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Cocina de gas. EUROPA PRESS - Archivo

Bruselas ha recurrido a EEUU para que ayude a la Unión Europea a asegurar el suministro de energía necesario para mantener la economía en caso de que las hostilidades en torno a Ucrania pongan en peligro el gas transportado desde Rusia, y encontrar fuentes de reserva que no estén bajo el control de Moscú.

En las últimas semanas, los funcionarios de energía de la UE se han reunido con sus homólogos estadounidenses y han investigado otros distribuidores de gas, como Azerbaiyán y Qatar, en busca de fuentes alternativas.

La búsqueda comenzó en el otoño del año pasado, cuando la recuperación económica mundial de la pandemia de Covid-19 hizo que los precios del gas y la electricidad se disparasen. La escalada del conflicto entre Moscú y Kiev ha intensificado los esfuerzos en las últimas semanas.

Los gobiernos europeos están contemplando un escenario hasta ahora impensable. La interrupción de los flujos de gas de Rusia supondría enfriar el 40% del gas emitido a la UE, una cantidad que los gobiernos ya han adelantado que no será fácil de sustituir.

Más de dos docenas de buques cisterna, según ha publicado el 'Wall Street Journal', están en ruta desde EEUU a Europa. Sin embargo, aunque EEUU y otros países son técnicamente capaces de producir más gas natural, se enfrentan a cuellos de botella en cuanto a la cantidad que pueden enviar al extranjero. Hay un número limitado de terminales de exportación de GNL en Estados Unidos que pueden convertir el gas en líquido para que pueda ser transportado a largas distancias.

Las instalaciones de exportación de GNL de EEUU llevan meses funcionando al límite de su capacidad, en medio de la escasez de suministros de este combustible en todo el mundo, a medida que las economías se recuperan gradualmente de la pandemia y la demanda vuelve a activarse.

Los esfuerzos son un intento de debilitar lo que ha sido durante mucho tiempo la mayor influencia de Moscú sobre Europa: el gas ruso fluye hacia el Viejo Continente a través de una red de gasoductos que atraviesa Bielorrusia y Ucrania.

Sin embargo, Moscú ha rechazado sistemáticamente que vaya a reducir las exportaciones de gas. "Este es otro brillante ejemplo de falsa histeria", ha declarado esta semana el portavoz del Presidente Vladimir Putin, Dmitry Peskov.

Muchos funcionarios de EEUU y la UE dudan que el Kremlin corte masivamente el suministro de Europa porque eso perjudicaría a Moscú financieramente y cimentaría la voluntad política europea de encontrar otras fuentes de gas. Salvo una ruptura catastrófica de los lazos económicos, es casi seguro que Rusia seguirá siendo el proveedor de gas más importante de Europa. Incluso si el gas dejara de fluir, los analistas creen que se podría sobrevivir este invierno, utilizando las reservas y racionando el gas si fuera necesario.

Sin embargo, los funcionarios de la UE dicen que no hay lugar para la complacencia. Una reducción de los suministros de gas ruso en un momento de altos precios de la energía e inflación supondría otra sacudida para la economía y los consumidores, que apenas se están recuperando de la pandemia.

Las reservas de gas de la UE ya son bajas, con una media de alrededor del 42% de la capacidad, según Gas Infrastructure Europe, una asociación de empresas del sector. En el caso de Alemania, los inventarios son aún más bajos. Cuando están llenos, cubren aproximadamente el 20% del consumo anual de gas de Europa.

Después de que Rusia cortara el suministro de gas a Ucrania en 2009, la UE empezó a flexibilizar su red de gasoductos en todo el continente, permitiendo que el gas fluyera en múltiples direcciones. Pero la red sigue teniendo lagunas y depende principalmente de los suministros de Rusia.

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