• El problema es aplicarlo retroactivamente a hipotecas que ya no se pueden cambiar
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Los españoles somos culturalmente muy del gratis total o, como mínimo, del menor coste posible. De ahí que no funcionen los contenidos de pago en Internet, que batamos récords de piratería (aunque parece que empezamos a acostumbrarnos a pagar por formatos como Netflix) o que busquemos que nos quiten las comisiones en nuestra oficina bancaria. Y eso, por supuesto, se traslada a las hipotecas, donde queremos los mejores tipos de Europa y que el banco corra con todos los gastos.

Muchas veces nos olvidamos de que en España disfrutamos de las hipotecas con los tipos más bajos de Europa, también inferiores a los de EEUU. Es verdad que ahora no llegamos al Euribor+0,35 de la burbuja, pero ya hay ofertas de Euribor+0,79. Estos niveles, con los tipos oficiales en negativo, significan que el grueso de los hipotecados llevan años sin pagar prácticamente intereses por sus préstamos. Dinero gratis.

Los bancos no son una ONG, sino un negocio que consiste en ganar dinero por los intereses de los préstamos que conceden. Si el cliente no paga intereses, el banco no gana dinero. Esa es la situación actual y lo será mientras el BCE no empiece a subir los tipos. Para evitarla, precisamente, se establecieron las cláusulas suelo, con las que la entidad se garantizaba un ingreso mínimo aunque los tipos se desplomaran. Unas cláusulas que no son ilegales, recordemos; se anularon porque no avisaron a los clientes de su existencia. El sector tiene mucho que mejorar en sus prácticas comerciales.

Ahora nos encontramos con el mismo problema con el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados. Más allá de que es discutible que tenga sentido este impuesto, lo cierto es que al que le interesa que la hipoteca se escriture es al banco para poder ejecutar la vivienda en caso de impago. Luego es lógico que lo pague él, como ha sentenciado el Supremo. Eso no va a suponer a partir de ahora un gran cambio: el banco subirá el interés o incluirá una comisión para resarcirse, con lo que el cliente al final va a pagar lo mismo. Por eso han bloqueado el acceso a las hipotecas en sus webs, para adecuar las condiciones cuando el Alto Tribunal se aclare consigo mismo.

RETROACTIVIDAD E INSEGURIDAD JURÍDICA

El problema, por tanto, no es ese. El problema es la retroactividad. Obligar a la entidad a pagar los impuestos de los últimos años sin poder repercutirlos al cliente en los intereses ni en las comisiones. Porque eso es lo que puede provocar un agujero en unos bancos que, como se ha dicho, no ganan dinero. Esta semana comienza la presentación de resultados y, aunque darán beneficios porque reducirán aún más los saneamientos, los márgenes, lo que mide el negocio de verdad, seguirán cayendo.

El razonamiento demagógico que muchos hacen es "qué bien, que paguen los bancos y no lo puedan repercutir al cliente". En este país sabemos demasiado bien lo que implica meter a los bancos en pérdidas como para pensarlo dos veces: pérdida de los ahorros de su vida para los pequeños inversores y rescates con dinero público. Sin olvidar que las nuevas normas de resolución pueden afectar también a los depósitos.

Más allá de eso, la sentencia del Supremo dispara la inseguridad jurídica y ahuyenta a los inversores internacionales cuyo dinero es imprescindible para nuestra economía. Y eso, antes de la revisión de la sentencia anunciada el viernes. En todo caso, debemos ser conscientes de que no podemos tenerlo todo. Tenemos el sistema hipotecario más competitivo y con mejores condiciones de Europa. No podemos pretender además que los bancos paguen todo y no lo puedan repercutir. O se acabará ese sistema para siempre.

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