La nueva oferta presentada esta semana pasada por Argentina para reestructurar bonos por valor de 66.238 millones de dólares no ha recibido el apoyo de la mayor parte de los acreedores, pero han señalado que “está en la dirección correcta y es la base para continuar con las negociaciones”.
La enmienda, cuyo plazo de adhesión cierra el 4 de agosto, eleva el valor presente neto implícito en la oferta de 40 dólares por cada 100 dólares de deuda a canjear de la propuesta de abril a un valor promedio de 53,5 dólares en la nueva oferta.
Es, según ha asegurado el Gobierno de Alberto Fernández, el "máximo y último esfuerzo" que Argentina puede hacer para con sus acreedores, y acorta las distancias, aun persistentes, con el valor exigido por los diversos grupos de acreedores, que, como máximo, llega a 62 dólares, según recoge Efe. En general, los nuevos términos elevan el valor de recuperación a alrededor del 55%, con base en un rendimiento de salida del 10%, “una mejora significativa a la oferta original en abril (valor de recuperación de aproximadamente 30%)”, indica Eirini Tsekeridou, analista de renta fija, Julius Baer.
Sin embargo, el grupo de tenedores de bonos de intercambio y el grupo de tenedores de bonos argentino ad-hoc, en el que figuran firmas como Black Rock, emitieron una declaración conjunta donde afirman que no cumple con sus expectativas y, por lo tanto, la rechazan. Sin embargo, seguirán con las negociaciones después de que estas se hubieran interrumpido en las últimas semanas.
Con todo, el paso del Gobierno argentino ha sido valorado por el Fondo Monetario Internacional como un "paso importante" para alcanzar un acuerdo y dos de los grandes fondos acreedores, Gramercy y Fintech, ya anticiparon que la apoyarán. “Esperamos que los grupos de acreedores reanuden las negociaciones con Argentina, exigiendo concesiones adicionales”, indica Tsekeridou. “Con Argentina declarando esta propuesta final como lo mejor que puede hacer, todavía no se vislumbra un acuerdo completo con los acreedores”, redondea.