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La guerra en Ucrania no parece que se vaya a resolver en el corto plazo. Por el momento, Occidente ha optado por la respuesta económica y social vía sanciones. Hasta esta semana, éstas habían dejado libre al sector energético ruso, un extremo que ha cambiado tras la decisión de EEUU y Reino Unido de prohibir las importaciones del petróleo ruso y sus derivados. Esta medida, no obstante, traerá consigo un aumento considerable del precio de los combustibles, algo que desde la Administración de Joe Biden tienen en cuenta.

"Este es un paso que hacemos para infligir más daño a Putin, pero tendrá un coste para EEUU. Seré sincero, va a tener un coste. Republicanos y demócratas entendemos eso, pero tenemos que hacerlo", dijo Biden este martes cuando anunció la sanción a la energía rusa.

Y es que la forma en la que lo notará la población es con la subida de los carburantes. La gasolina y el gasoil ya están disparados en las últimas semanas debido al conflicto, pero en los últimos días están sobrepasando barreras no vistas en años. Es por ello que el apoyo popular puede verse roto si los costes de los hidrocarburos continúan al alza.

En este sentido, Alastair George, estratega jefe de inversiones de Edison Group, cree que la respuesta de Occidente no está teniendo las mismas consecuencias en todo el mundo. Mientras que en Europa la caída de la renta variable no muestra que haya un riesgo sistémico, las bolsas mundiales ni siquiera han entrado en corrección. “Por tanto, el impacto de las sanciones a Rusia en el mercado es claramente asimétrico”, señala.

George apunta a que Rusia está mal situada. “Esto se refleja en la caída del 30% del rublo ruso y del 80% de los ETFs basados en Rusia, que utilizamos como proxy del mercado de renta variable ruso, que sigue cerrado desde la invasión. Los swaps de incumplimiento de crédito soberano a 5 años de Rusia cotizan ahora al 26% anual, un nivel que implica una probabilidad muy alta de incumplimiento”, afirma. Es por ello que en estas circunstancias, el sistema bancario ruso se verá sometido a una presión extrema, ya que está bloqueado en los mercados de financiación y es probable que tenga que recurrir a las facilidades de emergencia del banco central.

A Rusia solo le queda mirar a China, aunque Xi Jinping ya ha afirmado que está dispuesto a mediar en las negociaciones con Ucrania. “La invasión de Putin corre el riesgo de crear más dificultades a China, que ha pasado recientemente a tener una política exterior más asertiva. Al unir a las naciones occidentales en una causa común y poner potencialmente de relieve los defectos del autoritarismo, es difícil ver cómo el conflicto sangriento y caótico de Rusia favorece la agenda internacional de China”, explica.

En este sentido, puede que parezca que Rusia no tiene mucho margen para apretar a las grandes potencias económicas, dado que su Producto Interior Bruto (PIB) es tan solo un 60% mayor que el de Irán y los costes de excluirla del comercio mundial serán modestos, sobre todo si se tiene en cuenta el impacto de la pandemia. No obstante, George apunta a que tiene varias bazas con las que jugar, “entre ellas una cuota del 5% de la producción energética mundial y un 17% de las exportaciones mundiales de trigo”.

Por otro lado, la propia Ucrania tiene otro 12% de exportaciones de trigo, que actualmente están amenazas por la guerra. “Los precios mundiales se han disparado más de un 40% desde la invasión”, señala en referencia a este producto.

Asimismo, la economía rusa también tiene un importante peso en la producción de fertilizantes nitrogenados, con una cuota de mercado del 13%.

"Esperamos que se jueguen todas estas cartas durante cualquier negociación. Además de los costes directos de la exclusión de Rusia de la economía mundial, es probable que el reciente aumento del 60% de los precios del petróleo actúe como un importante lastre para la actividad económica mundial, si se mantiene”, argumenta.

Todo esto traerá consigo que la inflación se vea impulsada por encima de los rangos que tienen puestos como objetivo los bancos centrales de cara a la segunda mitad del año, provocando cierta incomodidad en los organismos y sus funcionarios. “En las economías en desarrollo, existe el riesgo de que aumente la volatilidad política debido al aumento del coste de los alimentos. No obstante, tanto los precios de los alimentos como los de la energía podrían bajar sustancialmente cuando cesen las hostilidades entre Rusia y Ucrania, ya que ambos están muy por encima de los costes marginales de producción a largo plazo”, indica.

Por todo ello, además del coste que supone mantener el despliegue militar, a Rusia le queda retirarse asegurando algunos de sus objetivos geopolíticos “ficticios”, tal y como los califica este experto. “Esto también podría proporcionar cobertura política dentro de Rusia. La renta variable europea, en particular, respondería favorablemente a esta evolución, mientras que los precios de la energía y los alimentos probablemente caerían con fuerza”, argumenta. Aunque este escenario pueda parecer remoto, George apunta a que la situación es muy cambiante en estos momentos, y un ejemplo de ello es la posición de las potencias occidentales en cuanto a las sanciones.

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