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Aviones de RyanairEUROPA PRESS

IAG

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Ryanair está preparada para un brexit duro. La autoridad de aviación civil británica ha emitido a la 'low cost' irlandesa un Certificado de Operador Aéreo (COA), el permiso que le permitirá mantener activas sus rutas dentro de Reino Unido y las conexiones hacia la Unión Europea después del 31 de marzo si es que Londres y Bruselas no cierran todos los flecos del acuerdo.

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La irlandesa ha sido una de las aerolíneas que más han insistido en la necesidad de que se alcanzara un acuerdo sensato para el brexit y evitar así la interrupción de los vuelos desde y hacia Reino Unido por problemas con los espacios aéreos. Para anticiparse a la posible situación, la compañía que dirige Michael O´Leary solicitó el certificado a finales de 2017 con intención de apuntalar sus rutas internas en Reino Unido y las conexiones hacia el continente.

CAPITAL EUROPEO DE LA AEROLINEA

Para Ryanair, lograr este certificado ha sido una "satisfacción", ha expresado uno de sus representantes, sobre todo ahora que el riesgo de un brexit sin acuerdo es aún más elevado. No es la única medida que Ryanair había tomado para anticiparse a la posibilidad de un 'divorcio' sin acuerdo. Hace varios meses advirtió a sus accionistas británicos que, al dejar de ser considerados ciudadanos europeos tras el brexit, perderían su derecho de voto.

"En caso de un brexit duro, nuestros accionistas de Reino Unido pueden convertirse en ciudadanos no comunitarios y esto puede hacer que Ryanair (durante un tiempo) quede mayoritariamente en propiedad y control de inversores no comunitarios, con lo que nuestra licencia de aerolínea de la UE podría estar en riesgo", explicó en octubre a sus inversores.

La clave para mantener los derechos de tráfico está en la composición del accionariado de la aerolínea. Conforme a la normativa europea, al menos un 51% del capital debe estar en manos comunitarias. Ryanair advertía también de que se guardaba un as en la manga: la posibilidad de forzar la venta de acciones a aquellos inversores no europeos para mantener el equilibrio en su accionariado.

Para las aerolíneas, la necesidad de que Bruselas y Londres se entiendan en las negociaciones del 'divorcio' es clave: si no hay un acuerdo en el ámbito de aviación, como Reino Unido pasaría a ser considerado un tercer país, varias compañías con sede británica que operan por toda Europa tendrían que dejar sus aviones en tierra hasta arreglar los nuevos acuerdos. Entre las afectadas están British Airways, Jet2, easyJet o Virgin Atlantic.

Hace un año, la Comisión Europea advirtió a las aerolíneas de que si Reino Unido era considerado como un "tercer país" tras el brexit, las compañías británicas perdieran los derechos de tráfico que rigen bajo los acuerdos de transporte entre los Estados miembro.

Las negociaciones continúan y, hasta el momento, Bruselas ha planteado un paquete de medidas para varios sectores entre los que se incluye el aéreo. Entre las opciones propuestas está la extensión temporal de la validez de algunas licencias y que durante doce meses se presten determinados servicios aéreos entre Reino Unido y la UE.

IBERIA Y VUELING, EN EL FOCO

En el caso del holding IAG -que agrupa a British Airways, Iberia, Vueling y Aer Lingus-, tiene difícil demostrar que cumple este porcentaje del 51% en manos de inversores europeos y el grupo lleva un tiempo analizando cómo solventar esta situación para cumplir el requisito de propiedad y control y seguir operando como hasta ahora.

Un 21,4% de su capital está en manos de Qatar Airways y alrededor de otro 5% en las del fondo estadounidense Europacific Growth. El resto son socios minoritarios y accionistas que negocian sus títulos en la Bolsa de Londres o de Madrid. Consumado el brexit y con los inversores británicos desligados de la UE, las cuentas no saldrían.

Esta situación pone bajo el foco a Iberia y a Vueling. Sin embargo, desde España tratan de mantener la calma y se agarran a la españolidad de Iberia, primero porque su sede está aquí y, segundo, porque la sociedad que controla la mayoría de sus derechos políticos, Garanair, está controlada por El Corte Inglés, como cuenta El País. IAG es propietaria del negocio, de los derechos económicos. Vueling, por su parte, es propiedad de Iberia, por lo que una vez se garantice la españolidad de una, quedará sobreentendida la de la otra.

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