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El presidente ejecutivo de Telefónica. Alejandro Martínez Vélez - Europa Press - Archivo
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No se habla de otra cosa. La entrada de Saudi Telecom Company (STC Group) en Telefónica ha sido una sorpresa mayúscula para la compañía y para el Gobierno español, tanto que José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, ha viajado a Arabia Saudí para conocer de primera mano las intenciones del primer operador del país al adquirir el 9,9% de una de las empresas más importantes de España.

Aunque STC ha dicho que no tiene intención de hacerse con la compañía, y aunque también ha dicho que por ahora, tras convertirse en máximo accionista de Telefónica, no solicitará un puesto en su Consejo, hay muchas, muchas dudas en el mercado. La agencia Scope Ratings insiste, en un informe publicado este jueves, en este hecho, al tiempo que reconoce que la nacionalidad en los monopolios europeos de telecomunicaciones (BT, Deutsche Telekom, Orange, Telecom Italia...) "sigue siendo muy importante". Esto hace que "la inversión de Saudi Telecom en Telefónica plantee muchas dudas".

Una inversión de este tipo, afirma Scope, no sólo resulta "políticamente delicada", sino que la historia ha demostrado que los beneficios de las inversiones transfronterizas en el sector de las telecomunicaciones son difíciles de obtener, si no imposibles, sobre todo en una industria tan madura como la europea.

"Un minuto de servicio de voz móvil o un gigabyte de datos producido en Arabia Saudí no puede venderse en España, y viceversa, aunque STC poseyera el 100% de Telefónica"

"Para los gobiernos, los operadores nacionales europeos siguen siendo activos estratégicos sobre los que puede resultar difícil aceptar la influencia extranjera, por no decir el control, incluso cuando el Estado ya no es accionista, como ocurre en el caso de Telefónica", remarca Scope Ratings. "En los últimos años ha cobrado cada vez más relevancia la importancia de garantizar el control político nacional sobre la infraestructura de telecomunicaciones, partiendo de las revelaciones de espionaje del denunciante de la NSA, Edward Snowden, hasta la conmoción económica que supuso la pandemia del virus Covid, que llevó a generalizar el trabajo a distancia", añade.

El Gobierno español, que se enteró junto a Telefónica y el 'resto del mundo' de la operación, ha dicho que "velará por la autonomía" de la compañía. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, ha declarado que STC les ha transmitido el carácter amistoso de la operación. Sin embargo, es una realidad que la forma en la que el grupo saudí ha hecho las cosas sigue generando resquemor.

"POCO REALISTA" PENSAR QUE TELEFÓNICA ACABE EN MANOS DE STC

Para Scope "sería poco realista pensar que un operador europeo de telecomunicaciones pudiera acabar cayendo bajo el control de los Gobiernos saudí o emiratí". En este punto, además del caso de Telefónica, recuerda la entrada del emiratí Etisalat en Vodafone. STC está controlado por el Gobierno en un 64% y Etisalat, en un 60%.

Con todo, la agencia hace hincapié en el poco futuro de las operación transfronterizas en el sector de las 'telecos'. Por un lado, esto se debe a los problemas que tienen los operadores para convencer a las reguladores europeos de sus buenas intenciones. Así, cabe destacar el intento fallido de la mexicana América Móvil de adquirir KPN en los Países Bajos, a pesar de que el Gobierno ya no era accionista. Igualmente, los tímidos planes de fusión urdidos por KPN y Belgacom (ahora Proximus), así como por Swisscom y Telekom Austria, quedaron en nada. En Austria, América Móvil tuvo que firmar un acuerdo especial de participación con el Gobierno austriaco para convertirse en el principal accionista de Telekom Austria.

La cotización de Vodafone ha bajado un 45% desde que Etisalat hizo pública su participación inicial del 10%

La segunda e importante razón por la que Scope considera que hay poco futuro en las transacciones transfronterizas es que no hay sinergias en este tipo de operaciones, lo que perjudica la rentabilidad de las fusiones y adquisiciones transfronterizas.

"Los servicios de telecomunicaciones se caracterizan por su estructura nacional: diferente regulación nacional incluso en Europa, diferentes competidores nacionales, diferentes hábitos/preferencias de los consumidores nacionales, diferentes redes nacionales, diferentes estructuras de red... todo ello juega en contra del ahorro de costes y el aumento de ingresos. En pocas palabras, un minuto de servicio de voz móvil o un gigabyte de datos móviles producido en Arabia Saudí no puede venderse en España, y viceversa, aunque STC poseyera el 100% de Telefónica", remarca Scope.

La cotización de Vodafone ha bajado un 45% desde que Etisalat hizo pública su participación inicial del 10% en la operadora en mayo de 2022. A los operadores tradicionales europeos no les ha ido mucho mejor, como demuestra la inversión de Deutsche Telekom en la griega OTE o, más recientemente, en BT. "Las inversiones en países vecinos no han tenido más éxito. Por ejemplo, la inversión del magnate francés de las telecomunicaciones Xavier Niel en Telecom Italia, las adquisiciones del operador sueco Telia en Finlandia y Noruega, y las inversiones de Orange en España (Amena, Jazztel), que provocaron una pérdida de valor de 4.000 millones de euros en 2021", insiste la agencia de calificación.

"Estas dificultades, junto con las limitadísimas posibilidades de consolidación de la telefonía móvil nacional por motivos regulatorios, nos hacen pensar que el riesgo de fusiones y adquisiciones sigue siendo limitado en Europa desde el punto de vista crediticio, incluso a medida que los nuevos inversores buscan diversificación fuera de sus mercados de origen", concluye Scope Ratings.

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