La noticia de que CaixaBank va a vender el 9,4% que poseía en Repsol venía acompañada de que la operación supondrá unas pérdidas de 450 millones para la entidad catalana domiciliada en Valencia. Algo que ha llevado a muchos a preguntarse cómo es posible que pierda dinero, si Repsol está en zona de máximos históricos. No pudo comprar más caro cuando la antigua Caixa entró en la petrolera. ¿Cómo se explica este misterio?
La explicación reside en que la primera parte de la desinversión se hará mediante un derivado, un 'equity swap'. Básicamente, es una opción de venta que, como tal, da a CaixaBank derecho a vender las acciones de Repsol a un precio prefijado. Y ese precio es inferior a los niveles actuales: uno de estos instrumentos corresponde a 30,5 millones de acciones (1,91% del capital) con precio de venta de 15,39 euros, y otro a 43 millones de títulos (2,7%) a 15,55 euros.
Es decir, el precio al que tiene derecho a vender es inferior a los 16,88 euros en que cerró el jueves Repsol y, por supuesto, a los 17,51 de su máximo histórico. Y también al precio al que los compró La Caixa en su día, que la entidad cifra entre 18 y 19 euros (sin restar los dividendos que ha pagado Repsol por el camino; si se restaran, ese precio sería inferior a los máximos, que sí tienen en cuenta ese factor). De ahí la pérdida.
La pregunta que surge es por qué CaixaBank ejerce una opción cuando puede vender más caro en el mercado y evitar así la minusvalía. No puede hacerlo de inmediato, porque las condiciones del 'equity swap' le obligan a mantenerlo hasta su vencimiento, dentro de más de un año. Entonces, ¿por qué no esperar a entonces y ahorrarse la pérdida? ¿A qué viene tanta prisa?
¿POR QUÉ TIENE TANTA PRISA?
Una posible explicación es que la entidad que preside Jordi Gual teme que Repsol no aguante en estos niveles y caiga de nuevo por debajo incluso de los precios del 'swap'. Y ya se sabe: más vale pájaro en mano. Pero no parece probable porque se ha comprometido a vender otro 4,75% del capital en mercado en los próximos meses, lo cual implica que espera que el valor suba o, el menos, se mantenga en los precios actuales.
La explicación oficial es que CaixaBank va a presentar en breve su plan estratégico para los próximos tres años y que quiere eliminar el factor de distorsión que supone la participación en Repsol. "Los analistas no entienden que un banco cotizado tenga una posición tan fuerte en una empresa que depende de las fluctuaciones del petróleo y que introduce mucha incertidumbre. Siempre preguntan si el benficio de CaixaBank es del banco o de Repsol. Ya no somos una caja de ahorros y estas participaciones no tienen sentido", explican desde la entidad.
Una tercera opción, enunciada por las lenguas más afiladas, es que CaixaBank necesita un empujoncito porque está "canina" (como el resto de la banca, por otra parte, en un entorno de tipos negativos). Es cierto que la operación supone una pérdida a corto plazo, pero le permite liberar mucho capital, el bien más preciado y más caro en el sector. Un efecto que, de inicio, anula el impacto de la minusvalía de 450 millones en sus ratios de solvencia y que, posteriormente, le concede un enorme músculo para crecer e invertir en el negocio puramente bancario.