• Citi fue el encargado de buscar una fórmula para encajar la participación pública
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José Ignacio Goirigolzarri y Josep Oliu

Banco Sabadell y Bankia negociaron su fusión durante buena parte del año pasado, según confirman varias fuentes conocedoras del proceso, pero la descartaron por la caída en bolsa de ambas entidades y la imposibilidad de que el Estado vendiera previamente un paquete en bolsa, para no tener un peso excesivo en la entidad fusionada. No obstante, no descartan volver a plantear la operación en el futuro si las cotizaciones del sector se recuperan.

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La operación tiene toda la lógica. Por un lado, los bancos necesitan buscar sinergias ante el prolongado escenario de tipos de interés negativos y el escaso crecimiento del crédito. Por otro, Sabadell por fin conseguiría ponerse a la altura de los grandes al duplicar su tamaño (tiene 222.000 millones de activo y Bankia, 205.000).

Por la parte de Bankia, el Estado tendría más fácil recuperar una mayor parte de las ayudas al tratarse de una entidad más grande. Y ya se sabe que al BCE le gusta el tamaño. Por último, sería una operación muy bien vista políticamente al unir entidades de Madrid y Barcelona.

Además, existe una gran afinidad entre sus cúpulas: el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, su consejero delegado, José Sevilla, y el de Sabadell, Jaume Guardiola, son todos ex de BBVA, entidad que abandonaron tras enfrentarse con su anterior presidente, Francisco González. Un portavoz de Sabadell declaró que “no contemplamos ninguna operación corporativa. En estos momentos estamos centrados en la rentabilidad y creación de valor para el accionista”. Desde Bankia señalan que nunca llegó a haber negociaciones.

Las fuentes explican que Sabadell encargó a Citi la búsqueda de una fórmula para encajar en la nueva entidad fusionada el 60% del capital de Bankia que posee actualmente el FROB, a priori el mayor obstáculo. El objetivo de Oliu era que el Estado no tuviera derechos políticos sino que mantuviera una mera participación financiera reducida con intención de venderla cuanto antes (algo que sería más fácil en teoría al estar en un banco el doble de grande).

LA CAÍDA EN BOLSA FRUSTRÓ LA OPERACIÓN

Pero eso exigía que el porcentaje público en Bankia se redujera previamente. La entidad tenía incluso fijadas fechas para colocar de un par de paquetes del FROB en bolsa, puesto que llegó a cotizar en 4,35 euros a principios del año pasado (Sabadell rozó los 1,9 euros en esa fecha). Pero entonces su cotización inició un constante declive hasta un mínimo en torno a 2,4 euros en febrero (0,83 en el caso del banco catalán). Esto hizo imposible vender estos paquetes.

Esa caída es la que explica el aplazamiento -que no ruptura- de las negociaciones: sin colocación previa por parte del Estado, la ecuación de canje daría una participación demasiado grande al FROB en la entidad fusionada, por lo que no podría quedarse sin derechos políticos y no sería viable la operación.

Ahora bien, las fuentes consultadas aseguran que ambas entidades están dispuestas a retomar el proyecto cuando las cotizaciones vuelvan a niveles que lo hagan factible. Eso puede llevar mucho tiempo, pero el escenario de tipos negativos también va para largo: el mercado no espera que la primera subida llegue antes de octubre de 2020.

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