La crisis del Covid-19 ha abierto una profunda brecha en la confianza de los ciudadanos hacia los políticos que se deja notar a diario en el juicio constante que la opinión pública somete a los dirigentes de todo el mundo. Esta dimensión de la pandemia ha dado alas de nuevo al euroescepticismo, que había disminuido en los últimos años en la Unión Europea (UE), y lo ha devuelto a niveles de la crisis crediticia, con un marcado pesimismo hacia el futuro del bloque, en niveles de 2012, según una reciente encuesta de la Comisión Europea (CE).
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"El deterioro de la UE y sus políticos", la otra derivada del lento proceso de vacunaciónA finales de 2019, la imagen de la UE había mejorado considerablemente en comparación con unos años antes. Pero según el sondeo más reciente de noviembre de 2020, las tornas se habían girado hasta los peores momentos de la crisis de la deuda soberana, cuando empezaron a proliferar las fuerzas políticas que pedían la salida de la UE o del euro. "El Brexit prosperó, pero fue un proceso doloroso", recuerda Bruno Cavalier, economista jefe en Oddo BHF. En otros lugares, los movimientos antieuropeos demostraron principalmente su incapacidad para gobernar bien (por ejemplo, en Grecia e Italia) o incluso para ser elegidos (Francia). "En consecuencia, el euroescepticismo fue en descenso", subraya.
Pero la pandemia ha resucitado este sentimiento que se hallaba aletargado, prosigue el analista. "Se acusa a la UE de graves deficiencias en el acceso a las vacunas, lo que hace necesario prolongar las medidas de restricción sanitaria con innumerables efectos adversos en los ámbitos económico, social, educativo, psicológico y financiero, entre otros". "La culpa es de la Unión Europea, la culpa es de Bruselas... Este es el tipo de argumentos que se escuchan cuando surge un problema en la región", aduce Cavalier. Una "cancioncilla" que frecuentemente "sirve para apoyar un proyecto político o para que los estados se desentiendan", prosigue. "Se trata de una aplicación de la teoría del chivo expiatorio al ámbito político", declara el experto.
Sin embargo, los hechos hablan por sí mismos. Los fallos de vacunación de la UE son patentes en comparación con otros países desarrollados. Tres o cuatro meses después del inicio de la campaña, Estados Unidos ha vacunado a cerca del 30% de su población adulta, el Reino Unido al 45% y la UE al 11% de media. "La aplicación de una política coordinada fue decepcionante", exclama el analista de Oddo BHF. "Es difícil decir hasta qué punto el retraso se debió a una serie de circunstancias excepcionales y hasta qué punto refleja una deficiencia fundamental de la UE".
"Los contratiempos de la campaña de vacunación europea son temporales y no hay certeza de que vayan a infligir un daño duradero a la imagen de la UE". Con todo, el ámbito sanitario, reconoce el analista, se ha añadido a las cuatro principales clases de sentimiento antieuropeo en un momento muy delicado para el bloque, con las elecciones generales que se avecinan en Alemania (septiembre de 2021) y Francia (abril-mayo de 2022).
EL EUROESCEPTICISMO FISCAL, EL MÁS PELIGROSO
El experto cree que la "posición antieuro, una variante de la posición antiUE, ha perdido su brillo" desde la desastrosa experiencia de Grecia en 2015 bajo un gobierno de izquierda radical". De la misma manera, el cuestionable resultado del divorcio entre los Veintisiete y Londres, ha hecho retroceder al euroescepticimso político.
En cambio, el euroescepticismo relacionado con la inmigración ha tenido repercusiones de la crisis sanitaria. "En todos los países, la libertad de circulación se ha restringido en cierta medida durante el último año para frenar la propagación del virus", refleja. "Aunque el cierre de las fronteras interiores es excepcional y se justifica en el marco del estado de emergencia, esto da un argumento a los partidos políticos que desearían que la UE adoptara medidas similares en las fronteras exteriores para controlar la inmigración ilegal", expone Cavalier
Pero es la crítica de la UE a los planes fiscales y al plan de recuperación, del que España debe recibir 140.000 millones en seis años, una de las más peligrosas. "La línea divisoria entre los países frugales y laxos resurgió el año pasado en los debates sobre la inyección de estímulos para los países del club europeo. "La crisis sanitaria ha impulsado un cambio en la doctrina fiscal de la UE hacia una mayor flexibilidad. Los criterios de déficit y deuda pública se han suspendido en 2020 y 2021 y probablemente seguirán suspendidos en 2022, ya que los niveles de actividad anteriores a la crisis no se habrán restablecido totalmente.
"En el futuro, la Comisión tiene previsto revisar sus normas fiscales. No se trata de restablecer la ortodoxia del pasado de forma idéntica. Incluso el Banco Central Europeo, que no es tradicionalmente partidario de un enfoque laxo, considera que los esfuerzos de estímulo fiscal podrían ser más fuertes o más rápidos",incide el analista. "La esperanza es que el problema de la deuda pública pueda controlarse mediante un mayor crecimiento del PIB y no, como en 2011, recortando el gasto público", redondea el economista de Oddo BHF.