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Borja Prado se despide de Endesa después de una década como presidente y dos años más como consejero también de la filial chilena. El directivo cierra una etapa en Endesa con dos hitos: su acción ha tocado estos días máximos históricos e histórico es también el enfrentamiento de la dirección con los trabajadores tras la fallida negociación del nuevo convenio colectivo.
Prado ha sacado pecho ante los accionistas en su última junta: durante sus diez años al frente, Endesa ha sido la eléctrica más rentable para sus accionistas, y ha sido capaz de capear la crisis y tomar una posición relevante en renovables a pesar de las desinversiones hechas desde 2009, afirmó en su discurso.
"En estos diez años, Endesa ha sido la empresa eléctrica española más rentable para sus accionistas. Quien hubiera comprado acciones de Endesa el día en que fui nombrado presidente y hubiera reinvertido los dividendos, habría multiplicado su inversión por 4,7 veces, lo que supone una rentabilidad media anual del 17%", señaló Prado a los accionistas.
En esta década, la acción de Endesa ha incrementado su valor en un 331% si se tiene en cuenta el precio de los títulos ajustados por dividendo, desde los 5,4 euros que marcó como máximo en abril de 2009. De hecho, el ejecutivo deja la compañía con la acción en máximos históricos: este viernes ha cerrado en 22,21 euros, pero hace unos días lograba los 23,30 euros.
Los jugosos dividendos han sido la miel y el orgullo de su presidencia. A cargo del último ejercicio se van a pagar 1.511 millones, el 100% del beneficio ordinario. Con este dividendo, la compañía habrá repartido más de 30.000 millones en una década, incluido aquel extraordinario de más de 14.600 millones pagado a cuenta de 2014 cuando se vendieron a Enel los activos en Latinoamérica.
Prado ha reivindicado también la posición de Endesa entre sus pares del sector. La energética es líder por clientes, con un 35% de cuota de mercado. En esta década, se ha mantenido por encima del umbral de los 11 millones de clientes en España y Portugal, pero ha se ha dejado en el camino alrededor de 600.000 a favor de algunos grandes rivales como Iberdrola (que tiene un 34% del mercado), pero también de las pequeñas comercializadoras que poco a poco van rascando clientes.
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La cara B de este éxito, denuncian sus trabajadores, ha sido la precarización del empleo y la descapitalización de la compañía tras el desembarco de su principal accionista, la italiana Enel. La raíz de las críticas de sus accionistas y trabajadores está en esa generosa política de retribución de la que la italiana Enel se ha beneficiado (ahora controla un 70% de Endesa, pero llegó a tener un 90%), en detrimento de las condiciones laborales de "aquellos que han convertido a Endesa en lo que es", como ha dicho uno de los inversores durante la junta.
Pero el malestar de la plantilla ha estallado tras la fallida negociación del nuevo convenio colectivo. Los sindicatos -que han celebrado este viernes la primera huelga de la historia de la compañía- defienden la necesidad de mejorar las condiciones, de que los salarios se equiparen a los del sector y a que se respete lo pactado con los trabajadores en sus prejubilaciones y jubilaciones. Se refieren, en concreto, al pago de la factura de la luz de estos exempleados, una medida que le cuesta a la compañía alrededor de 500 millones teniendo en cuenta que el personal pasivo supera las 26.000 personas.
A los abucheos y silbidos durante el discurso de Prado y del consejero delegado, José Bogas, se ha sumado la veintena de intervenciones que han cuestionado en distinta medida la gestión de la compañía. Han aprovechado la cita para reivindicar a los trabajadores, y a sus familias, como "alma que mueve a Endesa", y han defendido que "no es posible sustentar el crecimiento de la compañía en una estrategia de descapitalización y endeudamiento".
"Esta Endesa-Enel ni escucha ni negocia, ni quiere saber nada de los trabajadores, ni de los activos y menos de los pasivos. Solo tiene un fin, hacer dinero rápido expoliando año tras año a la empresa", ha afirmado uno de los accionistas.
Prado ha respondido claro: el "fracaso" en la negociación del convenio ha sido culpa de ambas partes, pero la empresa sigue dispuesta a trabajar para alcanzar un acuerdo "justo y razonable". La próxima cita con los sindicatos tendrá lugar después de Semana Santa, ha confirmado más tarde Bogas a periodistas.