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Donald Trump, presidente de Estados Unidos.Gage Skidmore

La Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM), que comienza este viernes 14 y se extiende hasta el domingo 16, ha cobrado un especial protagonismo en las últimas horas. El motivo no es otro que el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que su homólogo ruso, Vladimir Putin, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, han acordado iniciar las negociaciones para poner fin a la guerra. El anuncio, no obstante, pone más presión sobre un cónclave que ya prometía ser tenso.

Y es que, tras décadas de cooperación transoceánica en prácticamente todos los frentes, las relaciones entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos no están en su mejor momento. Los numerosos aranceles impuestos o anticipados por Trump no han gustado al club comunitario, que ha prometido responder de forma "firme y proporcionada" a las medidas del mandatario estadounidense. Pero las tensiones también se han extendido al plano de la defensa.

La política de "Estados Unidos primero" ha dado un vuelco a las relaciones en materia de seguridad. En los últimos tiempos, el presidente de EEUU ha asegurado que Europa "ha estafado" a EEUU "tanto en el ámbito comercial, como en el de la OTAN". Además, el presidente de EEUU ha amenazado con "dejar de proteger" al continente "si no pagan", es decir, si no aumentan el gasto en defensa para financiar a la OTAN. De hecho, Trump ha llegado a amenazar con anexionarse territorios comunitarios como Groenlandia, que se encuentra bajo el control de Dinamarca.

Asimismo, tras el anuncio de Trump, todos los focos están puestos ahora en lo que Keith Kellogg, el comisionado de EEUU para Ucrania, explique en la CSM sobre el posible plan de paz en Ucrania. En este sentido, los primeros indicios apuntan a que la situación podría tensarse todavía más entre los numerosos jefes de Estado y de Gobierno que asistirán al cónclave de Múnich.

UN ACUERDO DE PAZ COMPROMETIDO

Por un lado, el posible plan de paz para Ucrania despierta la preocupación de los principales líderes a este lado del Atlántico. Este jueves, distintas publicaciones como 'Financial Times' o 'Bloomberg' ponían de manifiesto el malestar de distintas figuras de la UE ante lo que consideran que es una negociación a sus espaldas o, directamente, una "traición".

Por ejemplo, el rotativo británico recoge recoge las declaraciones de más de media docena de altos funcionarios comunitarios, que esperan que Trump exija a Europa que financie la reconstrucción de Ucrania. "Los estadounidenses no ven un papel para Europa en las grandes cuestiones geopolíticas relacionadas con la guerra. Va a ser una verdadera prueba de unidad. Trump nos ve como mero dinero. Y, francamente, no hemos sido claros sobre lo que sería nuestro asiento en la mesa a cambio de ese dinero", explica uno de estos funcionarios.

Asimismo, las declaraciones de Pete Hegseth, secretario de Defensa de Estados Unidos, ha esbozado algunos de los términos del acuerdo de paz que podría plantear Trump. Por ejemplo, que EEUU no desplegará tropas en Ucrania, pero sí deberá hacerlo Europa, que también deberá incrementar sus compras de equipo militar a EEUU para donárselas a Ucrania. Además, Hegseth ha subrayado que el país deberá ceder algo del territorio perdido ante Rusia si quiere conseguir la paz y, además, debe olvidarse de la entrada en la OTAN.

Holger Schmieding, economista jefe de Berenberg, cree que el éxito de este acuerdo "podría ser un gran beneficio para Ucrania y toda Europa", incluso si Europa aceptara "cubrir la mayor parte del costo de la reconstrucción de Ucrania y de la disuasión de futuras agresiones rusas". Coste, por cierto, que 'Bloomberg' calcula que podría ascender a más de 3 billones de dólares en los próximos 10 años.

No obstante, hay dos condiciones innegociables para este experto: en primer lugar, que los socios atlánticos "presionen lo suficiente" a Putin "para obligarlo a negociar de forma seria" y que no utilice las negociaciones "como una cobertura para continuar con su agresión"; y en segundo lugar, que el resultado sea "genuinamente aceptable" para Ucrania, ya que cualquier acuerdo que desestabilice al país "equivaldrá a una victoria 'de facto'" para Putin, lo que podría tener consecuencias no deseadas para Ucrania… y para Europa en su conjunto.

"Si Trump está buscando un acuerdo que cumpla con estas condiciones sigue siendo una pregunta abierta. Incluso si la guerra termina en términos genuinamente aceptables para Ucrania, las relaciones entre Europa y Rusia no volverán a ser lo que eran antes. Si bien el tránsito de gas a través de Ucrania podría reanudarse, no esperaría que el gasoducto Nord Stream se reabra a pesar de las objeciones polacas, al menos no mientras Putin esté en el poder", reflexiona.

Con todo, Schmieding subraya que "mantener a Rusia a raya en Ucrania" es "la mejor inversión para la seguridad europea". En caso de un eventual armisticio que aún deje a Rusia bajo control de partes de Ucrania, cuatro elementos serían cruciales: que Ucrania no sea presionada para aceptar concesiones excesivas; que Ucrania consiga un "sólido" apoyo militar, ya que la entrada en la OTAN parece una quimera; que no se levanten las sanciones occidentales contra Rusia, ya que podría reponer sus "maltrechas" fuerzas armadas; y que los defensores de Ucrania no reconozcan nunca de forma oficial ninguna conquista rusa.

El experto de Berenberg cree que hay razones para pensar que se evitará "el peor de los escenarios", aunque también reconoce que un acuerdo de estas características auspiciado por Trump "parece una pregunta muy abierta, por decirlo de manera suave". "Podría salir todo muy bien, o todo muy mal", sentencia.

AUMENTO DEL GASTO EN DEFENSA

La comparecencia de Hegseth también ha levantado preocupación por el futuro de la OTAN. Y es que el secretario de Defensa estadounidense ha vuelto a advertir a los socios de la Alianza Atlántica de las consecuencias a las que se enfrentan si no aumentan el gasto en defensa, ya que EEUU prioriza la defensa en el Pacífico ante China.

"Estados Unidos ya no tolerarán una relación desequilibrada que fomente la dependencia. Más bien, nuestra relación priorizará empoderar a Europa para que asuma la responsabilidad de su propia seguridad. Estamos aquí para expresar directa e inequívocamente que las duras realidades estratégicas impiden que los Estados Unidos se centren en la seguridad de Europa. El 2% (del gasto del PIB en defensa) no es suficiente: el presidente Trump ha pedido un 5%, y estoy de acuerdo", ha afirmado.

Pero no ha sido el único. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha pedido a los países miembros que alcancen el 2% de inversión en defensa "más pronto que tarde", una cuota que no cubren todos los aliados. En concreto, de los 32 países miembros de la Alianza Atlántico, solo 8 no alcanzan este umbral, como es el caso de España.

"Espero que incluso más aliados alcancen y, en muchos casos, superen el objetivo del 2% en 2025. Estamos viendo progresos sustanciales, pero tenemos que hacer mucho más para tener lo que necesitamos para disuadir y defender. Y para que haya un reparto más equitativo de la carga", expresó Rutte, quien también ha recordado que será necesario aumentar este gasto al 3% para asumir la inversión en recursos militares para mitigar la amenaza rusa.

Polonia y los países bálticos invierten casi el 5% que exige Trump, mientras que otros países, como Reino Unido y las naciones nórdicas, se han comprometido a alcanzar esta cifra este año. Un tercer grupo, el más grande, se muestra reacio a aumentar el gasto drásticamente, ya sea por razones económicas o por su percepción de la amenaza rusa, incluso si eso es lo que quiere Trump.

"No creo que muchas naciones se comprometan de inmediato a alcanzar el 5%, porque gran parte del ritmo al que pueden avanzar depende en gran medida del desempeño de sus economías", destaca Karen Pierce, la embajadora saliente del Reino Unido en EEUU, en declaraciones concedidas a 'Politico'.

Esta preocupación no se limita a Europa. En otra entrevista concedida a 'Politico', François-Philippe Champagne, ministro de Defensa de Canadá, se muestra más preocupado por la capacidad industrial para absorber esa inversión. "¿Cuántos submarinos podemos producir? ¿Cuántos destructores? ¿Cuántos aviones? ¿Cuántos propulsores? Esa es realmente la cuestión", señaló.

Por ejemplo, EEUU gasta aproximadamente el 3,4% del PIB en defensa, unos 850.000 millones de dólares… y sus fabricantes de armas ya tienen dificultades para satisfacer la demanda del Pentágono y sus aliados. Aumentar el gasto al 5% del PIB implicaría un presupuesto de defensa de 1,5 billones de dólares al año, algo difícil de sostener.

La situación es peor entre los socios europeos. Algunos países, como Lituania o Estonia, han dicho que no podrán alcanzar el 5% sin fondos de la UE, mientras que Polonia y otros países buscan cambios en las reglas comunitarias para aumentar sus presupuestos de defensa sin violar los límites de déficit y deuda del bloque. Otros países lo tienen más complicado por pura matemática, como es el caso de Francia: para que el país galo alcanzase el objetivo del 3% del gasto del PIB, tendría que invertir 30.000 millones de euros adicionales sobre los 50.5000 millones que gasta cada año. De hacerlo, aumentaría todavía más un déficit que supera el 6,6% del PIB del país vecino.

Según Rutte, los estados de bienestar europeos necesitan redirigir "una pequeña fracción" del gasto en pensiones, salud y seguridad social a la defensa. El argumento es que una guerra costaría mucho más y alteraría drásticamente el estilo de vida europeo en mayor medida que una leve reducción del gasto social ahora. Hasta ahora, pocos países han aceptado esta idea. "Tomar medidas de austeridad para recortar educación, sanidad y bienestar para financiar la defensa no es una solución sostenible", afirmó la ministra de Defensa de Lituania, Dovilė Šakalienė.

Elevar el gasto en defensa al 4% del PIB (todavía por debajo del umbral marcado por Trump) implicaría una reasignación del 6% del gasto público, según un informe de Moody’s sobre las seis principales economías europeas. "Como los impuestos en Europa ya son altos, los ajustes presupuestarios sostenibles probablemente requerirán recortes en el gasto. Sin embargo, es poco probable que los votantes los apoyen", señalaron estos expertos.

INVERSIÓN EN EL SECTOR DEFENSA

Por su parte, Morgan Stanley cree que es posible alcanzar este nivel de gasto mediante déficits si se relajan las reglas fiscales de la UE.

El análisis de la firma estadounidense también refleja que el gasto europeo adicional podría dirigirse "de manera desproporcionada" al equipamiento militar debido a la necesidad de elevar estructuralmente los niveles de preparación: hasta un 140% en su escenario base y hasta un 240% en su escenario optimista para 2030.

En este contexto, valores del sector defensa europeo, como BAE Systems o Leonardo, podrían ser los grandes beneficiados. Según Citi, si el gasto en defensa de Europa llega al 3% del PIB a medio plazo, "esperaríamos que añada un 30% adicional a las valoraciones de todo el sector".

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