Andrea Orcel "está devastado, no solo por todo lo que ha ocurrido, sino también porque su carrera se ha truncado", asegura el 'Financial Times' (FT), tras la marcha atrás del Santander en el nombramiento del italiano como consejero delegado de la entidad al considerar inasumible pagar un bonus diferido de 50 millones de euros.
Por otro lado, el rotativo indica que la presidenta, Ana Botín llegó a intentar convencer a los accionistas de ofrecer "decenas de millones de acciones" a Orcel argumentando que la experiencia del banquero estaba ligada a su capacidad para restaurar el precio de los títulos, que han caído un 28% en el último año. Sin embargo, la cúpula del Santander se habría mostrado reacia a esta iniciativa debido a posibles consecuencias políticas.
La presidenta del banco cántabro habría llamado a Orcel unos días antes para explicarle el por qué de la marcha atrás en su nombramiento antes de comunicar la decisión de forma oficial, tal y como asegura FT. Añade también que el banco podría haber dado marcha atrás en el nombramiento de Orcel como consejero delegado, además de por considerar inasumible pagar un bonus diferido de 50 millones de euros, por cuestiones puramente políticas, según la 'lex column' de diario.
El rotativo valora la decisión finalmente adoptada como una "bala a costa de la vergüenza en el corto plazo"
De este modo, el rotativo británico atribuye la decisión del banco cántabro, en parte, a los "cambios políticos en el país, subrayando la situación "límite" a la que se ha llegado por "los daños del populismo". "El Partido Socialista gobierna desde el año pasado en España con el apoyo poco fiable de la formación populista Podemos", apunta el FT, que añade que esto ha hecho que la desconfianza hacia los banqueros haya aumentado.
Asimismo, considera que habría sido "embarazoso", tanto para Santander como de forma directa para su presidenta, Ana Botín, cubrir solamente la mitad del dinero que Orcel iba a perder al abandonar el timón de la banca de inversión en UBS, ya que de ningún modo estaba dispuesto a pagar la totalidad del plus. El banco suizo tampoco quería asumirlo. No obstante, el rotativo valora la decisión finalmente adoptada como una "bala a costa de la vergüenza en el corto plazo" y, asegura que una reorganización fallida habría tenido costes mucho mayores.
SORPRESA EN LA INDUSTRIA
El nombramiento el pasado mes de septiembre de Orcel como consejero delegado del mayor banco por activos de España y uno de los primeros de la eurozona sorprendió a toda la industria bancaria. Orcel esperaba recibir "decenas de millones" de euros en acciones del Santander al unirse al banco como compensación por los 50 millones de euros de acciones diferidas que ganó durante sus siete años de trayectoria en UBS. Según los términos del contrato, el banco suizo tenía el derecho de arrebatarle este plus en caso de fichara por un rival.
Señala que hasta Botín se sorprendió de que Orcel aceptara el puesto tan rápido
UBS se negó a considerar al Santander como un banco no competidor, a pesar de los intentos de Botín por hacer ver que la entidad que preside no era un rival directo al centrarse en el negocio minorista y no de inversión y patrimonios.
En otro artículo dedicado a este asunto, el FT señala que hasta Botín se sorprendió de que Orcel aceptara el puesto tan rápido, a pesar de que personas cercanas al italiano lo consideraran como posible candidato a ocupar el puesto de Sergio Ermotti. El apresurado anuncio no dejó mucho tiempo para concretar los detalles del nombramiento, aunque fuentes al tanto de las negociaciones aseguran al diario británico que Botín había enviado una carta a Orcel en la que incluía la oferta formal y garantías de que se haría cargo de las acciones diferidas que perdería éste al salir de UBS.
Parece que Botín confiaba en que podría encontrar una solución clara para el problema del plus de 50 millones de euros de Orcel. Entre las opciones que barajaba se encontraba la de convencer a UBS de que Santander no era competencia. De hecho, hay quien esperaba que su posición negociadora se vería fortalecida por el hecho de que Santander era un importante cliente de UBS.
Así, el banco español creía que UBS llegaría a la conclusión de que valía la pena proteger su relación con el Santander y que aceptaría un acuerdo respecto al pago de las acciones diferidas, según detalla el diario británico.