Las ventas de tabaco caen cada año y las tabacaleras tiene que reinventarse para que su negocio siga siendo rentable. El cigarrillo electrónico es uno de los productos que más están desarrollando en los últimos años, pero no es el único. Algunas de estas compañías están apostando por invertir en cannabis, ya que puede ofrecer un gran rendimiento a futuro, si empieza a legalizarse en más países.
Philip Morris, la tabaquera más grande del mundo, es una de las que más claro tiene la necesidad de diversificar su negocio. Desde que comenzó a investigar en 2008, ha invertido 3.000 millones de euros en desarrollar IQOS, un dispositivo electrónico que calienta el tabaco en vez de quemarlo. La compañía estadounidense, que representa el 15% de la venta mundial de cigarrillos, comercializa este producto en unos 50 países, entre los que se encuentra España.
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Philip Morris cae un 7% tras confirmar que negocia su fusión con AltriaTambién en British American Tobacco ven el futuro en el vapeo. Fuentes de la compañía apuntan que han invertido 2.300 millones de euros en los últimos 7 años y han registrado 130 patentes en 2018. Así han conseguido que los ingresos de los productos de riesgo reducido hayan aumentado un 27% en la primera mitad del año y esperan un crecimiento anual de entre el 30% y el 50%, hasta alcanzar los 5.500 millones.
Desde Japan Tobacco Internacional consideran que el tabaco tradicional y los productos de riesgo reducido (cigarrillo electrónico y tabaco calentado) "coexistirán en el futuro". De hecho, están desarrollando productos de vapeo con intención de "reducir el riesgo asociado a fumar" y permitir a los consumidores adultos que elijan por sí mismos.
Sin embargo, el mundo del tabaco tiene en contra a muchas organizaciones. Una de ellas es la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo (SEDET), que rechaza que los cigarrillos electrónicos sean menos perjudiciales para la salud. Esta semana ha pedido al Gobierno que lo legisle "de forma urgente" para evitar que se transmita el mensaje de que "se trata de un producto inocuo". También descarta que "sirva para ayudar a las personas a dejar de fumar", mientras que un estudio realizado por varias universidades de Inglaterra y EEUU sostiene que los cigarrillos electrónicos son dos veces más eficaces que los tratamientos farmacéuticos a la hora de abandonar el tabaco.
CANNABIS, OTRA OPORTUNIDAD PARA LAS TABACALERAS
El cannabis es un negocio que genera muchas discrepancias entre las tabaqueras. En diciembre, la estadounidense Altria compró el 45% de Cronos Group, un productor canadiense de marihuana, por 1.600 millones de dólares. Sin embargo, el consejero delegado de Philip Morris, André Calantzopoulos, aseguró no estar interesado en este negocio. La gracia está en que ahora, Altria y Philip Morris están negociando su refusión, por lo que Calantzopoulos tendrá que 'fumarse' el negocio del cannabis si esta operación llega a buen puerto.
En España, la venta de marihuana es ilegal, por lo que las compañías están fuera de este mercado. Aún así, fuentes de Altadis reconocen que "el mundo está cambiando y los países más avanzados están derribando ciertos tabús sobre determinados productos", aunque la categoría del vapeo es su "prioridad absoluta". Por su parte, Japan Tobacco International niega tener planes de entrar en este negocio.
Lo que está claro es la necesidad de explorar nuevas vías, porque la venta de tabaco tradicional pierde fuerza cada año. En 2018, la venta de cajetillas cayó un 0,3% en España, hasta los 2.231 millones de paquetes, según los datos del Ministerio de Hacienda. En total, los estancos recaudaron 10.167 millones de euros con esta actividad, lo que supone un retroceso del 0,4% respecto al año anterior.
La mala fama que se ha ganado el tabaco en los últimos años no es el único motivo de esta caída en las ventas. Desde Altadis defienden que entre los principales factores está la "presión regulatoria asfixiante" que tiene el sector. Además, el contrabando ha representado una media cercana al 10% del negocio en los últimos años, por lo que si se consigue reducir ese porcentaje, los estanqueros y fabricantes podrían recuperar parte de las ventas. También se vería beneficiado el Estado, que ingresaría unos 700 millones de euros que pierde cada año por esta actividad ilícita.