En la etapa posterior a la jubilación, los inversores tienen necesidades muy distintas respecto a la etapa de acumulación, lo que significa que esto implica que los riesgos asociados a la inversión son también diferentes. Si antes del retiro laboral el principal es la falta de crecimiento del capital, tras la jubilación surgen tres riesgos importantes: el de secuencia, el de longevidad y el de inflación. ¿Qué supone cada uno?
Noticia relacionada
¿Cómo usar los ahorros una vez jubilado? Los cuatro factores que hay que tener en cuentaEl riesgo de secuencia plantea un problema especial para los jubilados, como explica el director de Soluciones de Ingresos de Jubilación de Capital Group, Philip May. Si retiro fondos de mi cuenta de jubilación en mercados bajistas, corro el riesgo de consumir mi capital a un ritmo acelerado y de quedarme sin dinero antes de lo esperado. Por lo tanto, los activos volátiles comportan más riesgo en la jubilación, pero al mismo tiempo sigo necesitando activos reales que me puedan proteger frente a la inflación, además de poder brindarme un crecimiento del capital e ingresos durante, quizás, los 20 años o más que viva como jubilado.
Destaca que el panorama mundial de la inversión para la jubilación está cambiando. Si antes la prioridad era acumular activos para usarlos en el futuro, ahora, con el envejecimiento de las poblaciones, invertir para después de la jubilación ha cobrado más importancia. Además, el contexto económico ha dado un brusco giro debido a la convulsión económica provocada por el Covid-19. Aumenta la probabilidad de que los tipos de interés se mantengan aún más bajos durante más tiempo, las fuentes de ingresos que antes se consideraban fiables, como los ingresos por dividendos procedentes de bancos y los alquileres de inmuebles, se han vuelto vulnerables, y los recortes de dividendos han afectado a los fondos de rentas, mientras que algunos fondos inmobiliarios han echado el cerrojo, lo que impide a los inversores acceder a su dinero.
¿CÓMO DECIDIR LA INVERSIÓN?
Los expertos de Capital Group dividen la inversión en la jubilación a partir de la creación de un método constituido por cuatro cuadros. Se incluyen dos categorías de gasto: gastos de manutención (los básicos) y gastos en estilo de vida (gasto discrecional). Y también dos categorías de reservas: un fondo de contingencias (dinero para imprevistos) y una hucha que se dejará como herencia para la próxima generación.
De esta manera, a cada una de estas categorías de gastos o de reservas le corresponde una cartera diseñada según las necesidades específicas del jubilado. Como explican, las carteras diseñadas para financiar gastos de manutención tenderán a ser relativamente conservadoras como reflejo del carácter permanente de estos desembolsos, mientras que las carteras que cubren gastos en estilo de vida pueden ser más equilibradas, dado el carácter más discrecional de este tipo de gastos. Las reservas para contingencias consistirán básicamente en efectivo o bonos a corto plazo, mientras que las reservas para herencias deberían ser principalmente activos que puedan protegernos frente a la inflación a lo largo del tiempo.
GASTOS Y RESERVAS
En concreto, los gastos de manutención diarios y predecibles deben venir cubiertos por un flujo periódico de ingresos seguros. Para muchos inversores, esto podría cubrirse con la pensión estatal, un plan de rentas de prestación definida promovido por el empleador o una renta vitalicia. Para los inversores que tratan de sufragar estos costes con fondos de su propia cuenta de pensiones, su instinto podría ser invertir en activos monetarios por defecto.
Sin embargo, las rentabilidades que ofrecen estos activos probablemente no basten para compensar la inflación y los desembolsos de fondos que se realicen de una clase de activos sin potencial de revalorización ni de proporcionar unos ingresos periódicos significativos pueden agotar rápidamente las reservas de capital. En este caso, una opción de inversión más adecuada podría ser una asignación complementaria que esté compuesta en gran medida por bonos. La exposición a renta fija puede funcionar mejor para lograr tasas seguras de retiro, además de tener un notable potencial de conservación del capital.
Por su parte, los fondos para contingencias no están concebidos para ofrecer unos ingresos periódicos que permitan cubrir necesidades de gastos, por lo que el rendimiento no es necesariamente un factor a tener en cuenta. Sin embargo, para revalorizarse por encima de los exiguos tipos de interés actuales, los bonos a corto plazo de alta calidad, que ofrecen una buena liquidez, podrían ser un complemento de las posiciones compuestas exclusivamente por activos monetarios.
Desde Capital Group también señalan que el gasto discrecional que recoge la categoría estilo de vida no tiene la misma necesidad de ingresos seguros y predecibles que los gastos de manutención diaria, por lo que conviene más tener activos cuyos flujos de ingresos y valores de capital sean variables. Habitualmente, esto podría hacerse con una combinación de acciones y bonos. No obstante, los jubilados podrían tener una tolerancia a la volatilidad y capacidad de asumir pérdidas distintas, en función de sus prioridades de gasto en la jubilación. Por lo general, los inversores con una mayor flexibilidad financiera suelen tener una mayor tolerancia a la variabilidad de las rentabilidades, lo cual puede verse reflejado en la combinación de activos subyacentes.
Por último, las inversiones concebidas con fines de dejar una herencia están reservadas principalmente a aquellos que gozan de un mayor patrimonio, aunque una amplia gama de jubilados en muchos países procurarán tratar sus viviendas como bienes destinados a herencia. Para aquellos que consideran su residencia principal como un activo destinado a herencia, quizás no sea necesaria ninguna solución de inversión. Sin embargo, para los que tienen como objetivo construir una cartera de inversiones independiente destinada a herencia, los fondos de renta variable y multiactivos podrían ser unos candidatos idóneos para esta categoría.