• Sin asumir riesgos será imposible superar el encarecimiento del coste de la vida en 2017
  • Con los depósitos o la deuda soberana se pierde dinero con la actual tasa de inflación
Cerdito hucha

Ahora sí que sí. No hay escapatoria. En los últimos años, las reducidas tasas de inflación -por debajo incluso del 0%- permitían que el bajo rendimiento de los depósitos todavía fuera rentable en términos reales. Pero ya no. Con la inflación de vuelta y los tipos de interés oficiales en el 0%, el binomio rentabilidad-riesgo emerge para recordar que sin una pizca -o más- del segundo, no habrá nada del primero.

Es lo que tiene la denominada 'represión financiera', es decir, la maquinaria que el Banco Central Europeo (BCE) -como todos los grandes bancos centrales durante la crisis- ha puesto en marcha con el objetivo, por un lado, de aligerar la carga de las deudas y, por otro, de que el dinero no se embalse, sino que se mueva, como mecanismos para fabricar crecimiento e inflación. La palanca que la activa son los tipos de interés. Con el precio oficial del dinero bajo el 0,5% desde 2013 y directamente en el 0% desde marzo de 2016, la entidad presidida por Mario Draghi envía un incentivo claro: con el dinero parado o destinado a los productos de ahorro e inversión más conservadores -como los depósitos-, no habrá rentabilidad, con lo que no queda otra alternativa que asumir riesgos y mover ese dinero hacia activos o mercados -como la bolsa- que pueden ayudar a reactivar el crecimiento económico.

Los ahorradores más conservadores ya llevan años soportando la represión financiera derivada de los bajos tipos de interés. Pero es ahora, con el repunte de la inflación, cuando notarán más sus efectos

El problema con el que se ha encontrado Draghi es que la inflación también se ha situado en niveles muy bajos en los últimos años. De hecho, ha estado por debajo del 0%. En España, ha arrojado tasas negativas casi sin descanso durante dos años seguidos, entre el verano de 2014 el de 2016. Y aunque esta realidad ha restado eficacia a la represión financiera -si los tipos oficiales son más altos que la inflación, el ahorro conservador aún es rentable en términos reales-, por otro lado ha supuesto un alivio para el bolsillo de los hogares o los pensionistas. Al fin y al cabo, un depósito a 12 meses con un rendimiento del 0,25% seguía siendo rentable en términos reales -es decir, restando el encarecimiento del coste de la vida- puesto que la inflación se encontraba por debajo del 0%.

YA NO HAY ESCAPATORIA

Pero el problema está cambiando de bando. La inflación está de vuelta. Y extrema el desafío de las condiciones financieras actuales para las personas cuyo perfil inversor o cuya situación económica no encaja con la asunción de riesgos a la hora de ahorrar o invertir.

Después de que la inflación ya repuntara en diciembre en España hasta el 1,6%, en enero, y según el dato provisional, ha dado un salto aún mayor, hasta el 3%, el dato más alto desde 2012. Más allá de los datos temporales que figuran tras este salto, como los relacionados con el petróleo y la luz, estos datos ya ponen de manifiesto hasta qué punto la situación está cambiando. Y que, sobre todo, resalta lo mucho que habrá que hacer trabajar a la cartera para remontar ya estos niveles.

Porque, desde luego, con los productos más tradicionales, que habitualmente son los que muchas familias tienen más a mano, no va a bastar. Los últimos datos del Banco de España (BdE), correspondientes a noviembre, así lo evidencian. La rentabilidad media de los depósitos a la vista se limita al 0,07% de media, en tanto que la de los nuevos depósitos se sitúa en el 0,11% a un plazo de 12 meses, en el 0,15% entre 12 y 24 meses y en el 0,11% en las imposiciones de más de dos años. Al cierre de ese mismo mes, los hogares acumulaban 761.400 millones de euros en depósitos, también según las estadísticas del BdE. Con las letras del Tesoro y los bonos españoles a más corto plazo el panorama es aún más desalentador: sus rendimientos están por debajo del 0%. Incluso el rendimiento de las obligaciones a 10 años, situado en el 1,4%, es inferior a la tasa de inflación de diciembre.

El escenario, por tanto, ofrece pocas dudas. Y muchos retos. "En 2017 ha desaparecido el producto para el ahorro conservador", certifica Pau Monserrat, director editorial de iAhorro.com. "Sin asumir riesgos se perderá dinero", remacha.

RIESGO... AL CUADRADO

Pero aún hay más. Precisamente porque la represión financiera lleva años en marcha -los tipos llevan bajo el 1% desde 2008 en EEUU, desde 2009 en Reino Unido y desde 2012 en la Eurozona-, y su presencia ha ido restando atractivo a ciertos productos o activos -como los depósitos o la deuda soberana-, asumir riesgos implica llegar a activos cuyo precio puede estar inflado precisamente por haber recibido el dinero proveniente de esas alternativas más conservadoras.

"Dado que la represión financiera ha durado tanto, no solo en EEUU, sino también en gran parte del mundo, la sobrevaloración se ha convertido en un problema mucho más extendido que en anteriores ciclos de mercado; así, por ejemplo, en 2000 estuvo mucho más concentrada en el sector tecnológico", avisa Sebastian Radcliffe, gestor del fondo Jupiter North American Equities. Y añade: "A consecuencia de ello, el batiburrillo de acciones y activos que han prosperado a la sombra de la compresión de los tipos de los bonos, y que abarca desde empresas de servicios públicos hasta valores de crecimiento agresivos, va a estar en riesgo ahora".

El BCE ya ha recibido fuertes críticas, principalmente desde Alemania, por el impacto de sus políticas en los ahorradores

Es decir, en este escenario no bastará con asumir riesgos, con invertir en bolsa o en bonos de empresas, y ya está, sino que habrá que ser especialmente cuidadosos. Y selectivos. Otro dato lo constata: hasta noviembre de 2016, únicamente 4 de las 23 categorías de fondos de inversión que distingue Inverco registraban rendimientos del 2% o más en el ejercicio. Con el aditivo de que los tipos de fondos más conservadores, como los focalizados en la renta fija, contienen un riesgo considerable precisamente porque vienen de los precios más altos de siempre y los intereses más bajos de siempre.

Para Pau Monserrat, este contexto conduce a una doble obligación para los ahorradores. La primera, formarse. "Al tener que dirigirse hacia productos con más riesgos, exigirá un mayor conocimiento para entender el producto que se está contratando", explica. Y la segunda, tener criterio propio. "Por norma general no se debe contratar sin más el producto o fondo que recomienda el banco. Hay que buscar más alternativas, lo que supone una complicación adicional", concluye.

A LA ESPERA DE LA NORMALIZACIÓN

El nuevo año, por tanto, se presenta exigente para los ahorradores. Y en la medida en que lo sea también supondrá una presión adicional sobre el BCE, que en los últimos meses ha venido recibiendo crecientes críticas, procedentes principalmente de Alemania, acerca de que su política de bajos tipos de interés estaba expropiando riqueza a los depositantes y pensionistas alemanes. Con la inflación germana repuntando hasta una tasa interanual del 1,7% en diciembre, el nivel más alto en tres años, la polémica no dejará de crecer en los próximos meses. Y tiene visos de extenderse a más países, entre los que, como consecuencia también del retorno de la subida de los precios, figurará ya España.

"El surgimiento de la inflación en diciembre, aunque ampliamente esperada, pone al BCE en una difícil situación", confirma Jean-Michel Six, economista jefe de S&P Global para Europa. Esta tesitura marcará el primer cónclave monetario de la institución, que tendrá lugar el 19 de enero, aunque por ahora en la hoja de ruta del BCE siguen sin atisbarse las subidas de los tipos. En diciembre, de hecho, prolongó sus estímulos más extraordinarios, correspondientes a la compra de activos en el mercado, hasta finales de 2017, y las expectativas del mercado continúan ubicando el aumento de los intereses, como pronto, en 2018, con lo que los ahorradores tienen por delante un largo -y desafiante- 2017.

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