La canciller Angela Merkel y su sucesora al frente de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, se enfrentan a una auténtica crisis después de que una de las ramas del partido haya votado junto a la extrema derecha en la región de oriental de Turingia. El partido conservador ha roto el tabú que existía en Alemania al respaldar el ascenso al poder del poco conocido Thomas Kemmerich, de Democracia Libre (FDP), con el apoyo del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD).
Ahora tanto Merkel como Karrenbauer deben enfrentarse a una crisis que ha surgido por sorpresa. La canciller teme que la indignación que ha provocado esta decisión, que ha roto el consenso de posguerra establecido entre los partidos para rechazar a la extrema derecha, acabe por romper la ya de por sí frágil coalición de gobierno. El movimiento ha enfadado a sus socios socialdemócratas (SPD), que han convocado una reunión de urgencia este sábado para hablar de las consecuencias de la decisión de la CDU en el 'land' de Turingia, recoge Bloomberg.
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¿Descartado el estímulo fiscal en Alemania? El giro del SPD "no traerá más expansión"Pero, además, altos cargos de la coalición se reunirán para analizar cómo enfrentar esta tormenta política, según informa Reuters. Merkel, en un intento por calmar los ánimos, ha calificado de "imperdonable" la elección de Kemmerich con los votos de su propio partido y de los extremistas de AfD, aunque eso podría no ser suficiente para rebajar la presión, y si es sea demasiado grande puede acabar por hacer saltar por los aires el Gobierno.
Cabe recordar que la coalición entre la CDU y el SPD se forjó por necesidad en 2018, y ya son varias las veces que su continuidad ha estado en duda. Los socialdemócratas no están nada contentos con lo ocurrido en Turingia, que han llegado a calificar incluso como "pecado y vergüenza", en palabras de Sigmar Gabriel, antiguo líder del SPD. No obstante, los analistas opinan que es poco probable que abandone la coalición con Merkel, aunque sí querrán dejar patente su autoridad.
Por su parte, Karrenbauer debe calmar los ánimos en el seno de la CDU. Varios líderes regionales se han apresurado a distanciarse de la decisión adoptada por sus compañeros de partido en el 'land'. "Los representantes de la CDU en Turingia aceptaron de buena gana que sus votos podían servir para elegir un líder del gobierno regional apoyado por los nazis", ha criticado la 'mano derecha' de Karrenbauer, Paul Ziemiak, en un comunicado televisado, en el que ha señalado también que la decisión "divide a todo el país".
De hecho, tanto Ziemiak como Karrenbauer han instado a Turingia a celebrar nuevas elecciones, y parece que al final la presión ha podido con el liberal Kemmerich, que ha aprovechado la coyuntura para anunciar la disolución del Parlamento regional y la convocatoria de elecciones anticipadas para "eliminar la mancha que el apoyo de AfD ha causado al cargo de primer ministro" regional, según un comunicado de los liberales del FDP citado por Spiegel Online.
El problema es que eso puede no ser suficiente para que Merkel y Karrenbauer aplaquen las críticas en un momento cuanto menos delicado para Alemania, ya que su modelo económico está en tela de juicio y no dejan de llegar malas noticias. La votación en Turingia junto a la extrema derecha ha puesto al descubierto las profundas divisiones que hay en el país germano y en el seno de la CDU, que la sucesora de la canciller trata de mantener a raya desde que tomase las riendas hace catorce meses para evitar que los votantes descontentos se pasen a AfD.