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El consejo Repsol

Repsol está a sólo un paso de conseguir desbloquear uno de sus proyectos clave en una de sus refinerías españolas. Se trata del poliducto, la 'megatubería', que unirá su refinería en A Coruña con el puerto de la ciudad gallega. Un proyecto que conlleva una inversión millonaria y que arrastra retrasos debido al lento proceso de autorizaciones administrativas. Ahora, en la recta final de 2019, está a punto de lograr el visto bueno del consistorio de Arteixo (la misma localidad donde tiene su sede Inditex) y únicamente le queda la autorización del Ayuntamiento coruñés.

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Repsol es dueña y gestiona cinco refinerías en España (Cartagena, Bilbao, Puertollano, Tarragona y A Coruña). Juntas suman una capacidad de destilación de más de 890.000 barriles de petróleo al día. De ellos, 120.000 corresponden a la refinería gallega, según la memoria de la compañía del último ejercicio.

Para impulsar su instalación en el noroeste de la Península, hace ya seis años, la petrolera presidida por Antonio Brufau firmó un convenio con la Autoridad Portuaria de A Coruña, respecto al traslado de operaciones de sólidos y crudo entre la refinería y el puerto de Punta Langosteira. En cuanto a los primeros (coque y azufre, por ejemplo) opera sin problemas desde 2015. Pero el proceso respecto al transporte de crudo no ha sido tan rápido.

Esta conexión conlleva varios movimientos que suponen a Repsol una inversión global de 126 millones de euros: desde la construcción de un nuevo pantalán en el puerto (encargada a Sacyr), a modificaciones en la propia refinería, pasando por la construcción del poliducto.

CASI CUATRO KILÓMETROS

En cuanto al poliducto en sí, unirá una distancia de, aproximadamente, 3,8 kilómetros, según explica la compañía energética. No se trata de una única canalización, sino de un entramado de 11 tuberías soterradas, de 10 metros de anchura; más dos metros adicionales, a ambos lados. Dos de esas tuberías permitirán el transporte de crudo entre la refinería de Repsol y la nueva terminal marítima del puerto coruñés. Mientras, las otras nueve estarán destinadas a otros productos petrolíferos.

Ese es el planteamiento sobre el papel, cuya construcción está a expensas de las administraciones públicas. Y su ritmo de autorización no ha sido precisamente rápido. La Xunta de Galicia, previa declaración de impacto ambiental, dio su ok en marzo de 2018 y, a partir de ese momento, comenzó el denominado ‘expediente expropiatorio’, es decir, los acuerdos con los propietarios de las fincas por las que discurre el poliducto.

Pero a Repsol le faltan las licencias municipales de las dos localidades entre las que circula la megacanalización. La compañía señala que “de forma inminente” va a conseguir la del Ayuntamiento de Arteixo, pero aún le quedará por delante la del consistorio de A Coruña, que está en trámite y pendiente de un informe de la Dirección Xeral de Patrimonio. Por ello, aún no hay fecha prevista para el inicio de las obras pero el final de este proyecto, para Repsol, está más cerca.

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