- Las elecciones en Holanda, Francia y Alemania del próximo año podrían llevar al poder a este tipo de partidos
- Las células terroristas también se ven favorecidas por la fractura social de estos discursos
Europa despide 2016 bajo la sombra del terror. El reciente atentado en un mercado navideño de Berlín y el brutal asesinato del embajador ruso en Turquía han instalado de nuevo el miedo entre la población europea. Un peligroso sentimiento ante los relevantes eventos políticos que se avecinan en 2017.
Holanda, Francia y Alemania acudirán a las urnas el próximo año para elegir su futuro. Tres países de vital importancia en la vertebración de la Unión Europea que, en la actualidad, comparten dos fenómenos sociales: receptores de inmigración proveniente del mundo árabe y actividad del terrorismo islámico dentro de sus fronteras.
Dos ingredientes que la ultraderecha une en la misma receta. El Partido por la Libertad de Geert Wilders en Holanda, el Frente Nacional con Marine Le Pen en Francia y Alternativa por Alemania liderado por Marcus Pretzell han logrado auparse en las encuestas de sus respectivos comicios con un discurso de miedo e islamofobia.
Cada atentado terrorista con carácter islámico respalda la posición de estos partidos. Como valora el politólogo Manuel Mostaza, “primero fue la crisis económica, luego el descontento con los partidos convencionales y, ahora, estas formaciones populistas han alcanzado su máximo nivel con la crisis migratoria de los refugiados”, apunta.
La crisis de seguridad es, junto a la economía, la principal preocupación de la sociedad europea. “Son crisis de percepciones y este tipo de líderes, como Le Pen, han aprovechado para definirlo como ganadores y perdedores de la globalización”, considera Mostaza.
Una fórmula que ha mostrado su utilidad en Estados Unidos, como recuerda Antonio Díaz Fernández, autor del libro 'Espionaje para políticos', “Donald Trump definió a los mejicanos como violadores y a los musulmanes como terroristas en la campaña que le llevó a la Casa Blanca. Este mensaje populista apela a la identidad y a la seguridad. Con cada atentado refuerzan su diagnóstico”, indica.
Cada atentado terrorista con carácter islámico respalda la posición de los partidos de ultraderecha
La reciente tragedia de Berlín demuestra este fenómeno. Geert Wilders, Marine Le Pen y Marcus Pretzell estaban de acuerdo en quién era el culpable: "Estos son los muertos de Merkel", señalaban a través de las redes sociales como denuncia a la permisividad con la inmigración de la canciller alemana. El británico Nigel Farage también se sumó a esta acusación.
UNA FRACTURA DE MAYORÍAS
En enero de 2016 y dos días después del atentado en el semanario Charlie Hebdo, la Fundación Bertelsmann publicaba un estudio realizado en el país que actualmente mayor población musulmana posee en Europa, Alemania. Esta investigación concluyó que el 57% de los encuestados consideraba una amenaza la religión de Mahoma, el 40% dice sentirse como extranjero en su propio país y un 24% vetaría cualquier tipo de inmigración a los musulmanes.
Una posición muy preocupante si se tiene en cuenta la gran población musulmana que reside en Europa. En datos de 2015, la ciudadanía de origen musulmán representaba el 3,8% de la población total europea, un total de 19 millones de habitante en la Unión Europea. La mayoría son sunitas con una minoría de chiitas. Los países con mayor porcentaje de población musulmana son Francia, Bélgica, Holanda, Reino Unido, Alemania y Suecia.
Pero esta cifra irá a más. Según el instituto Pew Research Center, la población musulmana será el 4,09% en la Unión Europea en 2020. Y, en 2050, crecerá hasta el 8,12%. Reino Unido, Alemania y Francia serán los países que mayor número de ciudadanos musulmanes alberguen.
EL YIHADISMO APLAUDE A LA ULTRADERECHA
La desconfianza de la opinión pública ante la inmigración, en su mayoría de origen musulmán, no solo beneficia al populismo de derecha. La no integración y el descontento de los habitantes musulmanes en Europa aumenta las probabilidades del yihadismo para reclutar nuevos integrantes.
Para el experto en terrorismo yihadista, Juan Avilés, “el objetivo de grupos como ISIS es fomentar la fractura entre occidente y el mundo musulmán”. “Existen atentados más elaborados por cúpulas terroristas en Europa que buscan la reacción de la población y otros que son obra de actores solitarios que evidencian esta epidemia ideológica”.
Los datos de la Oficina Europea de Policía (Europol) sobre este fenómeno no son alentadores. Según un informe publicado el 2 de diciembre, dos semanas antes del atentado en Berlín, el autodenominado Estado Islámico dispone de docenas de militantes en suelo europeo, por lo que es probable que continué con su actividad en Europa.
Además Europol evalúa la amenaza que representa el grupo yihadista en la Unión Europea, y señala además que el número de militantes de Daesh en el territorio de los Veintiocho puede aumentar a medida que el Estado Islámico pierde terreno en Irak y Siria. “Este efecto expansión puede producirse en 2017, porque el califato será insignifcante”, apunta Avilés. Un dato que no pasa desapercibido para los populismos de extrema derecha.
Los partidos de 'siempre' se enfrentan a un importante reto. Su objetivo proponer la derrota de la actividad terrorista mediante los servicios de inteligencia y policiales controlar muy de cerca estos flujos migratorios y, en lo posible, detectar y neutralizar a los posibles yihadistas. Todo ello con un discurso moderado que le diferencia de los populismos que utilizan la actividad terroristas para su causa.
EUROESCEPTICISMO DE SEGUNDO PLATO
La peligrosa simbiosis entre yihadismo y ultraderecha amenaza el futuro de Europa. El ascenso de estos partidos llevarían al 'eurocabreo' al poder, ya que proponen “volver a la esencia nacional que se perdió en en el Tratado de la Unión Europea como solución a sus problemas”, como asegura Antonio Díaz Fernández. Tras el Brexit, 2017 podría ofrecer un escenario de 'nedxit', ' frexit' o 'germexit'.
Los llamados partidos populistas de ultraderecha han dejado de ser una minoría radical en Europa para convertirse en una posibilidad de Gobierno en los principales países del continente. Su receta, con el ingrediente fundamental de la inmigración, ha sido sencilla: llegaron con la crisis económica, se quedaron con la crítica al establishment y su trampolín definitivo puede ser la crisis de seguridad que le ofrece el yihadismo.