- La necesidad de liquidez ante la hipoteca precipitó la creación de 'Aizoon'
- El Rey Juan Carlos intervino porque La Caixa había congelado el préstamo
Cristina de Borbón estuvo a punto de evitar el inmenso escándalo que la ha llevado a estar imputada por delito fiscal. El 15 de octubre de 2004 la Infanta y su marido, Iñaki Urdangarin, formalizaron la compra del palacete de Pedralbes por más de seis millones de euros. Si esta compra no se hubiese realizado, probablemente no hubiesen existido "Nóos" ni "Aizoon".
La Caixa llegó a echar atrás la concesión inicial del préstamo porque no se ofrecían garantías suficientes, pero una intervención personal del Rey Juan Carlos, que transfirió 1,2 millones de euros a una cuenta de su hija, reactivó la operación.
Urdangarín llegó a contar a sus amistades, según publica El Mundo, que su suegro había insistido en que “no podía tener a su hija viviendo en un piso” y que “si tenía problemas para pagar la casa, ya lo ayudaría él”. Lo cierto es que la operación provocó la necesidad de liquidez de la pareja.
El Rey Juan Carlos dijo que "no podía tener a su hija viviendo en un piso"
Los duques de Palma no podían hacer frente a la hipoteca de casi 20.000 euros al mes. Iñaki no tenía ingresos conocidos y Cristina tenía una signación de 72.000 euros al año de Casa Real y su sueldo de La Caixa de 90.000 euros.
NÓOS Y AIZOON
Miguel Teijeiro, estableció, en un folio en blanco, que la principal fuente de ingresos fuese “Nóos”, una entidad concebida como una fundación “sin ánimo de lucro”. Desde ahí, se decidió que los ingresos irían “a Aizoon”, una sociedad ficticia con labores de "asesoría".
La fundación “Nóos” empezó a recaudar dinero público en Valencia y Baleares y, en apenas 3 años de vida, consiguieron 20 millones de euros. De ahí, el dinero salía a Aizoon, una supuesta asesoría que le facturaba cantidades millonarias a la fundación para que los duques de Palma dispusiesen de ellas.
NO QUERÍAN PAGAR IMPUESTOS
El lujo en el que se instaló la familia Urdangarín-Borbón fue posible gracias a esta operación. Pero con las cantidades ingentes de dinero también llegó el incómodo momento de pagar los impuestos y de hacer todos los malabares posibles para que fuera lo mínimo posible.
Todos los gastos personales se colocaron a la empresa, además de contratar al personal de servicio en negro y firmar contratos de autoalquiler que Cristina de Borbón rubricó por duplicado, como arrendadora y como arrendataria.
Todas los trucos y disparates que inventaron para justificar una gran cantidad de gastos en su sociedad inactiva no sirvieron para nada cuando se destapó el caso. Se creyeron impunes a la justicia por ser quien eran. Por eso, la infanta y su marido no han asumido la culpa, según informa El Mundo. Cuando Cristina supo que debía sentarse en el banquillo lo único que dijo fue “no entiendo nada”.
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