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El Banco Central Europeo (BCE) celebra este jueves 27 de julio un cónclave monetario para el que el consenso descuenta una subida de tipos de 25 puntos básicos (pb). El mercado no espera sorpresas en esta reunión, por lo que centrará toda su atención en intentar descubrir qué pasará a partir de ese momento. ¿Será el último alza?

"El BCE prácticamente ha confirmado otra subida de 25 puntos básicos. Seguimos suscribiendo la opinión de que esto lleva los tipos al pico de este ciclo, pero cualquier contratiempo podría obligar al BCE a seguir subiendo tras el verano. Los riesgos de una subida en septiembre son importantes", indican los estrategas de Rabobank.

"Esperamos que el BCE suba los tres tipos en 25 puntos básicos. Esto ha sido ampliamente telegrafiado y no debería sorprender a los mercados", afirma Rubén Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa.

Desde TD Securities señalan que "un aumento de 25 pb es casi seguro y sin cambios en las políticas de balance; pero la atención se centrará en cómo la presidenta Lagarde aborde la decisión de septiembre. Esperamos un tono cauteloso, pero finalmente una subida final en ese mes".

Los analistas de Pantheon Macroeconomics, por su parte, pronostican que "el Banco Central Europeo subirá los tipos de interés dos veces en el tercer trimestre, en 25 pb en julio y otros 25 pb en septiembre".

En Berenberg también ven claro que el BCE subirá los tipos 25 pb en esta reunión, en cambio, "la perspectiva más allá es menos clara. Vemos una probabilidad del 60% de que el BCE vuelva a subir 25 pb en septiembre; sin embargo, datos más suaves, como la caída en el PMI compuesto de la zona euro, indican una posibilidad creciente de que el banco central se quede quieto".

Sobre el ajuste cuantitativo, tampoco se espera nada nuevo, ya que el BCE detuvo las reinversiones de la cartera APP desde el 1 de julio, y tampoco se prevé ningún anuncio con respecto a la TLTRO como resultado del reembolso importante que se produjo el 28 de junio y la posterior disminución en el exceso de liquidez.

Por ello, la clave está en las pistas que se puedan conocer de cara a la reunión de septiembre. "Con unas perspectivas que no han cambiado mucho desde la reunión de junio, no esperaríamos una orientación clara. Si no estaban preparados en junio, no es probable que lo estén ahora, dada la ausencia de noticias sólidas en ninguna dirección", añade Segura-Cayuela.

En este sentido, los analistas creen que el Consejo de Gobierno del BCE hará todo lo posible para evitar comprometerse demasiado con una nueva subida en septiembre o con una pausa y seguirá insistiendo en la dependencia de los datos.

La inflación de junio en la zona euro cayó hasta el 5,5% desde el 6,1% registrado en mayo; sin embargo, la tasa subyacente repuntó levemente al 5,5%, frente al 5,4% del mes anterior.

"Si bien estos datos aumentan las probabilidades de una subida en septiembre, de ninguna manera es algo hecho", estiman en Rabobank, cuyos expertos aluden a que en el seno del BCE cada vez hay una mayor división sobre el camino a seguir.

"Mientras persista la incertidumbre, no esperamos una orientación concreta sobre la perspectiva de aumentos de tasas más allá de julio", dicen.

Una valoración compartida por Danske Bank, donde aseguran que "el dilema de comunicación al que se enfrenta el BCE es una compensación entre el efecto retardado de las medidas de política monetaria ya adoptadas y la solidez de los datos entrantes. Por lo tanto, no esperamos una guía firme para septiembre, ya sea para una pausa o un alza, sino una repetición de la dependencia de los datos".

El último en dejar la puerta abierta a un nuevo alza en septiembre ha sido el 'halcón' Klaas Knot, presidente del Banco de los Países Bajos, quien ha declarado que "para julio creo que es una necesidad, para cualquier cosa más allá de julio sería a lo sumo una posibilidad, pero de ninguna manera una certeza".

LAGARDE Y SU DIFÍCIL RUEDA DE PRENSA

Esta línea argumental es la que se estima que empleará la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior a la decisión de política monetaria del organismo.

Los expertos indican que será una conferencia "dura" para la francesa, puesto que tratará de mantener el equilibrio entre las 'palomas' y los 'halcones' del banco central, una vez que el desacuerdo entre los miembros del Consejo es cada vez más evidente.

"El riesgo de que los mercados financieros malinterpreten las intenciones del BCE, como lo hicieron en febrero, nunca ha sido mayor", advierten desde Bank of America.

Desde que comenzó a subir las tasas, el BCE se ha comprometido previamente a nueva subida en la siguiente reunión, aunque, en esta ocasión, todo será diferente.

"Lagarde no se comprometerá con la decisión de septiembre. Pero si lo hiciera, sugeriría que la reacción del BCE está cambiando y que su enfoque se ha desplazado hacia el nivel de la inflación subyacente, así como al mercado laboral y al crecimiento de los salarios", comentan en BofA.

"Habrá que ver si Lagarde prepara al mercado para una subida adicional en septiembre (como hizo en la última reunión), o si da alguna pista sobre los tipos terminales que tienen en mente, aunque esto es menos probable siendo lo normal que vuelva a incidir en el mensaje de reunión a reunión en función de los datos que se vayan publicando", estima Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G.

"La conferencia de prensa será un marcador de posición para el nuevo conjunto de previsiones y la evolución de los datos hasta entonces. Esperamos que se haga aún más hincapié en la subida durante más tiempo, aunque es probable que tengamos que esperar a recibir orientaciones más claras al respecto", opina Segura-Cayuela.

En el mismo sentido se pronuncian los expertos de Pantheon Macroeconomics, para los que "Lagarde recibirá fuertes presiones sobre las perspectivas para la reunión de septiembre. Tendrá que presentar un mensaje diferente al de junio, cuando se comprometió de antemano con la subida de julio. Creemos que mantendrá abiertas sus opciones y se referirá a las nuevas previsiones como un eje clave para la decisión de septiembre".

Ante este escenario, el BCE preferirá evitar dar una orientación clara sobre lo que pueda hacer en septiembre y subrayará la importancia de los datos. "El BCE probablemente querrá que esta sea una reunión 'aburrida', sin sorpresas ni factores de choque. Sin embargo, lo que está en juego nunca ha sido tan alto", alertan desde BofA.

"Con un banco central que atribuye un peso desproporcionado a la inflación subyacente en sus decisiones, es poco probable que la evolución de los datos desde la reunión de junio proporcione un desencadenante claro que supere el desacuerdo interno sobre qué hacer más allá de la próxima semana; de ahí que la decisión se deje totalmente abierta", concluye Segura-Cayuela.

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