• El drama del Ibex es que no ha habido subida previa como en Estados Unidos.
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El Ibex sufrió este jueves la mayor caída del año y acumula una pérdida cercana al 12% en 2018 pese al rebote del viernes. Y esta vez, con el acompañamiento de Europa y Wall Street. Muchos inversores están asustados y no entienden muy bien a qué se debe este movimiento. Pero lo peor es que puede quedar todavía bastante caída por delante si hacemos caso a dos indicadores bastante fiables: la curva de tipos en EEUU y la cotización del petróleo.

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En la primera edición del MarketWatch de Bolsamanía celebrada a finales de noviembre, los expertos explicaban que al mercado español le afectan demasiadas "piedras en el camino" que impiden que refleje los buenos fundamentales de la economía y las empresas españolas: el Brexit, Italia, Argentina, Turquía, México y la guerra comercial entre EEUU y China. Precisamente, este último peligro es el que ha provocado el desplome de esta semana con la detención de la ejecutiva de Huawei.

Y el problema es que ahora el mercado no solo se enfrenta a estos contratiempos, sino a dos factores que históricamente han anunciado tendencias bajistas o, al menos, caídas importantes en Wall Street. El más preocupante es el aplanamiento o, incluso, inversión de la curva de tipos en EEUU. Es decir, el hecho de que los intereses de los bonos del Tesoro a corto plazo (2 años) sean superiores a los activos a largo (10 años).

Este fenómeno ha adelantado las últimas nueve contracciones o recesiones de la economía norteamericana, y lo habitual es que la bolsa lo adelante con caídas: en todas esas ocasiones, el S&P 500 ha registrado pérdidas en los dos años posteriores.

Es verdad que la recesión -la palabra prohibida en la mayoría de las previsiones de los analistas para el próximo año- puede tardar hasta dos años en llegar y, por el camino, se pueden producir movimientos alcistas importantes. Pero, en esta ocasión, los inversores parecen no querer asumir ningún riesgo y eso ha dado pie a augurios muy negativos. Por ejemplo, Oliver Jones, de la firma Capital Economics, espera que el índice pierda un 15% en 2019.

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El presidente de la Fed, Jerome Powell

EL PETRÓLEO SE SUMA AL PESIMISMO

La Fed se ha apresurado a suavizar su discurso sobre los tipos para evitar un desastre. Pero, si Wall Street cumple estas previsiones, será casi imposible que el Ibex pueda escapar a esta tendencia; o, al menos, que logre recuperar el terreno perdido en 2018.

Además, hay otro factor que no pinta nada bien para la renta variable: el desplome del petróleo. Esto resulta contraintuitivo a primera vista: parece que, cuanto más barato sea el coste de la energía, mejor para el crecimiento económico y la inflación. Pero la lectura es la inversa: el petróleo cae porque anticipa una menor demanda fruto de la contracción económica, y los recortes de oferta acordados por la OPEP se antojan insuficientes para compensarla.

WALL STREET Y EL IBEX, CARA Y CRUZ

Las caídas en Wall Street son dolorosas, pero al menos llegan después de un superciclo alcista que ha llevado los índices a máximos históricos y ha permitido grandes ganancias a los inversores, en especial en los valores tecnológicos; de hecho, las altas valoraciones de este sector hacían necesaria una corrección importante.

Sin embargo, el Ibex ya venía bajando y está a casi un 80% de su máximo de todos los tiempos, por una mezcla de factores: el fuerte peso de los bancos y la debilidad del sector, la gravísima crisis económica y financiera vivida por España, y la inestabilidad política. Ese es el drama de los inversores españoles.

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