, situándolo “bajo su radar”. Una metedura de pata de la que intenta desdecirse a lo largo de la emisión, pero no lo consigue. Desde entonces, la cotización del banco en bolsa comenzó a caminar a la baja hasta perder más del 50% (de 0,7 a 0,3 euros) en poco más de una semana, hasta su intervención.
SANTANDER NO DESVELA SI TIENE BLINDAJE
El brazo ejecutor del Gobierno sobre Banco Popular ha sido otro de los protagonistas del culebrón. El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha reiterado que la liquidación del banco no ha costado ni un euro al contribuyente, pero no ha detallado si el comprador, el Santander, gozará de algún tipo de garantía. En este sentido, el consejero delegado de Banco Santander, José Antonio Álvarez, rehusó comentar (vídeo) si la compra de Banco Popular, intervenido por orden de la Junta Única de Resolución (JUR o SRB, por sus siglas en inglés) y traspasado por 1 euro al Santander, le iba a generar riesgos judiciales. “No soy un experto en la cuestión, pero nosotros somos comprador en unas determinadas condiciones que estableció la JUR ”, aseguró la mano derecha de Ana Botín al ser preguntado sobre las potenciales responsabilidades del Santander ante accionistas y bonistas del Popular. Eso sí, no entró en detalle sobre esa condicionalidad.
Preguntado por cómo ha vivido la toma de control de su nueva adquisición, el ejecutivo del Santander fue prudente. “¿Cómo hemos vivido esta operación? Cada vez más tranquilos porque el primer día significa que hay que volver a operar con normalidad. La buena noticia es que el banco opera normalmente, el sistema de pagos funciona y los clientes pueden volver a funcionar. A los que trabajamos en el sistema financiero nos gusta la estabilidad financiera: es nuestro máximo valor”, dijo Álvarez en el Encuentro Bancario Iberoamericano de la AEB.
Álvarez corroboró la versión extendida sobre la nocturnidad y celeridad con que se hizo la liquidación y subasta del Popular. “Ha sido extraño por la noche en que nos invitan a participar en una subasta, el proceso estaba escrito pero era algo desconocido. Normalmente, estas operaciones se piensan para fin de semana y esta operación se hizo en una noche. Ni siquiera se llegó a suspender la cotización del Santander y no queríamos que se suspendiese para mantener la normalidad. Estamos muy contentos por cómo se hizo”, aseveró.
En abril, durante la presentación de resultados del primer trimestre, el propio ejecutivo del Santander esbozó qué criterios debería cumplir un banco para tener encaje en su política de adquisiciones. Álvarez fue bastante preciso. "Nosotros tenemos un retorno sobre capital del 9%-10% y pedimos retornos del 14-15%", señaló. Entonces, Popular mantenía un valor en bolsa de 3.000 millones, pero el Santander ahora se lo ha quedado por 1 euro, más la asunción de su saneamiento. Ampliará capital en más de 7.000 millones de euros para hacerlo.