- La incertidumbre reside en si bajará más los tipos este año o esperará ya a 2017
- Carney ha disipado las especulaciones sobre su futuro: se quedará hasta junio de 2019 para ayudar con el Brexit
El imponente edificio que oficia de sede del Banco de Inglaterra en Londres guarda más de 300 años de historia. Pues incluso eso, toda esa trayectoria, su leyenda como 'Vieja Dama de Threadneedle Street, que es el sobrenombre que recibe la institución, está en cuestión por el Brexit. Aunque, sobre todo, es su gobernador, Mark Carney, el que soporta la presión, algo que se trasladará de forma inevitable a la reunión de política monetaria que la entidad celebra esta semana.
En concreto, la cita tendrá lugar el jueves. Y estará marcada por las crecientes especulaciones en torno a su papel no sólo en los últimos meses, sino en el que ejercerá en los próximos. La actuación del Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) en el período de evaluación de daños post Brexit ha sido ampliamente cuestionada. Mucho se ha debatido acerca de su decisión, anunciada a comienzos de agosto, de adoptar una mayor flexibilización cuantitativa (QE) después del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) y se ha hecho hincapié en que su intervención, recortando la tasa de interés en 25 puntos básicos, hasta el 0,25%, no ayudó a la ya maltrecha libra. Ajeno a las críticas, Carney defendió la semana pasada la actuación de la entidad, esta vez ante la Cámara de los Lores, y ha advertido que "está muy lejos de quedarse sin munición o de apretar el gatillo alegremente".
El banquero central canadiense, que sustituyó en julio de 2013 a Mervyn King al frente del BoE, mantuvo así su compromiso de activar más medidas expansivas si resulta preciso. Eso sí, no parece que sea esta semana, puesto que se espera que deje el precio del dinero donde está y que tampoco toque el QE, dotado con 435.000 millones de libras -unos 483.000 millones de euros-. La atención se centrará en identificar si Carney prepara el terreno para volver a actuar en diciembre o si, como esperan los analistas, deja las próximas medidas ya para 2017.
Esta incertidumbre viene marcada por la libra esterlina. Su abrupta depreciación en octubre, con pérdidas de un 20% con respecto al dólar y un 15% en relación con el euro, ha provocado que cambie el sentimiento y se descarte un nuevo descenso de los tipos en la reunión del 3 de noviembre. El gobernador del BoE ofreció motivos para apoyar la ya extendida opinión de que el banco central se mantendrá sin cambios durante su comparecencia ante los parlamentarios.
La caída de la libra ha otorgado un estímulo extra a la economía de Reino Unido que, de no haberse producido, habría requerido de un nuevo recorte en los tipos de interés
“La caída de la libra ha otorgado un estímulo extra a la economía de Reino Unido que, de no haberse producido, habría requerido de un nuevo recorte en los tipos de interés”, indica el equipo de economistas de Barclays en una reciente nota. “Esperamos que el banco central mantenga los tipos en el 0,25% por ahora y haya un recorte de 5 puntos básicos en la reunión del 17 de marzo de 2017”, apuntan desde el banco de inversión.
El gurú del mercado de las divisas Ashraf Laidi explica las palabras de Carney porque el BoE “evitará que el tipo de referencia llegue al 0% para controlar la erosión en los ahorros de los ciudadanos”. Desde Oanda, Craig Erlam señala que las condiciones económicas en el país acabarán por deteriorarse y entonces el banco central “emprenderá acciones”. Sin embargo cree que “se evitará tomar medidas preventivas como hizo tras el referéndum”.
Eso sí, Carney defendió la política ultra expansiva de la entidad y dejó claro ante los diputados británicos que está "muy tranquilo, en vista de todos los eventos desarrollados desde el 23 de junio". También se reafirmó en su apuesta por la expansión quantitativa y por la compra de bonos corporativos de empresas como elemento clave para la economía británica.
CRECEN LAS CRÍTICAS
La resistencia que, por el momento, sigue mostrando la economía británica y el repunte de la inflación han convertido en innecesaria una nueva intervención del BoE por ahora. Es más, incluso han alimentado una creciente corriente de críticas contra Carney, al que acusan de haberse precipitado en agosto.
El economista Desmond Lachman, del American Enterprise Institute, valora con dureza el papel de la entidad en la reciente crisis de la divisa y carga contra gestión que ha hecho de la caída de la moneda. “No sólo parece que no quiera hacer nada para apuntalar a la libra, sino que ofrece más razones para que prosigan las ventas”, denuncia. En un artículo para Economics21.org, el experto considera “preocupante que el BoE siga considerando más medidas expansivas cuando lo que necesita ahora es endurecer su política monetaria porque el declive de la moneda ya ofrece unas condiciones económicas más flexibles que necesitan ser amortiguadas por una subida de tipos”.
Desde el Wall Street Journal califican las recientes decisiones del Banco de Inglaterra de “experimentos monetarios sin precedentes” que pueden causar “dañinos efectos secundarios en el largo plazo”. “Las medidas de expansión cuantitativa y los tipos de interés ultra bajos son políticas que se deben adoptar en caso de colapso económico”, indica el rotativo y subraya que la situación de Reino Unido difícilmente justifica que “los tipos de interés sean demasiado altos o estén oprimiendo la inversión, la liquidez o la inversión, dadas las cifras de empleo de récord y sin recesión a la vista”.
LOS RETOS PENDIENTES
El analista de FXTM Lukman Otunuga reconoce que la inacción del BoE sigue siendo un tema recurrente en los mercados financieros, lo que podría obligar al banco central a “observar antes de actuar en el futuro”. Por este motivo, el experto se muestra partidario también de que el banco central permanezca a la expectativa en lo que queda de año, y, al mismo tiempo, “el gobernador del BoE, Mark Carney, avisará de que se pueden adoptar mayores medidas de estímulo el año próximo si las condiciones económicas así lo requieren”.
Pero este experto cree que la discusión sobre qué podría haber hecho o dejado de hacer la entidad británica es exagerada. “Cabe recordar que el flash-crash de la libra fue consecuencia de una tóxica combinación de incertidumbre y riesgo político y en este contexto las acciones de un banco central tienen escaso impacto”. Para Craig Erlam, el BoE adoptó las decisiones necesarias para “calmar las preocupaciones surgidas después de la votación del Brexit tanto en la economía como en los mercados”. “Por ahora, el camino seguido parece el correcto ya que la necesidad de apoyo inmediato superaba con creces los riesgos futuros de los que muchos economistas alertan”, opina el analista de Oanda.
Todos los expertos consultados coinciden en que el país afronta un período de tipos de interés bajos, altos niveles de incertidumbre y una libra debilitada, mientras el Gobierno de Theresa May se prepara para invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa y se inicia las negociaciones del Brexit en el seno de “los Veintiocho”.
Los dos retos principales del Banco de Inglaterra en los próximos meses serán vigilar la inflación y el crecimiento, tal y como apunta Ashraf Laidi. Carney ya ha avisado que el BoE será tolerante con unos niveles de inflación por encima del umbral del 2%, pero para este experto no se trata sólo de controlar el índice de precios al consumo (IPC), sino de que se mantenga el crecimiento y no haya recesión mientras se permite que estos alcancen cotas más altas. “Si permanecen por debajo del 1,5% a finales del primer trimestre de 2017, no habrá mayores problemas, pero si alcanzan niveles entre el 1,7% y el 2% y hay escaso crecimiento, debemos estar preparados para una mayor depreciación de la libra”, avisa el analista.
Los dos retos principales del Banco de Inglaterra en los próximos meses serán vigilar la inflación y el crecimiento
El IPC ya se encuentra en su nivel máximo de dos años después de que en septiembre marcara el 1%, desde el 0,6% del mes de agosto. Erlam recuerda que el BoE permitió que la inflación alcanzara el 5% en 2011 sin que se tomara la decisión de subir los tipos, ya que se creía que las causas de la escalada en el IPC eran temporales. “No creo que permitan estos niveles otra vez, pero sería perfectamente factible ver el índice de precios al consumo en torno al 3% o el 4% sin que se tomen medidas mientras estén convencidos de que los factores que impulsan la inflación son puntuales”, comenta el analista de Oanda.
El experto de learntotrade, Bill Hubard, en cambio, cree que el BoE empezará a considerar subir los tipos de interés a partir del umbral del 2%, un nivel que “se excederá a mediados del año que viene”. No obstante, Laidi expone que esta circunstancia hará que el banco central considere retirar el QE, pero “en ningún caso incrementar las tasas de interés”.
El otro motivo por el que analistas y expertos apuestan porque la entidad mantenga en mínimos históricos el precio al que se presta el dinero es el déficit público de Reino Unido, que ha dejado unas cifras muy por encima de lo esperado en septiembre. Excluyendo los bancos estatales, asciende a un total de 10.600 millones de libras el mes pasado, un 14,5% más alto que el mismo mes de 2015, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas. Pese a caer desde más del 10% de la producción económica en 2010 al 4,4% en el último año financiero, el déficit presupuestario británico sigue siendo uno de los más altos entre las naciones desarrolladas.
“Lo único que puede hacer el BoE es asegurarse de que los tipos se mantienen bajos para que el Gobierno de Theresa May pueda financiarse a bajo coste”, señala Craig Erlam. Sin embargo, Ashraf Laidi asegura que el Ejecutivo británico ya ha dejado claro que “reducir el déficit no es una prioridad y que la recuperación debe articularse a través del gasto y bajadas de impuestos”, una decisión que para el colaborador habitual de Bloomberg indica “cómo de mal está la situación”.
ESPECULACIONES SOBRE SU CONTINUIDAD
En este escenario, incluso se ha puesto en cuestión la continuidad de Carney en el cargo pese a que su mandato se prolonga hasta 2021. Las especulaciones han ido tan lejos, que la propia May ha tenido que defender a Carney. "Es el mejor hombre para el puesto", ha afirmado esta semana.
Los rumores que han recorrido los mercados son que a finales de este año podría anunciar que abandona el cargo, pero “no a finales de este 2016”, opina Craig Erlam. Sí apuesta el analista de Oanda que no acabará sus ocho años de mandato y se marchará en 2018. “Ha sido un año muy duro para Carney, en el que ha tenido que defender constantemente la independencia del banco central ante las acusaciones de que su intervención en la campaña del Brexit estaban motivadas por cuestiones políticas, con lo que puede haber decidido que el cargo es insostenible”. Laidi, en cambio, cree que su salida sólo “empeoraría la situación” y Hubard opina que “las apuestas están ahora en un 50/50”.
Los analistas consultados descartan del todo que la situación política y económica pase factura hasta el punto de que 'le despidan', por más que las voces críticas con su gestión seguirán alzándose y la libra cayendo cuando el Brexit sea una realidad aún más tangible en 2017.
Carney ha salido al paso de las especulaciones y estará en el cargo hasta junio de 2019. Con esta decisión, el gobernador del BoE ha elegido un camino intermedio entre el final de 2018, como estaba previsto, o permanecer hasta el 2021, según ha señalado él mismo en una carta al ministro de Economía británico, Philip Hammond. En la misiva también apunta que espera "contribuir a asegurar una transición ordenada sobre la nueva relación de Reino Unido con la Unión Europea