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China anunció este martes, a última hora, que pondrá en marcha un plan de estímulo sin precedentes para impulsar el crecimiento económico. En concreto, Pekín elevará el ratio de déficit fiscal para 2023 a aproximadamente el 3,8% del Producto Interior Bruto (PIB), desde el 3% fijado en marzo, y además llevará a cabo una emisión de deuda soberana adicional por valor de 1 billón de yuanes (137.000 millones de dólares) en el cuarto trimestre para apoyar la construcción y la ayuda en casos de desastre.

La decisión, que ha comunicado la agencia oficial de noticias Xinhua, es cuanto menos inusual, y es que no es nada habitual que el país ajuste el presupuesto a mitad de año. Lo había hecho anteriormente en 2008, tras el terremoto de Sichuan, y también tras la crisis financiera asiática de finales de los años 1990.

Se produce en un momento delicado para la segunda economía del mundo, y es que los problemas inmobiliarios y de deuda local están a la orden del día. Pero Xi Jinping ha querido dar un espaldarazo, que además ha venido acompañado de una visita del mandatario al Banco Popular de China (PBoC).

Según Stephen Innes, socio director de SPI Asset Management, ha habido "sorpresa" por la decisión de las autoridades chinas, que pretenden con estas medidas apoyar la inversión en infraestructuras en regiones que han sufrido catástrofes naturales en los últimos años.

"Esta inesperada decisión ha levantado ampollas, ya que existen medidas alternativas que implican menos obstáculos institucionales y políticos", detalla este experto, que dice que de esta decisión se desprenden varias señales. Primero, que los máximos responsables políticos "dan prioridad al crecimiento económico", a pesar de que el objetivo de crecimiento del PIB de este año, en torno al 5%, está casi garantizado.

Segundo, que China "reconoce las difíciles situaciones fiscales a las que se enfrentan muchos gobiernos locales". Y tercero, que "a medio y largo plazo, los responsables políticos pueden estar más dispuestos a aumentar el apalancamiento del gobierno central".

"Esta decisión sugiere un compromiso de apoyar el crecimiento económico y abordar los retos fiscales a varios niveles de gobierno. También apunta a un posible cambio futuro en el enfoque fiscal de China", añade Innes.

En cualquier caso, la medida adoptada por China ha tenido impacto inmediato en la confianza de los inversores, lo que se ha traducido en subidas en bolsa. En China continental, el CSI 300 ha subido un 0,48%, mientras que el índice Hang Seng de Hong Kong ha liderado las ganancias de la región, al avanzar un 0,73%.

El Nikkei 225 de Japón ha subido un 0,67% hasta los 31.269,92 puntos, mientras que el Topix ha ganado un 0,61% y ha cerrado en 2.254,4 enteros. Por el contrario, los mercados de Corea del Sur han sido los únicos índices importantes en territorio negativo. Así, el Kospi ha perdido un 0,85%, terminando la jornada en 2.363,17 puntos, y el Kosdaq ha caído un 1,79% hasta los 770,84.

Por último, en Australia el S&P/ASX 200 ha sufrido pérdidas marginales tras la publicación de los datos de inflación del tercer trimestre, cerrando en 6.854,3 y revirtiendo las ganancias del martes.

El IPC australiano se situó en 5,4%, ligeramente por encima del 5,3% esperado por el consenso, pero inferior al 6% observado en el segundo trimestre. Habrá que esperar para ver cómo se toma estos datos el Banco de la Reserva de Australia cuando se reúna el próximo 3 de noviembre.

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