• Pero si una entidad es rescatada o resuelta, perderán todo su dinero
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La memoria en finanzas es muy frágil. El mayor escándalo bancario de las últimas décadas en España, las participaciones preferentes, corre el riesgo de repetirse porque las entidades están volviendo a colocar entre sus clientes minoristas bonos que absorben pérdidas (loss-absorbing). Si alguna tiene que ser rescatada o entra en resolución, como el Banco Popular, los ahorradores perderán todo su dinero, otra vez.

Las participaciones preferentes y la deuda subordinada fueron el principal instrumento de las cajas de ahorros -y algunos bancos- para recapitalizarse al principio de la crisis, ya que no podían emitir acciones por su estructura societaria. Los inversores institucionales no se las compraban salvo que pagaran un interés estratosférico, porque eran conscientes del elevado riesgo. Y como el Banco de España les presionaba para emitirlas, lo que hicieron fue venderlas a los clientes minoristas como una alternativa a los depósitos pero con mayor rentabilidad.

Ya sabemos todos cómo acabó aquello: como el agujero de las cajas era descomunal, las preferentes fueron como una tirita para curar el cáncer, y España tuvo que pedir a Europa que rescatara a unas cuantas. Y Europa exigió que los titulares de preferentes y subordinada "compartieran la carga" del rescate porque para eso computaban como capital.

Lo cual significó que perdieron la mayoría de su dinero, con el consiguiente escándalo social ya que la mayoría no tenían conocimientos financieros e incluso había ancianos, discapacitados y analfabetos. Se arregló a base de dinero público, mediante arbitrajes gratuitos o pleitos en los tribunales, aunque la Audiencia Nacional no considera que fuera un delito.

COMPRANDO PAPELETAS PARA REPETIR LA HISTORIA

Ahora parece que estamos comprando papeletas para que la historia se repita en la próxima crisis ante la pasividad de la CNMV y el Banco de España. De nuevo, hay entidades que están vendiendo a los clientes particulares la deuda que ha sustituido a las preferentes pero que comparte con ellas el mismo riesgo: absorbe pérdidas. Esto significa que, si una entidad tiene que ser resuelta como lo fue el Popular -donde los tenedores de subordinada lo perdieron todo- o rescatada con recursos públicos, los ahorradores que compren estos productos perderán todo su dinero otra vez.

De hecho, hay títulos que, si la ratio de solvencia de un banco cae por debajo de un determinado nivel llamado trigger, se convierten automáticamente en acciones y los ahorradores que habían comprado un bono se encontrarán de repente sometidos a los altibajos de la bolsa (normalmente, a la baja si hablamos de una entidad con problemas de solvencia).

Además, ahora el sector puede pagar un interés mucho menor que en 20017 ó 2008 porque los tipos están en negativo; cualquier rentabilidad por encima del cero que dan los depósitos hace atractivos estos bonos. El problema, como en la ocasión anterior, es la comercialización: si se está proporcionando toda la información a los minoristas. Es decir, si en las oficinas les están diciendo que son títulos de alto riesgo (no son depósitos), que pueden perder toda la inversión y qué tiene que ocurrir para eso y que no está protegida por ningún fondo de garantía.

¿SE ESTÁ CUMPLIENDO MIFID II?

Es verdad que ahora está en vigor la famosa directiva MiFID II, que establece unos requisitos muy exigentes para estas colocaciones. Pero hace diez años también estaban en vigor normas muy duras que las entidades se saltaron sin pudor con tal de cumplir las exigencias de Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

Algo que no apunta precisamente en la dirección de explicaciones claras y completas es que algunos bancos están colocando las nuevas preferentes dentro de productos estructurados con su rentabilidad ligada al comportamiento de un índice bursátil o una cesta de acciones. Bastante complicado de entender es cómo funciona eso, como para comprender también que detrás de ese producto hay un bono que computa como capital y, como tal, puede perder dinero si lo pierde el banco.

Los más activos en esta venta a minorista, según Expansión, son CaixaBank, Santander, Bankinter y Sabadell, a los que hay que sumar más recientemente a Cajamar.

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