- La capitalización de la entidad española ha menguado hasta los 1.400 millones tras hundirse un 44% en tres días
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Llegó el día. Emilio Saracho, presidente de Banco Popular, e Ignacio Sánchez-Asiaín, consejero delegado del banco, se reúnen este martes en Fráncfort con la plana mayor de la supervisión bancaria europea. Aterrizan en la capital financiera de la Eurozona en una situación extremadamente grave para la entidad, que requiere una solución urgente sobre su futuro para cortar la sangría que está sufriendo en el parqué y en las oficinas.
Difícilmente alguien podría llegar a una reunión de semejante magnitud en peores condiciones que Saracho y Sánchez-Asiaín. Los títulos del banco se hundieron este lunes otro 18%, hasta los 0,338 euros, y acumulan un castigo del 44% en las tres últimas sesiones, que crece hasta el 62% en el conjunto del año. Banco Popular sólo vale en bolsa ya 1.400 millones de euros; apenas una fracción de los 11.000 millones a los que, oficialmente, se encuentra su valor contable.
Y aún hay más. Fuentes financieras constatan la tensión que se está sufriendo en las ventanillas de las oficinas de la entidad. La secuencia de las últimas semanas está haciendo inevitable la fuga de clientes y de depósitos. De hecho, va más allá, porque hasta los empleados del banco están moviendo su dinero por temor a una intervención. "La situación es insostenible. Absolutamente agónica. No puede aguantar mucho tiempo así", constata Javier Santacruz, profesor de Economía y experto en temas financieros
Así, con estas credenciales, y con apenas tiempo para evitar algo aún peor, los dirigentes del banco se presentan en Fráncfort, donde el Banco Central Europeo (BCE) y el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) tienen su cuartel general, para reunirse con las máximas autoridades bancarias europeas. Nadie duda de que el encuentro será clave. Por varias razones. La fundamental, quizá, será medir hasta qué punto Fráncfort pretende disciplinar al sector. Es decir, si quiere aprovechar el caso del Popular para lanzar un mensaje de dureza. Podría ser la opción pretendida por la inflexible presidenta del MUS, Danièle Nouy, aunque, según fuentes financieras, el BCE no estaría tanto por la labor de instigar a la entidad española, sino que la institución presidida por Mario Draghi abogaría por encontrar el modo de buscar una solución.
Los problemas no se ciñen a la evolución de la cotización del banco. Se propagan a las oficinas, donde la fuga de depósitos es inevitable. Al Popular se le acaba el tiempo, de ahí la relevancia de la cita de Fráncfort
Lo que está claro es que la cita se antoja fundamental, puesto que el seguimiento de la situación del banco es constante por parte de los mandamases europeos. "Por supuesto, Banco Popular es uno de los casos que estamos mirando, pero no es el único", aseguró la presidenta del Mecanismo Único de Resolución (MUR), Elke König, en una entrevista concedida a Bloomberg TV.
Pero existe otra opción, también comentada desde fuentes financieras. Consiste en que las autoridades europeas aprovechen la crisis del Popular para cargar contra los intereses o las soluciones puramente nacionales y reivindiquen la necesidad de estimular fusiones transfronterizas. En un momento en el que se sigue trabajando en una implantación real de la Unión Bancaria, la grave situación de Banco Popular se expondría como el paradigma de que una solución europea, con la participación de un banco no español, sería más viable y más racional por las sinergias y la eficiencia que generaría.
ACTIVOS IMPRODUCTIVOS, COCOS... TODO EN LA AGENDA
Lo que está claro es que en la reunión de este martes se analizará todo lo concerniente el banco español. Para empezar, las autoridades europeas querrán escuchar de Saracho y Sánchez-Asiaín cómo se encuentra el banco y qué planes tienen previstos, si es que todavía les queda alguna capacidad de maniobra tras los erráticos movimientos y declaraciones del presidente de la entidad desde su llegada oficial al cargo en febrero.
Aunque, sobre todo, la reunión se ocupará de las cuestiones contables. Del balance y la cuenta de resultados. Principalmente, resultará determinante esclarecer a cuánto asciende el volumen de activos improductivos del Popular. Es decir, si los 36.000 millones de euros oficiales son realmente los que son o si la tasación realizada en las últimas semanas incrementa la 'factura'. Las contundentes caídas de las tres últimas jornadas, todas ellas saldadas con desplomes de doble dígito, responden en gran medida a la sospecha de que los libros del banco esconden más pecados de los confesados hasta la fecha, de ahí la indecisión de las entidades supuestamente interesadas en el Popular. Que cotice por debajo de las 0,2 veces su valor en libros evidencia hasta qué punto el mercado ha perdido la fe en el banco.
Este ejercicio de transparencia será crucial. Primero, para saber hasta cuánto alcanzan las provisiones realizadas hasta la fecha por el banco, con unas dotaciones de 20.000 millones de euros. Segundo, para saber si bastará con los 11.000 millones de recursos propios con los que cuenta la entidad para tapar cualquier agujero adicional y, por tanto, para saber si el banco aún es solvente y hasta qué nivel caerán los niveles de capital una vez se cubra el nuevo boquete. Y tercero, para descifrar si, tras todos esos cálculos, aún queda espacio para que algún banco muestre su interés en el Popular o para ampliar capital o y si, por el contrario, lo aconsejable es intervenir la entidad.
Que Popular cotice por debajo de las 0,2 veces su valor en libros evidencia hasta qué punto el mercado ha perdido la fe en el banco
También se analizarán las desinversiones que aún puede hacer el banco para ganar tiempo. En un reciente informe, Goldman Sachs valoraba que Banco Popular podría ingresar 600 millones por la venta de Banco Pastor y 900 millones por su filial portuguesa. Saracho ha seguido adelante con las desinversiones en las últimas semanas, pero los acontecimientos han alcanzado tal velocidad y gravedad que esos movimientos cada vez 'compran' menos tiempo.
Otro tema que estará sobre la mesa es el de los bonos contingentes convertibles, más conocidos como CoCos. Estos títulos se crearon al abrigo de la crisis precisamente como un instrumento al que los bancos pudieran recurrir en caso de que tuvieran problemas. Si una entidad empieza a tener problemas, dejará de pagar los intereses asociados a esos bonos; si los problemas son más serios, directamente los bonos se convertirían en acciones, con lo que el capital del banco se vería reforzado.
Popular emitió dos remesas: 500 millones en 2013 y 750 millones adicionales en 2015. Ambas emisiones cotizan prácticamente a la mitad del precio al que salieron al mercado, otra consecuencia más de la incertidumbre que envuelve a la entidad. El Popular podría recibir en Fráncfort el 'consejo' de que no abone los intereses. Por el momento, no se detonará el siguiente paso, el de la conversión, porque el banco aún tiene sus niveles de capital por encima de los umbrales establecidos en las diferentes emisiones -CET1 del 5,125% en la emisión de 2013 y del 7% en la de 2015-. Tanto el mercado como los inversores estarán muy pendientes de lo que ocurra con los CoCos, puesto que, pase lo que pase, marcarán un precedente.
Otra clave radica en la capacidad de generar beneficios de la parte 'sana' del negocio. Si aún cabe la opción de incentivar que alguien puje por el Popular, resultará fundamental mostrar que esa porción si fabricará rentabilidad al comprador.
La evolución de los depósitos del banco, la posibilidad de que tenga que necesitar una línea de liquidez de emergencia (ELA, por sus siglas en inglés) por parte del BCE, los ajustes de oficinas y empleados que serán precisos o los problemas legales a los que puede exponerse el banco -o sus futuros compradores- en el futuro también se abrirán paso en la reunión.
"Al Popular no lo levanta ni San Pedro aunque viniese en persona", proclamó un accionista en la junta en la que se nombró oficialmente a Saracho como sustituto de Ángel Ron en la presidencia. Ya entonces se tenía claro que el Popular necesitaba un milagro. Casi cuatro meses después, cada vez queda menos tiempo para que se produzca. Y si se produce, no vendrá de Lourdes. Lo hará de Fráncfort.