ep banderas en la sede de la comision europea en bruselas
Banderas en la sede de la Comisión Europea en BruselasAMIO CAJANDER/FLICKR - Archivo

Los estados de la Unión Europea (UE) cuentan con escasamente 10 días para acercar posturas con Hungría y Polonia y desatascar el Fondeo de Recuperación y Resiliencia (RFF) de 750.000 millones, vinculados al presupuesto para los Veintisiete de 2021-2027 (de 1,8 billones de euros). Se espera que antes de la cumbre del 10 y 11 de diciembre, Alemania -que ejerce la presidencia de turno de la UE- presente una propuesta a Varsovia con el fin de que dejen caer el veto, pero numerosos analistas señalan que ninguno de los dos países se moverá de su cerrajón antes de finales de año, lo que es un tiro en el pie en toda regla para ambas naciones, ya que ambas salen muy beneficiadas por las cuentas del ejecutivo comunitario.

Hungría recibiría unos 15.000 millones y a Polonia 63.000 millones, entre el fondo de recuperación y el presupuesto ordinario, pero son insuficientes para ‘comprar’ el beneplácito de ambos países a las futuras intervenciones que Bruselas podría hacer en la política doméstica de dos gobiernos que no siempre actúan de acuerdo a los principios democráticos de la UE. El error de cálculo de ambos miembros es que el resto de naciones puede llegar a acordar una transferencia de fondos de emergencia para la pandemia que los deje al margen, según explican analistas de Rabobank.

De todas formas, el nuevo mecanismo acordado por los líderes comunitarios se supone que bloquea transferencias de fondos de la UE a los países que infringen las normas del club europeo en ciertas áreas como los derechos y la independencia judicial. “Este mecanismo debería proteger los intereses financieros del bloque”, comentan los expertos de la entidad holandesa, es decir, “para proteger a los contribuyentes comunitarios contra el mal uso de los fondos”. Sin embargo, Hungría y Polonia afirman que se trata de una herramienta poco tangible y por lo tanto de naturaleza política que dota a Bruselas para intervenir en asuntos domésticos.

Mientras que Hungría y Polonia se han burlado durante mucho tiempo de los valores democráticos que otros países europeos aprecian, los funcionarios de Bruselas han luchado por disciplinarlos ya que cada uno puede vetar los castigos contra el otro. “Ambos países han estado en continuo enfrentamiento con la Comisión Europea sobre cuestiones de estado de derecho en los últimos años”, aseveran desde Rabobank. Y la única manera por la que pueden oponerse al este mecanismo es mediante al veto presupuestario, ya que mientras lo primero puede ser aprobado por mayoría cualificada, lo segundo requiere una votación unánime.

“Si los países del Este mantienen su veto hasta el final, se prolongará el presupuesto existente 2014-2020”, coinciden en prever estos expertos y Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers. Las operaciones diarias de la UE continuarían simplemente replicando las asignaciones presupuestarias anteriores, pero no se podrían implementar nuevos gastos. Esto haría imposible la distribución de los fondos RFF a través de los mecanismos normales de la UE, pero también cualquier nuevo programa de los fondos estructurales "ordinarios".

Según los cálculos de Goldman Sachs, esto daría lugar a una pérdida neta para Polonia equivalente al 25% de su PIB de 2019 (repartido en los próximos 7 años) y al 15% para Hungría. “Sin embargo, existe una opción”, apunta Moëc, “replicar para el RFF el enfoque utilizado para el Mecanismo Europeo de Estabilidad y sacarlo del marco legal normal de la UE. Esto sería complejo, ya que tendría que crearse una nueva institución, y los europeos perderían la oportunidad de fortalecer los recursos propios presupuestarios de la UE, y se perdería tiempo, pero no es imposible”.

Los analistas de Rabobank también explican que esta alternativa podría basarse en un tratado intergubernamental entre todos los Estados miembros de la UE, excepto Polonia y Hungría - y posiblemente Eslovenia, ya que apoya a los otros dos países en sus reivindicaciones-. La exclusión que Francia considera seriamente “podría convencer a Varsovia y Budapest a que acercaran posturas dadas sus necesidades de fondos de la UE y su debilitada posición negociadora”, prosiguen, por tanto, “pensamos que Polonia y Hungría no tienen la ventaja en esta disputa y deberían aceptar cualquier compromiso cosmético que Berlín les ofrezca”, argumenta Moëc por su parte.

Cualquier otro desenlace “subrayaría un fracaso de la cooperación de la UE, con los riesgos que ello conlleva”, inciden desde Rabobank. Incluida una hipotética salida de Polonia del bloque comunitario, a imagen de la protagonizada por Reino Unido extremo que Varsovia rechaza por ahora, pese a que no descarta del todo ya que, en palabras de su primer ministro Mateusz Morawiecki, “abandonar el bloque comunitario a veces beneficia a Polonia, a veces no”.

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